Capitulo Nueve.

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Capítulo 9

-Pero tú no estás en condiciones de conducir - dije mirándolo a los ojos
- ¿Cómo que no? ¿A caso cuestionas mi nivel de sobriedad? -ironizó dirigiéndose a la puerta
- Dante prefiero que tomemos un taxi – dije remarcando mis palabras
Entonces se volteó y se acercó a mí de tal manera en que nuestras caras quedaron muy cerca la una de la otra.
- ¿En serio me crees capaz de correr el riego de hacerte algún tipo de daño? preguntó dulcemente, pero con un tono de seriedad en la voz, mientras me miraba intensamente
- N…no -contesté algo nerviosa
- Entonces vamos- siendo él en esta ocasión el que me tendía la mano, la cual yo agarré y no solté hasta que abrió la puerta del asiento del copiloto del Jeep.

En esta ocasión el viaje fue igual de silencioso pero para nada tranquilo, se respiraba algo extraño en el ambiente, un algo que se manifestaba con miradas fugaces que muchas veces expresan más que muchas palabras.
Cuando llegamos, Dante aparcó el coche y me acompañó hasta la puerta del edificio donde estaba mi departamento.

- Bueno muchas gracias, lo pasé muy bien- dije balanceándome 
- De nada, fue más que un placer compartir la noche contigo - dijo con una sonrisa conquistadora que me dejó sin palabras.

Estaba nerviosa y a cada segundo lo estaba más. ¿Cómo iba a terminar esa despedida? ¿En serio Dante estaba interesado en mí? No, no podía ser...

- Bueno creo que ya es demasiado tarde - dijo mientras se pasaba la mano derecha por el pelo.
- Sí, creo que ya es hora de ir a casa...
Pero antes de que pudiera terminar la frase Dante se abalanzó sobre mí intentando refugiarse en la oscuridad del portal
- ¡Abre rápido! -dijo alterado
- ¿Qué… qué? -exclamé con los ojos abiertos como platos, ¿estaba sucediendo eso en realidad o era un sueño?
- ¡Rápido!
- ¡¿Dante?! - exclamaron en algún lugar cercano
- ¡Mierda!...
- ¡¡¡DAANNTTEE!!! – Gritaron 
- ¡Deb! Por Dios abre esa puerta de una vez - me suplicó. Entonces reaccioné, abrí y ambos entramos al edificio de forma apresurada, Dante cerró la puerta de inmediato. Tres segundos después una chica rubia empezó a aporrearla desesperadamente gritando en nombre de Dante y diciendo que lo amaba entre otras declaraciones de amor.

- ¿Quién es esa?- pregunté asombrada
- Subamos a tu piso por favor, es capaz de romper el cristal
-¿En serio? -no hicieron falta palabras la cara de Dante respondió por si sola
- ¡Dante puedo esperar aquí toda la noche! ¡Estamos hechos el uno para el otro! -gritaba la chica mientras empezamos a subir las escaleras.
- ¿Está loca no?
- No sabes hasta que punto – respondió asustado
- Aquí es… - dije cuando llegamos al rellano del tercer piso - Perdón por el desorden que de seguro te vas a encontrar - dije mientras abría la puerta
- No importa, yo no soy un Dios de la limpieza y el orden que digamos...
- Ok entonces pasa y ponte cómodo.

Mi departamento no era muy grande, pero era suficiente para Ferran y para mí. Se trataba de un piso típicamente estudiantil cuya sala principal era el salón desde la cual se distribuían todas las otras habitaciones. En la parte izquierda se encontraba la cocina comunicada con el salón-comedor podías diferenciar cual era el salón y cual la cocina ya que había una barra al estilo de barres que las separaba. Al fondo se encontraba un pasillo en la cual habían habitaciones; en la pared de la derecha había una puerta que daba a la habitación de Ferran, frente a esta estaba mi habitación, al lado de mi habitación estaba otro cuarto para huéspedes y al frente una habitación donde solíamos guardar los instrumentos al fondo del pasillo se encontraba el baño.

El precio de la Fama© (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora