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Mi vista se fue aclarando poco a poco. Respirar se hacía difícil y mi cabeza dolía por el esfuerzo.

Cuando pude tener un claro panorama de mi alrededor, me di cuenta del lugar en el que encontraba, era la cabaña donde dormíamos.
La habitación estaba oscura. Intenté mover mis extremidades mientras recordaba como había llegado aquí, tenía ciertas lagunas, más de lo común.
Mi mano izquierda tenía una perfecta movilidad pero mi derecha ni siquiera la sentía. Me asusté. Moví más mi cabeza en busca de visualizar mi extremidad y poder comprobar que seguía allí.

Fue entonces que mi memoria empezó a mejorar y pude recordar con más claridad algunas cosas.
Yo había caído en aquel lago con la búsqueda de ese tal tesoro y el maldito becerro loco que se nos cruzó a Jisung y a mí.

Jisung.

Mi mano derecha no podía moverse porque él estaba sujetandola con fuerza, a pesar de estar dormido, no podía deshacerme de su agarre.
Mi corazón empezó a acelerarse y se hacía más complicado respirar. Sonreí inconscientemente al verlo, se veía tan adorable.

Pronto caí en cuenta que me encontraba sobre su cama. Yo tenía la parte superior de la litera y en este mismo instante estaba en la parte baja.

No había nadie más en el lugar. Sólo él, dormido al pie de la cama y yo, intentando recuperar un ritmo normal en mi respiración.

De pronto su agarre en mi mano empezó a hacerse más fuerte; me tensione inmediatamente ante tal acto.
Me asusté en cuanto de un solo golpe se levantó con los ojos bien abiertos fijandolos directamente en mí.

—¡Despertaste! —exclamó. Se aproximó más a mí y analizó mi rostro a detalle logrando ponerme muy nerviosa.

Asentí y le dirigí una leve sonrisa.
—¿Qué pasó? —pedí que me aclarara los cuantos huecos que habían en mi memoria.

Su mano no dejó de sostener la mía mientras que la otra viajo hasta mi frente y acomodó el cabello desordenado de aquella zona.

—Ese becerro endemoniado te lanzó a la laguna y... —hizo una pausa y amplió más su sonrisa—afortunadamente logré sacarte de allí a tiempo.

Definitivamente no recordaba aquello, solo la forma en la que hundía cada vez más y la desesperante sensación de no poder respirar.

—Gracias —fue lo único que logré gesticular con un bajo tono de voz.

Él negó aún con esa sonrisa en su rostro y no entendí a lo que se refería.

—Gracias a tí por... —no terminó de completar sus palabras debido a que la puerta de la habitación se abrió sin previo aviso y logrando sobre saltarnos un poco.

—Alumna Kim —exclamó una voz, la maestra que se asomaba por la puerta encendió la luz de la habitación provocando que mis ojos dolieran—¿Como se encuentra?

Asentí suavemente a sus palabras. Aún me sentía algo adormecida y me molestaba no tener imágenes claras de lo ocurrido.

—De no haber sido por el alumno Park usted habría muerto allí ahogada —sonrió y se aproximó más—Oh, cierto. Felicidades por haber encontrado el tesoro. Debido al accidente ambos tienen el resto del día libre, disfruten su recompensa.

Dirigió una última sonrisa amable y sin más, se dio media vuelta y se marchó.

Un silencio extraño de apoderó del ambiente, Jisung permanecía callado a mi costado y de cierto modo aquello se sentía incómodo.

—Me asusté —y de pronto habló rompiendo aquel silencio—, creí que te ahogarias, tuve mucho pánico de que algo malo te suceda.

Busqué su mirada rápidamente y este mantenía su cabeza gacha.
No supe que responder, no encontraba las palabras correctas. Era una tonta, lo había hecho preocupar solo por ser una descuidada. No debí correr tan cerca al borde del lago, si el becerro no me lanzaba yo resbalaria y caería, una de dos.

ROCKROSE  ✽ Park Jisung ✽Donde viven las historias. Descúbrelo ahora