"-Quizá... te enamores nuevamente de mí.
-Demonios, te amo lo suficiente. ¿Qué quieres hacer? ¿Arruinarme?
-Sí. Quiero arruinarte.
-Bien. Eso es lo que también quiero yo." (Ernest Hemingway)
La mañana transcurrió con relativa normalidad. Bueno, si es que se podía calificar como normal escuchar a su generalmente calmada madre, que disfrutaba más con un libro en sus manos que con una fiesta a la vista, trajinar por toda la casa buscando... ¿qué había dicho?
-¡Camden! ¿Cómo pudiste perderlos? -inquirió, asomando su cabeza una vez más por el resquicio de la puerta. Él suspiró-: ¡No hagas eso!
-¿Qué estoy haciendo, mamá? -se encogió de hombros y medio sonrió, divertido-: por cierto, ¿qué buscabas?
-¡Los aros de la boda! ¿Cómo...?
-¿Los de los novios? -arqueó una ceja-. ¿Esos? -señaló hacia su mesa de noche.
-¡Oh, ahí estaban! ¿Por qué no me lo dijiste?
-Pero, madre, yo...
-No, sin excusas -Stella miró al techo-. ¿Por qué debes ser difícil en este día?
-¿Difícil?
-La primera boda de uno de mis hijos y tú... -elevó sus manos en el aire, desesperada-. ¿Por qué no te has vestido?
-¿Has visto la hora, madre? -señaló, cruzando sus brazos.
-¡No, pero eso no es importante!
-Sí, lo es, cuando faltan tres horas para...
-¡¿Tres horas?! ¿Solo tres horas? ¡Cayden! ¿Dónde estás, Cayden? -Stella desapareció mientras llamaba a su esposo por el pasillo.
-Puedes salir -habló Camden y la puerta del vestidor se abrió-. ¿Por qué huyes de mamá?
-Esto de la boda la ha cambiado. No era tan complicado hasta hace unos días y...
-Padre, es normal. Está emocionada. Es la boda de uno de sus hijos. Quizá sea el único que se case.
-¿Tú crees? -preguntó Cayden, con un indicio de esperanza en su voz-. No, seguro que mi adorada Sienna tarde o temprano lo hará también.
-Seguro -puso en blanco los ojos-. Quisiera conocer a quien sea capaz de tomar ese riesgo -simuló un escalofrío.
-Adoras a tu hermana -apuntó, con seguridad.
-Sí, pero eso no significa que quisiera alguien como ella a mi lado, a todas horas, por siempre.
-Siempre -Cayden curvó la comisura de sus labios-. Eso suena como mucho tiempo, ¿no?
-Demasiado.
-E imposible. Nada dura para siempre, hijo. Por eso, hay que aprovechar el tiempo y ser feliz mientras se puede serlo.
-¿Y si no puedes?
-Siempre se puede. Quizá no lo estás intentando lo suficiente.
-Eso suena muy típico de Cayden Sforza -exclamó una voz femenina desde el umbral-. Aquí estabas, Cayden.
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Infinitamente - Segunda Parte (Sforza #7)
Romance¿Qué sucede después de que una decisión unilateral e irrevocable de otra persona cambió tu vida para siempre? Camden Sforza está a punto de descubrirlo. Regresa a Italia, por un acontecimiento excepcionalmente alegre, del que no tiene más opción que...