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No tardamos mucho en llegar a casa. Me apoyé en sus hombros y bajé de la moto dando un saltito.

- Por cierto, aun sigo esperando por qué inventaste que tengo mal aliento. - se puso a mi lado.
Me encogí de hombros.

- Me aburria - mentí.

- Si te aburres, ponte a estudiar, y deja de decir estupideces.

- Te dije que me aburria, no que estuviera loca - rodé los ojos.

- ¿Cual es el motivo? Ahora en serio - llamó al ascensor.

- No te interesa - dije sus mismas palabras. La puerta se abrió y Milo  me empujó dentro haciendo que casi me cayera.
- Me tienes harto con el "no te interesa" - escupió.

- Aaaaaaaaah - sonreí. - Estas probando de tu propia medicina. ¿Ya ves lo molesto que es? - Milo me miró mal. Ignoré su mirada y miré hacia otro lado.

- Se que soy la chica más guapa que has visto - bromeé - Pero ¿Quieres dejar de mirarme? - salimos del ascensor.

- No, no lo eres - dijo. Auch. Que cruel - Pero yo si soy el chico más guapo que has visto - sonrió. Alcé una ceja.

- Si, claro - bufé - ¿Como estas tan seguro?

- Tú me lo dijiste - metió sus manos en los bolsillos.

- ¿Yo?

- Si

- ¿Cuando? - fruncí el ceño.

- La ultima noche que saliste - empezó a andar y lo seguí - Eres muy guapo - "imitó" mi voz.

- Oh, pero estaba drogada - susurré.

- Si, claro.

- No sabia lo que decía.

- Si, si, intenta excusarte - rió.
Milo se paró en seco, lo que hizo que chocara con su espalda.

- Hola - escuché la voz de una chica.
Me asomé y vi a mi prima. Mi boca se abrió por que no estaba en mi puerta, sino en la de Milo. Él empezó a caminar.

- Hey, estas perdida - la saludé con dos besos.

- Si, algo - se encogió de hombros. - ¿No deberías de estar en clase?

- Tu lo has dicho, debería - sonreí. Saqué las llaves de mi mochila y abrí la puerta. Milo también abrió su puerta.

- Gracias Milo por traerme, adiós Helen

- De nada - me miró. Entré en casa y cerré la puerta.

- Hola cariño, ¿Que haces aquí? - dijo mi madre desde la cocina mientras hacia la comida.

- Nada, he salido antes - sonreí de lado.

- Oh, la comida estará lista dentro de un rato.

- Vale - me fuí a mi habitación y tiré la maleta a un lado. Cogí un cojín, lo puse encima de la cama y solté un grito ahogado.
Maldecí y tiré el cojín a la pared.

- ¡A COMER! - grito mi madre. Me relaje, aunque estaba enfadada, oh, claro que si. ¿Estaba celosa? Si, lo estaba. Aunque, yo también podría haberme acostado con Milo, claro que si. Solo que no queria un polvo y adiós. Mi primera vez, me gustaria que fuera con alguien especial.

- ¿Que te pasa? - preguntó mi madre.
La miré mientras comía.

- Nada - me encogí de hombros.

- Te pasa algo, ¿Que pasa? - volvió a insistirme - Cuando entrastes estabas bien.

- Pues ya no.

Hacerte creer « Milo Manheim, Meg Donnelly » Donde viven las historias. Descúbrelo ahora