— ¿Cómo ha sido esta vez?
Lena se puso tensa al oír su voz y apartó los ojos del cuerpo inerte tendido sobre la cama el tiempo justo para mirarla. Alura, su mejor amiga, su confidente, su hermana en todos los sentidos menos en el de la sangre, estaba en el umbral, pero ni siquiera su presencia le sirvió para refrenar su ira.
—Se ha ahogado —dijo volviéndose hacia el cadáver—. La encontré flotando en el río esta mañana, temprano.
No oyó a Alura acercarse a ella, pero sintió su mano sobre su hombro.
— ¿Y seguimos sin saber…?
—Sí —su voz sonó más brusca de lo que pretendía y se obligó a suavizarla
—. No hay testigos, ni pisadas, ni ningún rastro que indique que no saltó al río por propia voluntad.
—Puede que así fuera —dijo Alura
—. Quizá se apoderó de ella el pánico. O puede que fuera un accidente.
—O puede que haya sido alguien — se apartó y comenzó a pasearse por la habitación, intentando alejarse del cuerpo todo lo posible—. Once chicas en ochenta años. No me digas que es un accidente.
Alura suspiró y acarició la blanca mejilla de la chica con la yema de los dedos.
—Estuvimos muy cerca con esta, ¿verdad que sí?
—Eve —replicó Lena—. Se llamaba Eve y tenía veintitrés años. Y ahora, por mi culpa, no cumplirá los veinticuatro.
—No los habría cumplido si hubiera sido la elegida.
La furia se agitó dentro de ella y amenazó con desbordarse. Pero cuando miró a Alura y vio su mirada compasiva, su cólera se disipó.
—Debería haber pasado la prueba —dijo con voz crispada—Debería haber vivido. Yo pensaba…
—Todos lo pensábamos.
Se dejó caer en una silla y ella se acercó enseguida y frotó su espalda con gesto maternal, tal y como ella esperaba. Lena metió los dedos entre su cabello oscuro y se encorvó, abrumada por el peso de la culpa. ¿Cuántas veces más tendría que pasar por aquello antes de que le liberaran por fin?
—Todavía hay tiempo.
El optimismo de Alura le produjo una punzada más dolorosa que todo lo sucedido esa mañana.
—Todavía quedan décadas…
—Me rindo.
Su voz resonó en la sala. A su lado, Alura comenzó a respirar agitadamente. Tardó unos segundos en responder, y entre tanto Lena pensó en retirar lo que había dicho, en prometerle que volvería a intentarlo. Pero no pudo. Ya habían muerto demasiadas.
—Lena, por favor —susurró ella
—Quedan veinte años. No puedes rendirte.
—No servirá de nada.
Se arrodilló delante de ella, le hizo apartar las manos de la cara y lo obligó a mirarla y a ver su miedo.
—Me prometiste un siglo y vas a cumplirlo, ¿entendido?
—No voy a permitir que muera otra por mi culpa.
—Y yo no voy a permitir que te consumas así. No, si puedo hacer algo por evitarlo.
Ella arrugó el ceño.
—¿Y qué vas a hacer? ¿Buscar otra chica que esté dispuesta? ¿Traer una candidata cada año hasta que una apruebe? ¿Hasta que alguna supere las Navidades?
—Si es preciso, sí —entornó los ojos con una expresión que irradiaba determinación—. Pero hay otra alternativa.
Lena desvió la mirada.
—Ya te he dicho que no. No vamos a volver a hablar de eso.
—Y yo no voy a permitir que te rindas sin luchar —afirmó ella—. Nadie podrá reemplazarte por más que diga el consejo, y te quiero demasiado para permitir que te des por vencida. No me dejas otra elección.
—No serás capaz.
Alura se quedó callada.
Lena apartó la silla, se levantó y desasió su mano de la de ella.
— ¿Le harías eso a una hija? ¿Traerla a este mundo para meterla en esto? —Señaló el cadáver tendido sobre la cama—. ¿Lo harías?
—Si es para salvarte, sí, lo haría.
—Podría morir, ¿es que no lo entiendes?
Sus ojos centellearon y se irguió para mirarla.
—Lo que entiendo es que, si ella no lo hace, te perderé.
Lena se apartó de ella, intentando calmarse.
—No perderías gran cosa.
Alura la obligó a girarse para mirarla.
—¡No! —le espetó—. ¡No te atrevas a rendirte!
Ella parpadeó, sorprendida por la vehemencia de su voz. Cuando abrió la boca para contestar, Alura la detuvo antes de que pudiera decir nada.
—Ella tendrá una oportunidad, lo sabes tan bien como yo, pero pase lo que pase no acabará así, te doy mi palabra —señaló el cadáver—. Será joven, pero no será una necia.
Lena tardó un momento en encontrar una respuesta y, cuando por fin contestó, lo hizo a sabiendas de que se estaba aferrando a una falsa ilusión:
—El consejo no lo permitirá.
—Ya se lo he preguntado. Como queda dentro del plazo, han dado su consentimiento.
Lena apretó los dientes.
—¿Se lo has preguntado sin consultarme primero?
—Sí, porque sabía lo que ibas a decir —repuso ella—. No puedo perderte. No podemos perderte. Eres lo único que tenemos y sin ti… Por favor, Lena, déjame intentarlo.
Cerró los ojos. Si el consejo había dado su autorización, no le quedaba otro remedio. Intentó imaginar cómo sería la chica, pero cada vez que en su cabeza comenzaba a formarse una imagen, se interponía el recuerdo de otra cara.
—No podría quererla.
—No haría falta. —Alura le dio un beso en la mejilla—. Pero creo que, de todos modos, la querrás.
—¿Y eso por qué?
—Porque te conozco, y porque sé los errores que he cometido. Y no se repetirán.
Ella suspiró, su determinación se desmoronó mientras Alura la miraba fijamente, suplicándole en silencio. Solo quedaban veinte años. Podía aguantar hasta entonces, si con ello conseguía no hacerle más daño del que ya le había hecho. Y esta vez, pensó lanzando una mirada al cadáver, ella tampoco repetiría sus errores.
—Te echaré de menos mientras estés fuera —dijo, y Alura dejó caer los hombros, aliviada—. Pero esta será la última. Si fracasa, me rindo.
—Está bien —contestó ella apretando su mano—. Gracias, Lena.
Asintió con un gesto y Alura se alejó con intención de salir, pero al acercarse a la puerta ella también miró hacia la cama y Lena se prometió que aquello no volvería a ocurrir. Costara lo que costase, superara la prueba o fracasara, aquella viviría.
—No es culpa tuya —dijo sin poder evitarlo—. Lo que ha pasado… Yo lo he permitido. La culpa no es tuya.
Ella se detuvo en el vano de la puerta y le dedicó una sonrisa melancólica.
—Sí que lo es.
Antes de que ella pudiera decir algo más, se marchó.
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Aprendiz de Diosa (1ra Parte)
Mystery / ThrillerKara Danvers es una jovencita que vive junto a su madre en Metrópolis, pero pronto su madre cae enferma, por lo que deciden irse a Midvale. En este lugar Kara encontrará muchos misterios y con ellos a la persona que le devolverá la felicidad, sólo q...