Capítulo 8

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Capítulo 8




Martha estaba completamente extrañada, no había visto a su hermano mayor hace más de doce horas. Su padre había llegado sin él.

No era algo realmente raro, después de todo siempre fue un aventurero por naturaleza.

La preocupación que invadía la mente de Martha era el estado de su hermano.

¿Algo lo habría hecho cambiar de opinión?

Enserio tendría que acudir a su padre para conseguir las respuestas que tanto necesitaba.

Martha se levantó de la cama, abrió la cortina que bloqueaba la brillante luz matutina.

Al hacerlo se dio cuenta que había pasado demasiado tiempo desde la última vez que toda su familia se encontraba junta —a excepción de su madre—.

El día se encontraba medianamente nublado, aunque definitivamente más agradable que las constantes lluvias en Inglaterra o el tremendo calor de Carolina del Sur.

Caminando un poco por ese piso de madera que rechinaba silenciosamente, se acercó a la cama donde su hermana menor dormía.

Mary se veía increíblemente inocente mientras dormía, el tipo de inocencia que la llevaba a ser una persona curiosa pero insegura. La inocencia que inmediatamente ponía una sonrisa sobre el rostro de Martha.

La joven Laurens también se preguntaba qué sería de la vida de su hermana pequeña ahora que la guerra había terminado.

Su padre y hermano mayor se habían desvanecido por tanto tiempo que aún le parecía tan inusual verlos en su hogar.

Recordaba como sus hermanos y ella se sentaban en los jardines franceses durante el verano para pasar el tiempo.

Harry usualmente se sentaba cerca de las flores y seguido recogía las más atractivas y bonitas para adornar el pelo de sus hermanas... Aunque Martha siempre lo reprimiera por sus acciones.

La pequeña Mary preguntaba constantemente sobre el rostro y presencia desconocida de su padre.

Aunque Martha trataba lo mejor de sí misma para dar una explicación detallada, la verdad era que poco a poco la imagen de su padre se desvanecía de su memoria, y eso le aterraba.

Realmente sintió que le habían quitado el mayor peso de encima cuando le informaron sobre el fin de la guerra. Al fin su familia estaría completa de nuevo.

El viaje fue realmente aterrador al principio, habían pasado años desde la última vez que puso pie en el territorio americano.

Llegar a su hogar de Nueva York fue aún más difícil.

En esa casa donde había existido el sentido de la naturaleza y la felicidad, ahora solo quedaba un ambiente roto.

Completamente roto, más no destruido. Martha siempre había repudiado esa palabra, destruido significaba que ya no había vuelta atrás, completamente irreparable.

Pero ella aún creía en la posibilidad de reparar a su familia. Crear y recuperar lo que al parecer su madre se llevó a la tumba consigo.

Martha se dio el gusto de regalarse una sonrisa.

Enseguida llamó al personal que le ayudaría a ensamblar su pesado vestido caro. Su primer compra en América.

Una vez que quedó lista para continuar con su día usual, trató de bajar en silencio para no despertar a su padre que aún continuaba durmiendo.

Su acción resultó fallida, pues enseguida escuchó las características pisadas fuertes de Harry hacerse pasó por la casa.

Claro que iba a reprimirle fuertemente por su comportamiento, pero algo en ella decía que primero tenía que abrazarle.

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