Angelica llegó finalmente a su recámara.Tantas cosas habían pasado en una misma noche, hasta podría considerarla una de las más importantes de su vida.
Su alcoba estaba perfecta, tal y cómo la había dejado.
Su casa seguía en silencio, aunque sospechaba que no se mantendría así por mucho tiempo.
Había tantas cosas que hacer, como escribir sus cartas, hablar con su padre, contarle a su diario todo lo que le sucedió.
Y en ese momento solo quería dormir, profundamente.
No se preocupó siquiera por desvestirse. Se tiró a su cama y abrazó la almohada más cercana.
En algún momento llegaría alguien a despertarla, podría ser Margarita, sus padres o tal vez el personal.
Así que al darse cuenta de su situación, dejó que su mente hiciera su trabajo.
Ya no había vuelta atrás.
Después de ese incidente, su reputación no se recuperaría. La gente empezaría a esparcirlo y en cuestión de semanas, todos estarían enterados de lo sucedido.
Angelica no podía equivocarse, no podía hacerlo. Jamás lo había hecho y estaba segura de que esta vez no sería la excepción.
Lo triste de no equivocarse jamás, es que no siempre es gratificante.
Lo había comprobado con Hamilton.
No, se había prometido por ella y por su hermana, no podía pensar en él de nuevo. Tenía que forzarlo fuera de su mente.
No podía evitar hacerlo, corregiría su mal hábito.
Pero tenía que hacer la comparación de una vez por todas.
Alexander Hamilton, y John Laurens.
No tenía mucho que hacer para saber porque Alexander la había afectado tanto. Un encuentro magistral que solo sucedía una vez en la vida.
Pero como todas las cosas buenas, fugaz.
La había roto, pero quizá valió para ganar experiencia y nunca cometer el mismo error.
Luego, hasta hace solo un día, apareció John Laurens.
Un chico de sonrisa brillante pero tímida, contradictorio e interesante. Con él no existió ninguna conexión mágica, tampoco hubo una revelación extraordinaria. Solo una observación.
John no parecía ser un genio, y era una persona que se adaptaba fácilmente.
No parecía ser excepcional.
John también era un rebelde con profesión arriesgada que en ocasiones parecía dejarse ir, resaltando como vestimentas claras en un funeral.
No es como que diera un gran ejemplo.
John también era un aficionado al arte. Tenía morales excepcionales. Era respetuoso, un buen oyente.
No es como que fuera una presencia negativa.
John Laurens no se quedaría en su mente, no sería alguien perfecto para ella y tampoco la haría perder su sano juicio.
Y eso era algo excepcionalmente bueno.
John Laurens no la haría suspirar con su presencia, así que tampoco podía lastimarla. Estaba solo, así que no tendría que preocuparse por entrometerse. El también necesitaba ayuda, así que ella estaría dispuesta a ayudarle.
Laurens nunca sería Hamilton, ni siquiera podía aspirar a parecerse un poco.
Y eso era su mayor virtud ante los ojos de Angelica.
ESTÁS LEYENDO
Friendship
FanfictionJohn Laurens es un soldado que sobrevivió a la guerra de independencia, destruyendo su aspiración principal de morir con un propósito entre las manos, y resultándose a una penosa continuación. No tiene demasiado en común con Angelica Schuyler; una f...