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Hoy era jueves, 5 de Marzo, y era el cumpleaños de Milo he íbamos a celebrar, ya que el viernes, no había instituto. Llevaba un vestido negro ajustado .
Me sonreí a mi misma en el espejo y salí de mi habitación. Después de despedirme, y que ellos me dieran una charla sobre que tenía que tener cuidado, vi a Milo apoyado en la pared. Salí mientras que le sonreía.

- Mmmm... Que guapa - sonrió de lado. Me sonrojé levemente.

- Tú también. ¿No tienes frío? - le pregunté.

Negó con la cabeza y me tendió su brazo. Me agarré de él, e hizo el impulso de separarse debido a que tenía las manos frías.

- Lo siento - quité mi mano. Froté mis manos para que entraran en calor y no tenerlas tan frías.

- No te preocupes - cogió mi mano - vamos.

- ¿Cómo te fue en tu examen de historia? - me preguntó cuando entramos en el ascensor.

- Bien - sonreí. - He aprobado.

- ¿Has aprobado? Felicidades! - dijo entusiasmado. Reí.
Solo se escuchaban el ruido de mis tacones por todo el garage.

-¿A donde vamos? - pregunté.

- No lo se - abrió la puerta del copiloto para que entrara, me senté, abroché mi cinturón y esperé a que él se montara.

- Bueno, eso, ¿A donde vamos? - volví a preguntarle cuando salimos del garage.

- A Seventy - respondió.

- No puedo entrar ahí, aún no soy mayor de edad.

- Conozco al portero - me sonrió.

- Oh.

El camino lo hicimos en silencio, hasta que decidí romperlo.

- ¿Por qué siempre vas a fiestas? - le pregunté. El me miró un momento y volvió a fijar su vista en la carretera.

- Creo que es una pregunta un poco estúpida - dijo.

- Creo que tienes razón - hice una mueca. -¿Quien te metió en este mundo, Milo?

- No lo conoces - empezó a aparcar en un hueco que vio.

- Me lo supongo, pero digo, ¿Como te encontró? o ¿Cómo lo encontraste?

- Cállate - murmuró mientras le daba al coche marcha atrás para meterlo bien.

- ¡YA SE! - levanté un poco la voz. Milo le dió demasiado para atrás y le dimos un pequeño golpe al coche de atrás.

- ¡ TE HE DICHO QUE TE CALLES
JODER! - me gritó.

- Que tu no sepas aparcar no es mi culpa! - bufé y salí del coche antes de que me dijera algo más. Pase por delante de su coche hacia la acera, por un pequeño hueco que había Milo le dio hacia adelante al coche y puse las manos en el capo.

- ¿Eres idiota? - dije con el corazón en un puño. El solo me miraba sonriente.
Me subí a la acera y esperé a que Milo saliera del coche.

- Ya era hora - bufé cruzada de brazos.

- Venga, vamos - empezó a caminar.

- Espera - dije intentando seguir su paso. - Llevo tacones, recuerda. - me agarré a su brazo para mantener el equilibrio.

- No sé por qué les gusta usar tacones - dijo mientras cruzábamos un paso de peatones.

- ¿Para parecer más alta? - pregunté con obviedad. - A parte, realzan mis piernas, ¿No crees? - me separé de él y posé. Milo me miró las piernas y después subió hasta mis ojos.

Hacerte creer « Milo Manheim, Meg Donnelly » Donde viven las historias. Descúbrelo ahora