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Esos días me había enterado de que corría un rumor, a Milo le olía la boca. ¿Quien había empezado ese rumor? Yo.
Jennifer había hablado con Cody, que le había dicho que Milo ya se había enterado. Maldije en mi interior. Espero que él no supiera que yo había sido la culpable.
Salí de casa para ir a sacar fotocopias a la papelería. Me guardé el USB en el bolsillo trasero, el dinero en el delantero e iba jugando con mis llaves. Fui a llamar al ascensor, pero estaba ocupado, estaba subiendo. Paró en mi planta, me eché un poco hacia atrás para que la persona que estaba dentro pudiera pasar. Las puertas del ascensor se abrieron dejando ver a un Milo enfadado.

-¡Hey tú! - me señalo y se dirigió hacia mi. Corrí por el pasillo de vuelta a casa. Antes de que pudiera abrir la puerta sentí los brazos de Milo alrededor de mi cintura. En un rápido movimiento estaba encima de su hombro, quedando boca abajo, mientras que él me sujetaba por la parte de atrás de mis rodillas. Grité.

- ¡Suéltame! - Escuché unas llaves y una puerta abrirse, miré hacia atrás como pude y vi como entraba en la casa de Milo. Cerró la puerta y tiró las llaves al suelo. - ¡Bájame! - volví a gritarle y a moverme para que lo hiciera.

- ¡Esto es lo que pasa cuando inventan rumores que no son ciertos sobre mi Meg! -.gritó con un tono burlón. Empezamos a avanzar por el pasillo. Intentaba agarrarme de las paredes mientras que seguía gritando que me soltara. Encendió una luz, levanté la cabeza, estábamos en el baño.

- ¿¡Que vas a hacer!? - le di con mis puños en su espalda. Me bajó dejándome de pie dentro de la bañera, con un rápido movimiento cogió la manguera y apuntó hacia mi. Grité al sentir el agua fría por mi cuerpo. Intentaba no mojarme más poniendo mis manos en frente de la manguera.
- ¡Para, por favor! ¡Esta fría! - lloriqueé. Milo paró el agua y dejó la manguera en su sitio. - ¡Eres idiota! - dije lanzando mi mano hacia delante para pegarle, pero la esquivo. - ¡¿Estás loco?!- salí de la bañera con cuidado de no resbalarme. Estaba mojada desde la cabeza a los pies. Empecé a temblar del frio.

- ¿Te gusto? - preguntó cruzándose de brazos con una sonrisa divertida en su cara.

- Vete al infierno - me puse la bien la ropa. Rió.

- Toma - dijo tendiéndome una tolla.

- ¡No quiero nada tuyo! - cogí la toalla y se la tiré. Milo me acorraló en la pared amenazantemente.

- Eso te pasa por decir cosas que NO son ciertas - escupió. - ¿Con que tengo mal aliento no? - puso su rostro a centímetros del mío.

- Quítate imbécil - lo empujé con fuerza. - Te odio - murmuré entre dientes.
Salí del cuarto de baño abrazándome a mi misma. Debido a que mis zapatos estaban mojados resbalé cayéndome de culo. Escuché una carcajada procedente de Milo. Me levanté y seguí con mi camino. Llegué a la entrada y vi las llaves de Milo tiradas en el suelo. Sonreí ampliamente y las cogí.
- ¡Adiós Meg! - lo escuché aun reír. Cerré de un portazo y sonreí con maldad mirando las llaves de Milo.
- Te juro que las dejé dentro de casa Ryan - me paré en la entrada, miré por la mirilla. Milo estaba con Ryan buscando algo por el pasillo. Pegué mi oreja en la puerta.
- ¿Estás seguro que no la dejastes en la cocina?
- No, claro que no - murmuró Milo. Sonreí, fui a por las llaves y abrí la puerta.
- ¿Que buscas? - le pregunté.

- Las llaves - se pasó su mano por el pelo, se veía frustrado.

- ¿Hace cuanto las buscas?

- Llevo toda la maldita tarde. Por cierto, bonito pijama.

- Gracias - sonreí. - Milo - el me miró. - ¿Estas son las llaves que buscabas? - dije enseñándoselas. Milo entrecerró los ojos y los abrió cuando se dio cuenta de que eran sus llaves. Fue a quitármelas pero las quité de su alcance.

- Eso te pasa por mojarme - cerré mi puerta de casa rápido, pero él lo impidió. Empujé la puerta para que no pudiera entrar, ya que el estaba empujando la puerta.
- Joder Meg- gruño Milo. Yo reí. Mis pies estaban haciendo fuerzas apoyados en el quicio de la puerta. Pero la resistencia no duró mucho, ya que Milo hizo más fuerza y terminó abriendo la puerta y yo en el suelo.

- Dámelas - cerró la puerta detrás suya.

- No - retrocedí gateando de espaldas hacia atrás.

- No te lo repito Donnelly- dijo bastante serio. Sonreí y señalé la ventana, hice la intención de tirar las llaves.

- ¡Ni se te ocurra! - gritó subiéndose encima de mi sin aplastarme. - Dámelas - se alargó para coger las llaves, pero estiré mi brazo para que no llegara mientras que lo empujaba con mis pies. - Lo haremos por las malas. - Sentí los dedos de Milo haciéndome cosquillas.
Reí.

- ¡Ah! ¡Para! - intenté zafarme de él pataleando. Milo me quitó las llaves y se las guardó en el bolsillo.- Que bruto eres - hice una mueca.

- Eso te pasa por jugar conmigo - respiré agitada.

- ¿No sales esta noche? - preguntó ayudándome a levantarme del suelo.

- Es miércoles, mañana tengo instituto - hice una mueca.

- Es cierto. - se tocó la barbilla. - Bueno, entonces no te molesto más. - Se dirigió a la salida. Antes de abrir la puerta se giró, me cogió por el mentón y me dio un beso.

- Hasta mañana señorita. - se fue mientras que yo me quedaba con cara de idiota. El timbre sonó, alargué la mano para abrir la puerta.

- ¿Si? - alcé una Ceja. Milo se pasó una mano por el pelo. - Hace unos días me llamaron de que mi moto estaba arreglada ¿Te gustaría dar una vuelta? - Sonrió de forma matadora. Me humedecí los labios.

- Emmm... claro - murmuré - Voy a vestirme.

- Te espero. - Lo dejé pasar y se dirigió al salón. Tenía que salir antes de que mi madre llegara de trabajar. Me puse unos pantalones vaqueros, mis converses negras, un camiseta blanca y una chaqueta. Me eché un poco de maquillaje y salí.
Antes de dirigirnos abajo, Milo cogió dos cascos y me dio uno de ellos.
Las puertas del ascensor se abrieron y ambos entramos, cuando se cerraron Milo me acorraló en la pared del ascensor.
Me quedé en shock y sin previo aviso unió sus labios con los míos.
Y no, esta vez no me resistí, total, siempre salía ganando él... Habrén las puertas y Milo separó sus labios de los míos.

- Vaya, ¿Interrumpo algo? - escuché la voz de mi madre. Milo se separó de mí.

- No - dije notando calor por mis mejillas. - Milo me llevaba a dar una vuelta - ambos salimos del ascensor. - ¿Puedo?
Dudó

- claro, no me la traigas tarde - dijo ahora mirando a Milo. El negó con la cabeza.- Pásenlo bien - se metió en el ascensor y nosotros salimos del portal.

- Estas roja - rió.

- Cállate - le di un pequeño golpe en su brazo.

- Es esa - dijo señalándome una BMW negra.

- Vaya, que chula - la admiré.

- Ven - me cogió de la mano y me puso en frente de él. Me puso el casco y me lo ató. - Bien - se puso el suyo y se montó. Me tendió una mano y me hizo una señal para que subiera. Cogí su mano, apoyé mi pié en un sitio de la moto. Milo con su mano me impulsó y me monté detrás de él.

Hacerte creer « Milo Manheim, Meg Donnelly » Donde viven las historias. Descúbrelo ahora