"Si tanto quieres ser un héroe, hay una forma rápida. ¡Confía en que te reencarnarás con un Don y salta desde la azotea!" Las palabras que Bakugou había dicho resonaban una y otra vez en la cabeza de Izuku, quien daba pequeños pasos delimitando el arimez del techo. Un sólo paso y todo acabaría, era todo lo que necesitaba.
Suspiró. Desde donde se encontraba podía ver su cuaderno flotando en un pequeño estanque artificial. Unos pececillos habían empezado a picar las orillas.
-Eso no es comida, idiotas.- Susurró. Siguió viendo su cuaderno sin moverse hasta que un chico con capucha se acercó al estanque, tomando el cuaderno tan sólo con sus dedos índice y pulgar. "¿Tanto asco te da? Imbécil" Pensó mientras volteaba hacia el otro lado y seguía dando pequeños pasitos. No quería ver a alguien más despreciando lo que le importaba.
Pasados unos minutos no pudo evitar mirar hacia el pequeño estanque, notando que ni el chico ni el cuaderno estaban... El chico se había llevado su cuaderno... No es que importara, pero un pequeño atisbo de curiosidad vibró por el cuerpo de Izuku que inmediatamente acalló dentro de él. Ya no importaba.
Miró hacia la puerta de la azotea, dándole la espalda al borde.
-Ojalá se pudran en el infierno todos.- Susurró sin inmutarse.- Especialmente tú, Kacchan.- Alzó los brazos a los lados, estirados a la altura de sus hombros y cerró los ojos, sintiendo como éstos se humedecían y dejaban salir pequeñas lágrimas que se escurrían por sus mejillas. Finalmente dejó caer su peso y sintió como el suelo desaparecía.- Lo siento.- Sollozó.
Un ruido sordo, seguido de un dolor insoportable y finalmente negro.
Ese sería el final.
Se había acabado.
Adiós.
O eso creía.
———
Abrió los ojos lentamente, desorientado. Su visión estaba borrosa y no podía enfocar nada. Respiró, consiente del dolor que esto causaba. Cada centímetro de su cuerpo gritaba suplicando que parara. Intentó hablar pero de sus labios no salió mas que un leve gemido. Podía escuchar voces pero no lograba entender lo que decían. Un llanto de mujer empezó a sonar, ¿esa era su madre?
Quería pedirle disculpas, pero su mundo se volvió negro una vez más.
Cuando despertó el dolor había aumentado más de lo que creía humanamente posible, volviendo imposible mantener su estado de somnolencia y abriendo los ojos, sintiendo cómo se llenaban de lágrimas.
-Buenos días, florecita.- Dijo una voz a su lado, soltando una espeluznante risa.- Parece que ya despertaste. Siento lo de la anestesia, quería hablar contigo y no soy muy paciente.- Finalmente sus ojos lograron enfocar y voltearon hacia donde venía la voz. Un chico pálido de cabello celeste lo miraba con una sonrisa macabra, haciendo que se acentuaran las profundas heridas que tenía en sus labios.
-¿Puedes decirnos tu nombre?- Un hombre envuelto en niebla al cual no había visto hasta el momento caminó de detrás del chico, acercándose a la cama.- ¿Cómo te llamas?- Insistió.
-Mi... Midoriya. Midoriya Izuku.- Su voz sonaba ronca y forzada.
-Bien.- Dijo el hombre, seguido de unas cuantas preguntas clásicas que se hacían después de traumatismos en la cabeza. Izuku respondió a todas, intentando inútilmente luchar contra el dolor que estaba aún apoderado de su cuerpo.- Parece ser que su cerebro está bien, Shigaraki Tomura.- Volteó al chico de cabello celeste.

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Deku
Hayran Kurgu"Si tanto quieres ser un héroe, hay una forma rápida. ¡Confía en que te reencarnarás con un Don y salta desde la azotea!" Las palabras que Bakugou había dicho resonaban una y otra vez en la cabeza de Izuku, quien daba pequeños pasos delimitando el a...