Capítulo 38:

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La situación era bastante incómoda, al decir verdad. Jamás hubiera imaginado que volver a verlo iba a ser tan doloroso.

Yo me mantenía callada, ya que ninguna palabra salía por mi boca. El resto de los chicos hacían bromas, a lo que yo reía, porque no me quedaba otra, y porque sabía que esta mesa era el centro de atención de todos los malditos premios. Debía fingir.

Harry apretó mi mano debajo de la mesa y yo le dediqué una pequeña sonrisa de "Estoy bien". No lo estaba en lo absoluto.

Pero lo único que rondaba por mi cabeza es que muy adentro mío, existía una persona. Una pequeña. Un bebé. Mi hijo. Y también el de Niall. Y en mi mente se repetían una y otra vez la cantidad de "Te amo" que nos dedicamos mutuamente, y que habían quedado en el olvido tan rápidamente, por que él fingía que yo no estaba allí. No me miraba.

Con un nudo en la garganta, levanté la mirada para observarlo.

Tenerlo frente a mi, tan cerca. Había soñado con esto durante los últimos meses. Ahora era mi peor pesadilla.

Ver su sonrisa, sus ojos, su pelo desordenado y su risa. Sus mejillas naturalmente sonrojadas y su respingada nariz. Tenía unas inmensas ganas de besar sus labios, abrazarlo, y hacer de cuenta que nada había cambiado. Que él seguía queriéndome. Y que nunca me cambió.

Mi labio inferior tembló cuando Niall pasó su brazo por detrás de los hombros de Meghan y besó su frente con una gran sonrisa en su rostro.

El nudo que estaba en mi garganta se intensificó al punto que me dí cuenta que ya no podía guardarlo. Solté inmediatamente la mano de Harry para que él no se diera cuenta de que esta temblaba.

Y mi respiración se cortó completamente, cuando lo descubrí observándome. No pude mantener contacto visual con el más de dos segundos, ya que me obligué a correr la mirada para no estallar en llanto.

Tarde.

Mis ojos comenzaron a arder y no pude ocultar la expresión de tristeza en mi rostro.

-¿Donde está el baño, Zayn?- pregunté a mi amigo con la voz más firme que pude hacer, para que este no se dé cuenta de que iba a derrumbarme en cualquier momento.

-Afuera, en el pasillo de la derecha- dijo el con el ceño fruncido- Ven, te acompaño.

-No te preocupes, puedo ir sola- coloqué una mano en su hombro para tranquilizarlo y el asintió, aunque no muy convencido.

Tomé mi bolso de maquillaje y me dirigí tambaleante hacia afuera del gran salón donde se estaban presenciando los premios, tratando de pasar desapercibida.

Todo me daba vueltas y tropecé un par de veces con mi vestido de gala, ya que me costaba caminar.

Me empezó a faltar el aire, y cuando llegué al baño, me desplomé y comencé a llorar. Me senté en el piso del lujoso y vacío baño, porque sabía que en cualquier momento me desmayaría. Efectos secundarios del embarazo, supongo. O tal vez era el ataque de pánico que estaba recibiendo.

El aire me faltaba mientras las lágrimas caían por mis mejillas. No podía controlarlo. Acerqué mis rodillas para abrazarlas. Eso siempre me servía cuando tenía estos ataques. Lloré un montón. Lloré con tristeza, angustia y soledad. Porque después de todo, seguía sintiéndome sola.

Comencé a toser y coloqué las manos en mi cara para tranquilizarme. Estaa me temblaban.

Solo rogaba que nadie entrara al baño justo ahora porque moriría de la vergüenza.

Let Me Fix You (n.h)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora