Capítulo 9

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"-Quizá... te enamores nuevamente de mí.

-Demonios, te amo lo suficiente. ¿Qué quieres hacer? ¿Arruinarme?

-Sí. Quiero arruinarte.

-Bien. Eso es lo que también quiero yo." (Ernest Hemingway)



La mañana transcurrió con relativa normalidad. Bueno, si es que se podía calificar como normal escuchar a su generalmente calmada madre, que disfrutaba más con un libro en sus manos que con una fiesta a la vista, trajinar por toda la casa buscando... ¿qué había dicho?

-¡Camden! ¿Cómo pudiste perderlos? -inquirió, asomando su cabeza una vez más por el resquicio de la puerta. Él suspiró-: ¡No hagas eso!

-¿Qué estoy haciendo, mamá? -se encogió de hombros y medio sonrió, divertido-: por cierto, ¿qué buscabas?

-¡Los aros de la boda! ¿Cómo...?

-¿Los de los novios? -arqueó una ceja-. ¿Esos? -señaló hacia su mesa de noche.

-¡Oh, ahí estaban! ¿Por qué no me lo dijiste?

-Pero, madre, yo...

-No, sin excusas -Stella miró al techo-. ¿Por qué debes ser difícil en este día?

-¿Difícil?

-La primera boda de uno de mis hijos y tú... -elevó sus manos en el aire, desesperada-. ¿Por qué no te has vestido?

-¿Has visto la hora, madre? -señaló, cruzando sus brazos.

-¡No, pero eso no es importante!

-Sí, lo es, cuando faltan tres horas para...

-¡¿Tres horas?! ¿Solo tres horas? ¡Cayden! ¿Dónde estás, Cayden? -Stella desapareció mientras llamaba a su esposo por el pasillo.

-Puedes salir -habló Camden y la puerta del vestidor se abrió-. ¿Por qué huyes de mamá?

-Esto de la boda la ha cambiado. No era tan complicado hasta hace unos días y...

-Padre, es normal. Está emocionada. Es la boda de uno de sus hijos. Quizá sea el único que se case.

-¿Tú crees? -preguntó Cayden, con un indicio de esperanza en su voz-. No, seguro que mi adorada Sienna tarde o temprano lo hará también.

-Seguro -puso en blanco los ojos-. Quisiera conocer a quien sea capaz de tomar ese riesgo -simuló un escalofrío.

-Adoras a tu hermana -apuntó, con seguridad.

-Sí, pero eso no significa que quisiera alguien como ella a mi lado, a todas horas, por siempre.

-Siempre -Cayden curvó la comisura de sus labios-. Eso suena como mucho tiempo, ¿no?

-Demasiado.

-E imposible. Nada dura para siempre, hijo. Por eso, hay que aprovechar el tiempo y ser feliz mientras se puede serlo.

-¿Y si no puedes?

-Siempre se puede. Quizá no lo estás intentando lo suficiente.

-Eso suena muy típico de Cayden Sforza -exclamó una voz femenina desde el umbral-. Aquí estabas, Cayden.

Infinitamente - Segunda Parte (Sforza #7)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora