Capitulo Veinticinco.

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-Bien señorita queda detenida por posesión ilegal de drogas - recitó el inspector mientras me colocaba las esposas tiene derecho a guardar silencio, todo lo que diga podrá ser utilizado en su contra
- ¡Pero eso no es mío!- grité con lágrimas un poco paranoica
- Claro, y yo me lo tengo que creer
- Le digo que no sé cómo ha podido llegar eso ahí.
Pero entonces recordé lo sucedido un día antes. Como Dante vino a mi casa para pedirme perdón y reconciliarse conmigo, Recordé como finalmente me dejé convencer por sus argumentos, y como justo en el momento de despedirnos él se dirigió al baño
-No puede ser - susurré
Una vez en el coche de la patrulla conseguí salir del shock y volví a la realidad.
-Disculpe - dije dirigiéndome al inspector que me detuvo quien se encontraba sentado en el asiento del copiloto y se giró para mirarme cuando llamé su atención
- Dígame
- ¿Qué es lo que me va a pasar?- dije terriblemente asustada, por suerte el inspector se compadeció de mí ya que su rostro se suavizó mucho al oír mi pregunta acompañada de mi cara de pánico.
- Bien, suponiendo que no tenga antecedentes
- No los tengo - interrumpí rápidamente - Perdón.
- Pues si no tiene antecedentes le tomaremos las huellas y luego podrá salir bajo fianza
- Y… ¿Quedaré en el sistema para el resto de mi vida?
- No tranquila. Sí no tiene ningún conflicto más, en dos años no queda en el sistema.-respondió haciendo que me tranquilizara enormemente
Una vez en comisaría el mismo inspector tomó mis huellas y me hizo algunas preguntas a modo de interrogatorio.
-Bien ahora entre usted y yo señorita Debora - comenzó - Sé que esa droga no es suya
- ¿Perdón?
- Llevo muchos años en el cuerpo y puedo reconocer a un traficante cuando lo tengo delante y usted no tiene cara ni de consumidor esporádico siquiera- dijo dejándome sin palabras.
- No sé qué decir
- Dígame de quién es esa droga
- No puedo
- Oiga, sea quien sea, no se merece que vaya a la cárcel por su culpa
- Créame que lo sé - dije con los ojos vidriosos
- Está bien tranquila mire le doy mi tarjeta - dijo entregándomela - Ahí consta mi número de móvil. Sí algún día quiere hablar de esto o tiene algún problema no dude en llamarme.
- Así lo haré inspector Lizcano - dije leyendo su nombre en la tarjeta a lo que él sonrió
- Venga, puede hacer su llamada
- Inspector antes ¿Podría pedirle un favor?
- Por supuesto
- Hábleme de tú
- Será un placer Deb, siempre y cuando tú me devuelvas el favor
- Será un placer
- Bueno y… ¿A quién vas a llamar?
- Esa es una buena pregunta- contesté pensativa. Y realmente lo era, ya que a pesar de que se trataban de unos cargos menores, porque la bolsita era pequeña, mi fianza había quedado fijada en 5000 dólares y ninguno de mis amigos disponía de ese dinero. Entonces, desesperada por salir de allí recordé la tarjeta que me había dado Dorianunas horas antes y decidí llamarle a él, aunque no tenía muy claro qué le iba a decir.

- ¿Diga?- preguntaron al otro lado del teléfono
- Hola ¿Dorian?- pregunté tímidamente
- Sí, ¿Con quién hablo?
- Soy Deb
- ¡Ah! ¡Sí, sí! ¿Ya te has decidido?
- Sí, bueno no La verdad es que tengo un problema Dorian y ahora mismo eres el único que puede ayudarme
- ¿Qué ha pasado?
Entonces le conté todo lo sucedido con la policía, la droga y mi detención, y lo comprendió todo mejor de lo esperado.
-Tranquila, tranquila, no hay problema yo pagaré tu fianza querida.
- Vaya Dorian, mil gracias qué bueno que lo has comprendido todo tan bien.
- Bueno, es que también comprendí a qué te referías esta mañana con respecto a Dante
- ¡Oh!
- Lo siento de veras Deb
- Tranquilo, ya lo tengo superado
- Eso no es verdad
- No, no es verdad, pero si lo digo en voz alta casi lo parece or cierto Dorian, ¿Podrías hacerme un último favor?
- Por supuesto, ¿De qué se trata?
- Es que aquí sólo me permiten una llamada y me gustaría que avisaras a mi compañero de piso Ferran y le cuentes lo que ha pasado.
- ¡Claro! Dime su número que yo lo llamaré

Entonces le di el número de Ferran y me despedí del él después de agradecerle todo lo hecho una vez más. Luego me condujeron a mi celda provisional en la que se encontraban un par de chicas más que a primera vista parecían prostitutas, pero que gracias a dios decidieron ignorar mi presencia, por lo que yo hice lo mismo. Realmente agradecí que esas mujeres hicieran casa o miso de mi presencia la vedad no quería que mi depravado sexual fuese una mujer y que la situación sea en un celda.

El precio de la Fama© (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora