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Estaba feliz, hablar con Milo me había ido de maravilla. Hoy después de ayudar a mi madre a limpiar la casa me puse a arreglarme para esta noche.

- One way or another, I'm gonna find ya, I'm gonna... - mi madre abrió la puerta.

- ¿Te tenemos que llevar nosotros? - preguntó.

- No, Paula me recoge - me eché perfume. Mi móvil sonó.

- Es ella - sonreí. Me miré por última vez en el espejo, Salí de casa, despidiéndome antes. Escuché una puerta cerrarse. Miré hacia atrás, ya que estaba parada en frente del ascensor.

- Hey – Milome saludó. Yo le sonreí.

- Hola.

- Así que, esta noche sales ¿no? – me miró de arriba a abajo.

- Sep.

- ¿Dónde vas? – metió las manos en los bolsillos de sus pantalones.

- A Lux – lo miré y el frunció el ceño.

- No puedes ir allí.

- ¿Perdón? – arqueé una ceja. – Voy a ir con las chicas.

- Te he dicho, que no puedes ir allí.

- ¿Por qué?- Él no me respondió - ¿Milo? – las puertas del ascensor se abrieron, pero las ignoré.- No puedo protegerte allí – murmuró.

- ¿Protegerme? ¿De que?

- Ese no es nuestro territorio Meg.

- Ah, espera, ¿Qué esto va por territorios? No lo entiendo, igualmente, no me pasara nada, así que... - le di de nuevo al botón para que las puertas se abrieran. Él aún no me había soltado mi muñeca, me giró cuando iba a entrar en el ascensor, haciendo que mis tacones se torcieran, se agachó y me subió encima de su hombro.- Bájame – murmuré en voz baja mientras que me agarraba de su cintura para no caerme, aunque él me llevaba agarrada de la parte de atrás de mis rodillas. Dejé de resistirme, sabiendo que no iba a ganar. Escuché las llaves meterse en la cerradura de su puerta. La puerta se abrió, entramos en casa, cerró la puerta detrás de nosotros y con llave, después la sacó y la tiró encima de una pequeña mesa que había en la entrada.Me bajó, me puse los pelos bien y lo miré con el ceño fruncido. Él sonrió de lado. Arqueé una ceja. - ¿Me estás tomando el pelo? Esta Paula abajo esperándome.

- La llamaré – sacó su teléfono.- No! – intenté quitarle su teléfono – Quiero ir, quiero salir! Hace tiempo que no lo hago Milo – me quejé mientras que lo perseguía por el salón.- Te dije que no – se puso el teléfono en la oreja.

- ¿Paula? ... Si soy Milo, Meg hoy no podrá salir. – me crucé de brazos sabiendo que por mucho que le insistiera no iba a dejarme salir. suspiré. Él siguió hablando – Si, lo siento... vale, no, ella está bien.. vale.... Adiós – colgó y me sonrió abiertamente.

- ¿Estas contento? – me senté en el sofá cruzando los brazos debajo de mi pecho.

- Mucho – se sentó a mi lado dejando su móvil en la mesa. – Por cierto, estas  muy guapa – me sonrió seductor. Lo miré rodando mis ojos.

- Lo que sea – murmuré. – Bueno, ya que me has secuestrado aquí, deberías contarme lo de los territorios – dije ahora más animada.

- Te dije que no iba a contarte nada más – se echó hacia atrás en el sofá.

- Oh vamos – refunfuñé – Eso no es justo, ¿Qué haremos entonces? ¿¡Pretendes matarme de aburrimiento?! – hice drama. El soltó una carcajada.

- No claro que no – puso su mano en su boca mientras me miraba.

- Deja de mirarme así, perverso – me levanté del sofá. Suspiré y me puse a mirar el salón.- ¿Qué pasó al final con tu familia? ¿Sigues viéndolos? – pregunté mirando las fotos que había por allí.

- ¿Quieres dejar de preguntar? – dijo molesto.

-Uhg – bufé. – Solo es una pregunta fácil de responder, a parte, me lo debes, ayer cuando te fuiste, me besastes, y no me contastes nada, e ibas a palabra por beso – me dirigí de nuevo al sofá y me senté mirándolo.

- Hoy aún no me distes ningún beso. – el apoyó su brazo derecho en el respaldo del sofá, mirándome de frente.

- Y no te daré ninguno cariño – sonreí forzosa.

- Oh, ¿estás segura? - se acercó a mi. Tragué saliva sonoramente.

- Estate quieto vaquero - puse mis manos en su pecho cuando se iba a acercar a mi.

Hacerte creer « Milo Manheim, Meg Donnelly » Donde viven las historias. Descúbrelo ahora