Carta de Martha Mannings

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-(especial parte 2)-

Lille, Francia a 19 de septiembre de 1781.

Estimado John,

Espero con todos mis deseos y esperanzas que te encuentres bien. Alguien me ha informado de tu labor en la batalla de Yorktown, solo puedo felicitarte por luchar y aferrarte a tus objetivos por sobre todas las cosas.

Mi propósito para escribirte es lamentable, y quizá sólo sea un inconveniente para ti; Probablemente tenga los días contados a partir de ahora.

Recuerdo perfectamente cuando te conocí, tus cabellos rizados invadiendo tu rostro y tu sonrisa que jamás desaparecía de tu rostro, aunque solo fuera cuando la gente podía verte. Recuerdo los días en los que solíamos comer juntos mientras charlábamos sobre los días que pasaban, el brillo de tus ojos cuando podías dibujar y explicar a la naturaleza con tanta delicadeza, tu pasión por la justicia y libertad que siempre salía a la luz a pesar de tu naturaleza respetuosa. Tu recuerdo jamás se desvanecerá de mi mente.

Te agradezco por ser mi confidente por todos los años en los que te quedaste en nuestro hogar, gracias por haber confiado en mi de igual manera.

Se lo adolorido que estabas después de tus debates con Francis, se que te sentías solo en ese momento. Trate de apoyarte con lo que mi persona me permitía, aunque sea doloroso admitirlo, se que nuestro encuentro fue puramente impulsado por el despecho que salía de tu corazón.

En vida te ame, quizá fui demasiado ingenua como para dejar que mis sentimientos crecieran de esa forma, pero la honestidad es todo lo que me queda, Te ame de forma sincera y absoluta, y siempre busque tu felicidad sobre todo, por eso se que no eres capaz de corresponder a esto, y jamás te forzaría a hacerlo.

A día de hoy, sigo amándote por todos los buenos momentos que fuiste capaz de otorgarme. Pero nuestro vínculo quizá es mucho más profundo de lo que a ambos nos gustaría.

Se que nuestro encuentro fue una acción de despecho, y la maravilla de nosotros los seres humanos radica en que incluso de actos que no involucran nada más que negatividad se puede crear algo tan hermoso como es la vida.

Regresaste a América poco después de que me enterará, jamás tuve tiempo de decírtelo. Nuestra hija nació en Enero de 1777, su nacimiento me brindó la mayor alegría que jamás haya podido experimentar. Su nombre es Frances Eleanor, decidí que llevaría el nombre de tu madre, se la falta que te hace.

Mantuve en secreto tu identidad, tomé la decisión de ocultar que eras el padre legítimo de Frances. Jamás haría algo para dañarte, decidí proteger tu orgullo hasta que pudiéramos hablar en privado.
Incluso tuve el privilegio de conocer a tus hermanas en tu ausencia.

Mis días estaban completos al lado de nuestra hija, sus ojos me recuerdan completamente a tu rostro. Poco después de que cumpliera cuatro años fui diagnosticada con una enfermedad que los doctores no eran capaces de identificar; sabía que quizá mi vida estaría llegando a su final.

Después de la partida de tus hermanas, decidí que haría un último intento para volver a verte, una última oportunidad para apreciar tu rostro y poder contarte acerca de Frances.

El camino a Francia fue bastante complicado, lamentablemente mi último intento por verte resultó fallido.

Mientras escribo esta carta puedo sentir a mi cuerpo rindiéndose poco a poco. Quizá durante toda mi vida cometí demasiados errores, quizá me arrepiento de algunos de ellos.

Pero te aseguró John, lo que tú y yo pasamos jamás lo consideraré un error.

Se perfectamente que tú y yo no estábamos ni estaríamos destinados a estar juntos, sin embargo mi amor hacia ti sigue siendo profundo y efervescente, se que no compartes lo mismo que yo pero aún así te agradezco por haberme dado a nuestra hija, gracias por haberme dado los mejores años de mi vida.

En caso de que esta carta te sea entregada significará que mi corazón ya habrá dejado de latir y mi tiempo de vida se habrá acabado.

Por los maravillosos momentos que compartimos juntos, te imploro con todo lo que mi alma es capaz de dar; Cuida de Frances, cuida de nuestra hija.

Debido a mi partida, eres el último lazo que le queda en este mundo, te suplico que no le des la espalda ahora que necesita de ti.

Se que esta situación te resultará bastante irreal, enserio ruego porque lo sea. Pero la verdad es que quizá el destino prefirió esta situación para ambos, sus razones siguen siendo un misterio para mí.

Solo me queda despedirme de ti, a donde quiera que vaya jamás dejaré de agradecerte y amarte por todo lo que me diste mientras mi consciencia prevalecía. Gracias por todo querido John, estoy segura que nuestra pequeña hija será capaz de iluminar tu camino de ahora en adelante.

Mi amor por los dos, es y será eterno. Jamás lo olviden.

Por siempre y para siempre,
Martha Mannings.

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