Capítulo 2

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"Yo antes creía que la gente que hacía reír a los demás nunca estaba triste. Ahora me doy cuenta de que algunas personas, cuando más tristes se sienten, siguen haciendo todo lo posible por alegrar la vida a los demás." (Jimmy Liao)


El sol. Toda la vida, sus veintisiete años en este planeta, Alina siempre había sido el sol. Desde que recordaba, luminosa y cálida, sonriente e irradiando felicidad. Su Alina, aun cuando ya nunca más lo fuera. Quizá, nunca había llegado a serlo realmente. Y todo por él. Era su culpa. Su responsabilidad.

Daba igual sentirse culpable ahora. No servía de nada ni tenía propósito. Pero, qué propicio reencontrarla en ese lugar. Después de semanas en Italia, se alegraba de verla de cerca. Porque, sin duda alguna, se acercaría. No debería, pero no podía evitarlo.

Y, luego cumpliría el propósito para el que estaba ahí. Vaya, su hermano gemelo podía ser realmente escueto.

"Sabrás a quien encontrar"

Eso es todo lo que decía su mensaje. ¿Cómo se suponía que lo sabría? Ah, lo más probable era que lo reconocieran por ser gemelos. Claro. Eso tenía sentido.

Ahora. Alina.

Si tan solo no estuviera ya encaminándose hacia ella, lo pensaría mejor y huiría. Aunque, eso sería factible si mientras lo consideraba, su boca no hubiera soltado:

–Alina.

–¿Sí? –giró instantáneamente. Casi pudo sentir el roce de su largo cabello al agitarse en su dirección–. Oh, Camden Sforza.

–Hola.

–¡Hola! No sabía que estarías por aquí –esbozó una sonrisa cálida, muy propia de ella–. Es decir, sí en Italia, pero no en este lugar específico.

–¿Sabías que estaba en Italia?

–¿Hay alguien que no lo sepa aún? Las páginas de sociedad te adoran. El Sforza perdido.

–¿Así me llaman? –soltó una carcajada forzada–. Vaya. Bueno, sí, vine por la boda de Kieran.

–Era lógico que lo hicieras considerando que eres su hermano gemelo.

–Cierto –asintió. Y estaba francamente sorprendido del tono en que Alina había hecho esa aseveración. No había ni la más mínima recriminación, solo se limitaba a señalar un hecho–. ¿Estás bien?

–Por supuesto –sus cálidos ojos marrones se iluminaron con una sonrisa– aunque debo admitir que estoy un tanto agobiada.

–¿Por qué?

–¿Acaso eres de las personas que cree que planificar una boda es sencillo?

–¿Qué? ¿Estás planeando una boda?

–Claro que lo estoy –Alina lo miró como si estuviera loco–. ¿Por qué otra razón estaría aquí?

–No lo sé. Yo... –su voz fue decayendo.

Alina se casaba. Demonios, Alina se casaba. No.

–¿Camden? ¿Estás bien?

–Sí, solo necesito aire.

–Sí, comprendo. Puedes ir por ahí –señaló a un costado– es la salida más fácil y menos transitada.

–¿Cómo lo sabes? –logró preguntar sin aliento, antes de girar del todo.

Infinitamente - Segunda Parte (Sforza #7)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora