Capítulo 12

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"Era como si todos esos recuerdos hubieran estado hibernando en él, no muertos, solo dormidos, esperando, y ahora empezaran a salir de sus mil madrigueras." (Anthony Doerr)


–Y eso fue todo, Camden. No importa más, por supuesto, pero en ese entonces importó y dolió.

–Debería haber estado ahí.

–Pero no lo estuviste.

–No.

–Así que, ¿qué más da? –Alina sorbió su café–. ¿Es todo lo que querías escuchar?

–En realidad, esperaba... que me escucharas.

–¿Escucharte? –soltó una carcajada–. ¿Por qué querría hacerlo? ¿Acaso no te escuché durante años en silencio? ¿Por qué debería volver a hacerlo?

–No lo hiciste.

–Sí, lo hice. ¿No lo acabamos de hablar?

–Yo... no estaba bien, Alina.

–Evidentemente sigues sin estarlo, Camden, si crees que me importa.

–Quizá no, pero quiero creer que hay una parte de ti que... –Camden se detuvo y lo pensó mejor– siente curiosidad.

–Curiosidad.

–Sí. Quiero hablarte de esos años, Alina.

–¿Por qué? ¿Crees que cambiará algo?

–No. No sé.

–Entonces, ¿por qué?

–Porque creo que necesitas saberlo.

–¿Lo necesito? –sonrió levemente, burlona.

–Sí. Quiero que seas feliz, Alina. Y si eso significa hablarte de lo sucedido, lo haré.

–No creo que ayude pero puedes intentarlo, supongo.

–Cuando me marché... había hecho lo posible por ignorar las pesadillas. Y creí haberlo mantenido a raya, que no podrían ser peor de lo que eran, hasta que empecé a tenerlas despierto. Alucinaciones, ¿sabes? No podía distinguir lo que era la realidad y lo que no lo era... por lo menos, antes, sabía que estaba dormido y podía despertar. Luego... no. Apenas dormía. La veía por todas partes y aunque me repetía que estaba muerta, había otra parte de mí que pensaba que quizá no. Que Adrienna no había muerto y todo había sido una pesadilla. Solo que, había algo estúpido en mí, porque lo que realmente me preocupaba era que ya no la quería. Continuaba viéndola pero no la quería a mi lado, empecé a dudar siquiera que alguna vez lo hubiera hecho. Pronto comprendí que si quería que la gente pensara que estaba bien, debía controlar mis alucinaciones y pensé haberlo logrado. No fue así, afortunadamente tenía una amiga que me recomendó un terapeuta. Pensé que estaba loca, sugiriendo que asistiera a... como si yo estuviera loco. Mis amigos eran pocos, pero me habían ayudado a superar mis clases y lo estaba haciendo bien, al menos la mayor parte del tiempo. El tiempo que no veía a alguien que no estaba realmente ahí. Y no, era más, más que una presencia como lo había sido mientras estaba en Italia, para mí era real. Tanto como cualquier persona a mi lado... era real –Camden suprimió un escalofrío–. No te culpo por mirarme así, como si estuviera loco, porque creo que realmente lo estaba. Si no hubiera empezado a ir a terapia y a medicarme, no sé qué habría sido de mí. Y no fue fácil, aún no lo es. Todavía, cuando estoy bajo estrés, empiezo a ver cosas que no están ahí.

–Adrienna...

–No, ya no –Camden negó, aunque no había sido más que un susurro por parte de Alina el nombre de Adrienna–. Mis fantasmas ya no la incluyen, pero...

Infinitamente - Segunda Parte (Sforza #7)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora