CAPITULO XV

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Un rayo de luz entro por la ventana, entre abrí los ojos y ahí estaba él viéndome con una mirada perdida, como si yo era la solución a todas a sus preguntas, la pieza que le faltaba a su rompecabezas.

 —  Buenos Días, Pandora. 

—  B-buenos días.  

  —  ¿Lo has pensando, verdad? Nos vamos a las 14:00 hs así que si hay cosas que debas ir a buscar, te acompañare.  

Sin dejarme reprochar, ni nada, solo accedí ante su petición. Tenia la corazonada de que estaba por buen camino, al mirar el móvil tenia varias llamadas perdidas del trabajo por lo que decidí tirar ese aparato por la carretera. 

Y me aventure en escapar con él, tome solo la ropa y entre ella escondí los papeles de Yggdrasil. Tomamos el respectivo vuelo a Los Ángeles, en esa zona él se dedicaba de lleno a una investigación de la cual no me dio muchos detalles, el departamentos donde nos quedaríamos era bastante lujoso quizás, más lujoso que en el que estaba viviendo. 

Me confeso que esa misma noche debía ir a una fiesta donde asistirían sus colegas, y que le gustaría mucho que yo fuese su compañera, ya que le aliviaría su aburrimiento ante tanta personas que intentan seguir un protocolo. Aunque me hubiese negado, me hubiera llevado a rastras, por lo que accedí por las buenas... Quizás en ese lugar estaría el hombre que buscaba ¿Era mi suerte lo suficientemente grande? 

Hasta había elegido mi atuendo, un vestido largo con cola de sirena, con un escote pronunciado en la espalda y se ataba por detrás del cuello de color negro, él  luciría un típico y aburrido traje con una corbata color violeta, la cual hacia juego con mis accesorios y maquillaje.

  —  ¿Como me veo? —  Di una vuelta entera ante él, que se encontraba en la cocina bebiendo agua, hizo el  gesto de levantar sus lentes. Me tomo por la muñeca para voltearme y dejarme contra la mesada que se encontraba a pocos centímetros, levanto mi vestido  hasta la altura de su sexo, recuerdo que escuche el cierre de su pantalón bajar, y su mano se aventuro entre mi escote. Mi cuerpo lo recibió como si fuesen viejos amigos, me ataco con tanto deseo que poco pude rechazar. Su pelvis no dejaba de golpear mi parte trasera, un golpe mas fuerte que el otro, mientras con su diestra tomaba mi pecho, y con su otra mano empujaba mi cintura hacia a él. 

  —  Lo siento, me pone nervioso este tipo de fiesta... Necesitaba descargarme.

— Descuida. —  Dije acomodando mi vestido y cabello. —  Tomare eso como que me veo muy bien.

—  Excelente, diría yo.  

Ahí estábamos los dos, envueltos en una fiesta elegante de la cual hubiéramos querido escapar sin pensarlo, pero esto era una especie de obligación que tenia él como humano, y ser una dama de compañía, nunca se me dio tan fácil. 

Y si la vanidad fuese un pecado, sin dudas, tendría mi imagen. Al momento que nos centramos en el salón, los ojos de todos estaban puestos en mi, sentía como desnudaban mi cuerpo con sus ojos y que patéticos eran al intentar establecer una conversación conmigo, Amadeus pocas veces se separo de mi lado creo que él también pecaría en cuanto a vanidad no solo lo alagaban por sus estudios y avances, sino que también lo alagaban por mi compañía. 

  — Debo admitir doctor, que tiene una compañera excelente ¿Donde la conseguiste? 

—  Semejante belleza, debe estar aburriéndose en un lugar como esté.  

 Blablabla... Ahí estaba yo parada a su lado, simplemente sonriendo a esos halagos que escuchaba a diario ¿Y estos eran los hombres mas inteligentes? 

La conferencia daría inicio, Amadeus acomodo mi silla para sentarme al lado de él, compartíamos una mesa con dos parejas más, comenzaron a tener una conversación típica de como se habían conocido, cuanto habían avanzado en sus estudios, y un sin fin de cosas que a mis oídos sonabas muy aburridos.

  —  Con ustedes el doctor,  Eugine Belcher. —  Anunciaban desde el escenario, mis ojos se abrieron lo más grande que pudieron, aquel nombre me había traído de nuevo a la tierra.

  —  Bueno, es mi turno. —  Afirmo... Amadeus, quien se levanto me dio un beso en la mejilla. —  Deséame éxitos cariño. —  Y pude jurar que una sonrisa maliciosa se dibujo en su rostro al susurrarme eso, mi mente quedo en blanco, me encontraba completamente en shock ¡El hombre que buscaba siempre estuvo frente a mis ojos! 

Mi cuerpo tuvo un impulso, el impulso más cobarde de todos salí corriendo del salón sentía que mi estomago estaba revuelto ¿Habia sido por el shock? ¿O algo que había comido? Evidentemente era lo primero... Me quedé ahí un buen tiempo, no sé cuantas veces abre vomitado... supongo que hasta que mi estomago quedara vació, baje la palanca del retrete y salí de allí, me dirigí al lavabo donde abrí la canilla para enjuagar mi boca y mojar un poco mi nuca; abrí mi bolso para retocar mi maquillaje y peinado, me arroje un poco de perfume y al mirar el reloj habían pasado unos 40 minutos. 

Al abrir la puerta, ahí estaba él completamente sereno. 

  — ¿Te encuentras bien, Pandora?

—  Estem... S-si...  —  Me sentía como si me hubieran acorralado, evidentemente había caído en su trampa ¿Pero como? ¿Había encontrado aquellos papeles? —  ¿Que paso con tu discurso?

 —  Ah eso, ya terminó. Tuve que inventar que estas embarazada... Esos idiotas, se creen todo. ¿Nos vamos?

—  ¿Ya?

—  Si, gracias a tu salida podremos escaparnos antes... —  Me ofreció su brazo. —  Ademas, supongo que tienes preguntas que hacerme.  —  Trague saliva, nunca me había sentido tan incomoda. Ni ante los Royal Knights ¿Era este humano tan terrible? Me limite a tomar su brazo, y caminar rumbo a su vehículo, sus colegas entropecian el paso con sus "Felicitaciones" por el bebé, que supuestamente llevaba en mi vientre. 

El silencio nos acompaño hasta ascender el motor.

  —  Entonces... ¿Como te llamo? ¿Amadeus Shinra o Eugine Belcher?

—  Como gustes, ambos soy yo. Nací bajo el nombre de Amadeus Shinra, pero con la muerte de mi esposa decidí que necesitaba un nuevo nombre, algo como un resurgir un volver a empezar desde cero entonces cambie mi nombre a Eugine Belcher.  

  —  ¿ Que sabes de mi?

—  Vaya, no te ves sorprendida. ¿Escondes algo?  —  No emite palabra alguna.  Él suspiro. —  Eres Pandora Lestrenge, tienes 25 años... Y... —  Volví a tragar saliva. —  Vienes del Digimundo.

 —  Así que lo sabias...

—  No me subestimes, Pandora. Te mostrare algo. —  Giro el manubrio bruscamente, tomando una dirección diferente a la de donde vivía, me mantuve callada necesitaba procesar todo.

¿Como sabia que venia del Digimundo? ¿Que quería de mi? Mis manos comenzaron a sudar, me sentía como un ladrón que había sido atrapado, y estaba yendo a su juicio el cual terminaría en una pena de muerte. A fueras de Los Ángeles a unos 3 kilómetros, freno su vehículo frente a un poste de luz, él bajo primero para dar la vuelta y abrir mi puerta, ayudándome a bajar.

En ese poste de luz con un botón oculto, apareció un teclado digital, Amadeus ingreso una especie de códigos junto con su huella digital y en el suelo se abrió una puerta subterránea, me invito a bajar las escaleras con él, un pasillo inmenso seguiría después, y luego una habitación con tres pantallas gigantes, la habitación era completamente enorme.

  —  Bienvenida, a mi verdadero trabajo.  


Goddess Of Darkness: LustWhere stories live. Discover now