Capitulo Diez.

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Como era de esperar, mis predicciones de desorden fueron totalmente acertadas, pero era habitable.
- Perdón de nuevo por el desorden - dije algo avergonzada
- He estado en sitios peores te lo aseguro - contestó sentándose en el sofá
- ¿Te apetece tomar algo? Una Coca-Cola, una cerveza...
- Una cerveza está bien – dijo rápidamente
Saqué dos cervezas del refrigerador y me senté al lado de Dante en el sofá a la vez que le entregaba su cerveza
- Muchas gracias - sonrió
- De nada, y ahora... me vas a explicar ¿Por qué hay una loca tratando de derribar la puerta de mi portal a puñetazos? - inquirí a lo que Dante soltó una pequeña carcajada que se me antojó canto celestial.
- Bien ¿has visto la película Los Misioneros? – se acomodo algo ansioso
- Si es una de las películas con las que más me he reído en mi vida, hay escenas que no tienen perdida - comenté entre risas
- Si bueno de eso mejor ni hablamos... - susurró un tanto sonrojado - El caso que una de las actrices del reparto, Jess Rickhall...
- La que hacía de Nielly ¿La que te acosaba todo el rato en la película?
- Si bueno no me acosaba tan solo en la película...- dijo entre dientes
- ¿Me estás diciendo que la loca de abajo es Jess Rickhall? – evite reírme 
- Efectivamente. ¿A dónde vas?

La curiosidad pudo conmigo así que me levanté del sofá y me dirigí a la puerta del balcón y al asomarme pude comprobar que sí, ahí estaba Jess Rickhall, incansable, en una cruzaba contra la puerta de abajo.

- Una cosa es innegable... Está en buena forma - comenté divertida contemplando la situación que era del todo surrealista.
- Tú ríete, pero es capaz de pasarse ahí toda la noche. - En ese instante mi cara pasó de divertida a nerviosa por acto de magia. Sí la loca esa se quedaba ahí montando guardia suponía que Dante no podía salir... Y no sabía si eso me alegraba mucho... En ese instante empecé a sudar en frío del nerviosismo
-¿Deb te encuentras bien? Te ha cambiado la cara- dijo preocupado
- Si, si sólo estoy algo cansada, creo que va siendo hora que me vaya a la cama y de que tú te vayas a la tuya.
- ¡Tienes que estar bromeando! ¡No puedo salir a la calle, esa mujer es capaz de arrancarme la ropa a mordiscos!
- Dante no puedes quedarte aquí...
- Pero ¿por qué no?
- Por… Porque no Dante yo...- pero sin darme cuenta él se había acercado peligrosamente cerca de mí, sin que yo lo hubiera notado
- ¿De qué tienes miedo? -dijo mientras me agarraba ambas manos y me obligaba a acercarme a él, dejándome sin palabras para responder
- ¿Crees que no soy bueno para ti?- dijo acercándose más aún
- N...No- me comían los nervios
- ¿Crees que me voy a aprovechar de ti?- más cerca
- No 
- ¿Crees que voy a hacerte daño? – Nos encontrábamos frente a frente
- N…
- Entonces no hay nada más que hablar – interrumpió

Y sin darme tiempo a reaccionar me agarró suavemente de la barbilla con la mano derecha y me besó suavemente. En un principio quise apartarme, pero resultó un beso tremendamente adictivo al que pronto correspondí. Poco a poco la suavidad se fue transformando en dulzura y de la dulzura pasamos a la pasión. Así Dante y yo empezamos a besarnos como si nuestras vidas dependieran de ello a la vez que cada uno se iba deshaciendo de la ropa del otro. Sin saber muy bien como, llegamos a mi habitación, momento en que Dante me tiró suavemente en la cama colocándose él encima mío. A partir de ese instante el ambiente realmente se torno caliente; las caricias apasionadas y los gemidos de placer sustituyeron a los dulces besos y la timidez de un principio mientras nuestros cuerpos se fundían en uno convirtiéndose esa en una noche inolvidable para ambos.

El precio de la Fama© (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora