Capítulo 10: "Segundo encuentro"

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Akure se dirigió al casillero de Notaru y se hizo con las antiguas pertenencias de ella, antes de irse a su casa. Entre las cosas que se hallaban allí, se encontraban el bolso se lado se Notaru, un anillo y una caja –de la cual Akure no sabía su existencia.

Al llegar a su casa, Akure notó la gran soledad que se pronunciaba en su hogar. La casa se sentía fría, vacía, sin vida; sin vida. En efecto, así era Notaru: amor. Era respetuosa y cariñosa; su presencia daba calor y cariño a todo aquel entorno al que llegase. Ahora no estaba y la sombría soledad atacaba imparable a su mente. Akure se sentó en su cama y sollozó hasta no aguantar el llanto y llorar de dolor e impotencia. Sus lágrimas inundaron a sus propios pensamientos y sollozando pensaba en Notaru. Abrió la caja y en ella se hallaban 2 cartas. Una dirigida a él y la otra sin dedicatoria.

Entre llanto tomó su carta y empezó su lectura:

"Querido Onii-chan,

Si lees esta carta es porque estoy muerta o hay algo mal y me pasó algo. Esta carta la he escrito para darte mi último deseo. Quisiera que ésta guerra acabe, Onii-chan; empezamos juntos en la búsqueda de la paz, ahora no estoy yo, y tú debes continuarlo. Te ruego que acabes lo que empezamos y pongas fin a esta guerra. Cuento contigo; con amor, Notaru, tu Onee-chan".

Los deseos más grandes de Notaru se hallaban perfectamente explícitos en aquella epístola. Sin dudarlo, Akure tomó el teléfono y llamó a Kotetzu.

-¿Hola, Nigori-sensei? Prepare el viaje. Vamos a Las Sombras.

Cuando el sol despuntó en el horizonte y sus primeros rayos iluminaron el rostro de Akure, su sueño terminó y se levantó aún sin abrir sus ojos. Reviviendo en su mente los recuerdos de sus últimos momentos junto a Notaru, se prensaban sus músculos y su subconsciente, en pro de hacerle sentir a su amada hermana, le hizo sentir nuevamente las tibias y delicadas manos de Notaru, acariciando sus mejillas. Sus lágrimas se derramaron lentamente de sus ojos y recorrieron sus mejillas hasta llegar a su mentón y desplomarse desde este hasta el suelo donde se acumularon en forma de un pequeño charco de llanto condensado. Haciendo hincapié en el espaldar de la cama se levantó de la misma y abrió sus ojos para luego mirar la fotografía de él y su hermana juntos. Entrar en la ducha y abrirla fue algo que en dos segundos se vio hecho y mientras el agua corría por su cuerpo, sus lágrimas le imitaban corriendo por su rostro.

Al salir, se vistió con la túnica negra con rojo que Notaru le había regalado hacía ya un año y se fue a la Armería de la Organización. A su llegada, abrió el estando de Armas de Notaru y tomó del mismo el Desert Eagle .45; dorada con negro que allí reposaba. Luego se reunió con Kotetzu Nigori que ya se hallaba esperando por él en la entrada de la Armería.

-¿Por qué de pronto te urgió tanto el viaje? –preguntaba la chica intrigada–.

-Voy a acabar con ésta guerra y cumplir el deseo Notaru-san; además, tengo el presentimiento de que, de alguna manera, encontraré a la chica de mis sueños –acomoda su túnica–.

-¿No se supone que esa niña es solamente producto de tu mente?

-Siento que esa chica está en Las Sombras. Es una corazonada rara, pero quiero verla. Algo me dice que esa chica y yo tenemos algo en lo que trabajar juntos.

-Entiendo. Te enamoraste de un sueño y ahora lo quieres hacer realidad.

-Como sea –se ruboriza–, vámonos.

-Aún no. Partiremos en tres días; por ahora debo refinar tus habilidades de Cazador.

-¿De qué hablas? –la mira confundido–

Por Amor al OdioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora