Capitulo 4 (1)

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Catherine Saint Albany a 27 de octubre.

Mi querido, John

Trataré de cumplir tus deseos, Angelica se encuentra en la ciudad. Ya le he hablado un poco de ti, espero ayudarte amigo mío. Te deseo la mejor de las suertes.

Han pasado unos cuantos días desde que visitaste nuestro modesto hogar, te agradezco mucho tu visita... no se como lidiaría con cualquier tipo de daño afectándote, tu presencia y compañía de verdad me hacen bastante falta. Espero verte con ansias.

Nuestra situación me recordó a aquel momento que fue una pesadilla para ambos, cuando tomaron tu libertad momentáneamente y yo no pude sentirme más solo. Recuerdo perfectamente esperar cada carta que me escribías, algunas veces pensaba que sería la última. Nunca he estado más desesperado en mi vida, El día que tu padre envío la carta...honestamente esperaba lo peor, no se cómo sería mi vida si te perdiera. Ni si quiera se si podría si soportarlo.

Se que mis palabras no son suficientes para describir lo mucho que me importas o la importancia que tienes en mi vida. Se que ya te lo he dicho pero no formalmente:

John Laurens, La Sra. Hamilton y yo deseamos compartir un pedazo de nuestras vidas contigo para reforzar la increíble confianza que ya te tenemos. Queríamos pedirte el honor de ser el padrino religioso de nuestro pequeño Philip. La ceremonia religiosa se llevará acabó el 10 de noviembre, será en la iglesia local. Gracias por demostrarnos tu maravillosa amistad y esperemos que tu y nuestro hijo compartan una relación aún más especial.

Esa es la formalidad que te mereces John, espero tu respuesta para acelerar este proceso. Tengo mucho que compartir contigo, mi esposa y su familia irán de compras a la plaza, toma esto como una invitación pues te estaré esperando para ayudarte y brindarte mi apoyo como lo prometí. Espero verte cerca del bar local al rededor de las tres de la tarde.

Siempre Tuyo,

Alexander Hamilton.
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John terminó de leer la carta, había llegado como un extra a su caja de correspondencia. No había leído todo, eran al menos 100 páginas de correspondencia y algunos extractos de libros. Alexander era realmente apasionado a la hora de escribir.

Apenas había podido leer 25 páginas de la caja de correspondencia y se sentía exhausto, ya eran pasada la medianoche y no había dormido en un par de días desde que había llegado a Nueva York. Hacia sus esfuerzos para disimular que estaba en constante dolor, pero ya su padre lo había notado.

Arrojo todo de nuevo a la caja y la acomodo en un lugar del cuarto, era pequeño pues había sido uno de visitas cuando John era muy pequeño, el papel tapiz era color blanco y plateado para complementar el pequeño candelabro que colgaba del techo; sin embargo no había muchos muebles más que la cama individual en la que dormía el soldado.

John Laurens estaba exhausto, tenía que descansar y su mente se lo estaba pidiendo. Poco a poco el cansancio se empezaba a adueñar de el y las consecuencias se hacían más obvias y las cartas de su querido Alexander lo estaban adormeciendo y no porque fueran aburridas, al contrario. John encontraba calmante el esfuerzo que Alexander ponía a cada carta, parecía que sólo Alexander era capaz de emitir sus emociones de una manera que cautivaba a John con cada palabra.

¿Por qué tenías que hacerlo tan difícil? Pensaba John, si con cada carta que le escribía lo cautivaba aún más...

John tenía demasiado que pensar. la guerra había terminado, pero la parte difícil aún no comenzaba. Su solución para distraerse de sus pensamientos fue tratar de conciliar el sueño hasta que un ruido lo despertó...era su padre.

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