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                            🌼Meg🌼

         
No habíamos ni dado dos pasos cuando la voz de una niña pequeña se escuchó.

- ¿Milo? - ambos nos giramos buscando de quien venía esa voz.

- ¿Emi? - dijo él mirando a una niña de unos 6 años.

- ¡Si! Mati es Milo! - saltó de felicidad la niña. Milo  soltó mi mano y se dirigió a la que nombró como Emi. Mill se arrodilló en el suelo y la abrazó.Después vi a un niño, de unos 3 o 4 años correr hacia él. Mill abrió sus brazos y los abrazó a los dos.

- Te hemos echado de menos - dijo la pequeña abrazada al cuello de Milo.

- Yo también - dijo besando la mejilla de los dos niños. Morí de ternura.

- ¡Emilia, Matías! - gritó un hombre. Levanté la vista y vi a un hombre dirigirse hacia ellos. Milo se levantó. - Les he dicho que no deben separarse de mi - los regaño.

- Papá, es Milo - dijo el pequeño. El hombre miró a Milo con cara de pocos amigos.

-No puedes apartarme de ellos eternamente, son mis hermanos - dijo Milo. Mi boca cayó al suelo. ¿Sus hermanos?

- Ellos no pueden tener a una basura como hermano mayor - cogió la mano de los dos niños y se giró. Milo apretaba sus puños y los dos niños miraban hacia atrás para poder ver a Milo.
No sabía si acercarme, o esperar a que se tranquilizara. Opté por la segunda opción.Me acerqué poco a poco a él.

- Milo- susurré. Cuando rocé mi mano con la suya él hizo un movimiento brusco haciendo que me sobresaltara. Empezó a caminar rápido hacia el coche.
Lo seguí casi corriendo. Cuando llegó al coche le dió una patada a la rueda.La gente se le quedaba mirando.

- Milo, Milo - intenté calmarlo.

- ¡Claro! ¿Por qué iba a ver a mis hermanos? ¡Soy una basura! ¡No soy un buen ejemplo para ellos! - desesperó.
Cogí sus brazos.

- Milo, tranquilizate por favor - lo miré a los ojos. Dejé caer mis brazos. Abrió el coche, se montó y antes de que arrancara conseguí subirme.

- Maldita sea - murmuró y le dió un golpe al volante.
Empezó a conducir rumbo a casa.
Ninguno de los dos hablaba. Miré por la ventana.Su móvil sonó. - Joder, ¿y ahora qué? - murmuró fastidiado. -¿Que quieres? - dijo enojado.... - Joder ahora no puedo....... Pues por que voy con mi chica en el coche - dijo enfadado. ¿Su chica? Mordí mi labio para no sonreir. Volví a mirarlo.- Si, podria... Joder callate Chaz, que si, que voy para allá. - se quedó callado- Estoy lejos de casa, y si tanta prisa tienes no puedo dejarla a ella en casa.... - bufó molesto. Colgó.

-¿Que pasa? - le pregunté.

- Tengo que... hacer cosas - se pasó su mano por el pelo.Paramos en un semáforo, se remangó su chaqueta negra hasta quedar un poco más abajo de sus codos, y abrió un poco la ventana.- Te quedarás... joder no lo se - suspiró frustrado. Pisó el acelerador a fondo cuando el semáforo se puso en verde. Ni siquiera veía bien los coches que pasabamos de la velocidad que llevaba. Divisé a unos cuantos kilómetros un poligono con muchos almacenes.

-Meg, voy a aparcar por aqui ¿vale? Tienes que quedarte en el coche, y por el amor de Dios, no salgas, ¿me has entendido?

- Si.

- Bien - aparcó al lado de un almacén. - Cierra el seguro cuando salga del coche, y repito, por favor, no salgas.

- Esta bien, y no, no saldré del coche - murmuré molesta y miré hacia otro lado. Milo me giró la cara para que lo mirara y me besó.

- No tardaré. - salió del coche, abrió el maletero, y después lo cerró. Lo vi irse hacia delante, hasta que se perdió en la oscuridad. Mi corazón iba a 100 por hora. Mordí mi labio nerviosa,¿Que iba a hacer? Vi pasar a una chica en la acera de en frente, o mejor dicho, correr. Era perseguida por varios chicos. Mi corazón se encogió cuando cogieron a la chica y empezaron a pegarle.Tapé mi boca con mis manos.Los chicos se fueron riendose, y cuando me aseguré de que se fueron, rompí las reglas de Milo y me bajé del coche para ir a ayudarla.Corri hacia la cera de enfrente.

- ¿Estás bien? - le pregunté. Ella no me habló. - Eh, chica - la moví un poco, vi su cara, estaba totalmente destrozada. Me acerqué a su pecho para ver si respiraba, no lo hacia.Oh dios mio. Le di la vuelta y comprobé si su corazón estaba funcionando.Si así era, aunque debilmente, recordé las clases de primeros auxilios que nos habia dado la profesora de ciencias y me puse a ello. Presioné con mis manos su pecho mientras que contaba. Uno, dos, tres. Después tapé su nariz e intenté darle oxigeno.

- Eh, tú - me di media vuelta y vi que eran los mismos chicos de antes, los que le habian pegado a aquella chica. Me levanté, vi que se dirigieron hacia a mi y empecé a correr cuando me di cuenta de que iban detrás mia. Solo escuchaba mi respiración agitada por la carrera y mis zapatos por el asfalto. Giré en una calle y vi a otro grupo de chicos, pero en ese estaba Milo, y estaba sujetando una pistola. Me quedé en shock cuando disparó a varios chicos que estaban en frente de ellos, sus cuerpos cayeron al suelo.

- Ahí está - gritaron detrás de mi. Los chicos que estaban en el grupo de Mill, se giraron y pude reconocer que eran Chaz, Cody, Ryan y Christian. Milo me miró. Me giré para ver como los otros chicos se acercaban a mi. Me cogieron del brazo, y ni siquiera hice resistencia para soltarme, aún seguía sin poder creerme lo que habia visto.

- Sueltala - escuché, me giré para ver a Milo apuntando a los dos chicos.

- ¿Tú quien eres para ordenarnos nada? - bufó uno. Milo se puso debajo de una farola para que pudieran verlo. En ese momento me soltaron.

- Largo - dijo Milo haciendo una señal con la pistola.Los chicos levantaron sus manos en son de paz y se dieron la vuelta. Esta vez Milo me cogió del brazo haciendome daño.- Te he dicho que no salieras del puto coche - gritó enfadado. No pude pronunciar ni una palabra, la imagen de Milo apretando el gatillo y los cuerpos de los chicos cayendo se reproducía una y otra vez en mi cabeza. - Maldita sea - murmuró.

-Milo.- escuché detrás nuestra.

- Después hablamos Chaz - dijo duro. Me arrastró por donde habia venido, tirandome del brazo. Antes de llegar al coche me deshice de su agarre y eché a correr hacia la carretera, necesitaba alejarme de Milo. Seguí corriendo, escuchando las pisadas de Milo justo detrás mia, no escuchaba nada, solo un molesto pitido en mi oidos y mi respiración agitada. Sentí que Milo me cogía de la cintura y empezé a gritar.

- ¡DEJAME! - grité.

- Meg tranquilizate! - me gritó. Hizo su agarre más fuerte alrededor de mi cintura mientras que yo intentaba soltarme pataleando.

Hacerte creer « Milo Manheim, Meg Donnelly » Donde viven las historias. Descúbrelo ahora