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Estrellé con gran fuerza la puerta del locker provocando un gran ruido a través de los vacíos pasillos de la escuela.

Observé con furia la puerta del locker y me di cuenta que nadie era el culpable de mis tontería, solo yo.

¿Por qué nada me sale bien?

Tal vez si me metiera en mi habitación y me quedara encerrada ahí por el resto de mi vida, todo podría salir mejor para mí y para todas esas personas que corren el riesgo de acercarse a mí.

— Ya, no te culpes por eso, fue un accidente —ahí estaba Chenle, tratando de animarme y eximirme de mi culpa.

— Tal vez si fuera menos torpe y menos inútil ella estaría en su salón y asistiría con normalidad al equipo de baile —bebí otro sorbo de mi soda y desvíe mi mirada al techo del comedor recostandome en el espaldar de mi silla.

— Te torturas mucho, se lo tenía bien merecido —la voz de Hyeri se hizo presente.

— No hables así —reclamé, ella solo le restó importancia a mi comentario tratando de defender a la única víctima aquí, Sunbin.

— Te odia —Hyerin volvió a hablar con indolencia.

— Lo sé —afirmé estrellado mi frente en la mesa delante mío y golpeandome múltiples veces la zona.

— No ayudas —Chenle acarició mi cabeza luego de intentar amonestar a Hyerin.

Es inútil Chenle, estoy embarrada en líos.

— ¡Kim! —una voz, que, casi toda la escuela lograría reconocer, me llamó.
No usó un tono muy amable así que supongo que debe ser para imponerme un gran castigo.

Me levanté inmediatamente de mi asiento y sin algún tipo de protesta caminé en dirección a la alta y delgada figura perteneciente a la subdirectora.

Me dirigió una mirada desaprobante en cuanto me detuve delante suyo, se dio media vuelta y empezó a caminar.

Supuse que debía seguirla, así que, así lo hice.

Nuestro destino era la oficina del rector.

Al entrar, aquel hombre me dirigió una mirada de cansancio.

— ¿Otra vez tú por aquí? —rasco su nuca mientras me seguía con la mirada.

Tomé asiento al otro lado de su escritorio y con la cabeza gacha asentí.

— Bien, ¿Qué voy a hacer contigo? —dio un largo suspiro y desvío su vista de mí.

Yo me reduje a jugar con mis dedos. Estaba nerviosa y asustada. Cinco visitas a este lugar en el mes no es algo bueno para mi Control Estudiantil.

— Fue un accidente.

Intenté hablar en mi defensa, pero era más que obvio que aquel tono de usé para hablar se oía más de alguien culpable que de alguien inocente.

El hombre me miró por encima de sus gafas.

— Casi la dejas inválida —sonrió de manera misteriosa.

No sabía con exactitud si se estaba burlando de mí por mi inútil forma de defenderme, o se reía porque creía que era broma ver mi cara por quinta vez en el mes.

— Yo tropecé y sin querer la empuje...

— ¡Silencio!.

No me dejó terminar de explicar.

Mis pies me fallaron, no puedo calcular bien las distancias, no las mido y nadie puede entender eso, mi cerebro no me lo permite.

— Felizmente y para tu suerte. Sunbin solo ha tenido unos rasguños. Así como eres torpe también tienes mucha suerte. Si Sunbin no hubiera caído sobre las pelotas de seguro estaría acompañando a San Pedro en este mismo instante.

ROCKROSE  ✽ Park Jisung ✽Donde viven las historias. Descúbrelo ahora