Su número

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La luz empieza a colarse por la ventana. Oye el sonido de la persiana subirse, por lo que se levanta sobresaltada.

-Buenos días cariño, ¿estás mejor?

+Sí, sí, ya no me duele la cabeza nada

-Me alegro mucho. Ayer me asusté mucho cuando entró tu novio contigo en brazos en casa

+No es mi novESPERA

Sale corriendo de la habitación. La puerta de al lado está abierta de par en par, pero no lo ve dentro. Se acerca sigilosamente a la cama, que está perfectamente hecha, y encuentra el pijama de su padre perfectamente doblado. Nadie diría que alguien hubiera entrado en ella si no fuera por este pequeño detalle que al parecer pasó desapercibido por su madre. Lo levanta y ve caer un papel del interior que procede a desdoblar y a leer.

"Buenos días princesa ;)"

Ella resopla y pone cara de indignación ante esto, pero sigue leyendo.

"No me pongas esa cara que ya nos conocemos, que es solo una broma, me gusta hacerte rabiar."

Una sonrisa asoma por su rostro sin tan siquiera darse cuenta.

"Siento no haberme despedido antes de irme y haberte dado las gracias, pero tenía un asunto que resolver bastante temprano y, además, no quería ocasionarte problemas con tu familia.

Nos vemos mañana.

Un beso,

Luis"

Mira a la pared. El reloj marca las 17:30, ¿tanto había dormido? Debía estar demasiado agotada después de lo del día anterior, hacía muchísimo que no recordaba dormir tanto.

Baja las escaleras con tranquilidad y se dirige a la cocina, donde se encuentra todavía su móvil reposando entre granos de arroz. Lo saca y lo observa unos segundos de arriba a abajo. Pulsa el botón. Contiene la respiración. Vibra. Suspiro de alivio. Sigue vivo.

En nada le empiezan a llegar un montón de mensajes por WhatsApp, y puede intuir que más de la mitad son de Amaia y Marta preguntándole por lo de ayer, pero ella tiene algo que hacer antes.

Busca en su lista de contactos, sin obtener resultado. "Mierda" dice en voz alta. Todavía no le ha pedido el número, así no puede preguntarle si llegó bien a su casa.

Decide que es hora de contestar a sus amigas. No da muchas explicaciones, tampoco sabe cómo explicarles todo sin que la tachen de loca. "Encontré mi móvil en seguida y volví a casa, pero se me quedó sin batería y hasta ahora no lo puse a cargar". ¿Convincente? No. ¿Le importaba? Tampoco.

El resto del día no hace mucho más, y decide irse pronto a la cama para descansar. No quiere empezar la última semana antes de vacaciones con mal pie.

...

Camina rápido por el pasillo hacia su clase. Está nerviosa y no sabe bien por qué, piensa en cómo pedirle su número sin que suene raro. Mira el reloj y se asombra porque ha llegado 10 minutos antes que de costumbre. Toma aire profundamente y entra por la puerta.

Lo ve en seguida, al parecer al nuevo le gusta llegar puntual, pero puntual en plan de esos que llegan media hora antes de la acordada, definitivamente son polos opuestos.

Se sienta en su sitio y lo saluda con la mano. Él le devuelve el saludo. Es algo normal entre compañeros, ¿no? Pero ellos no se habían saludado jamás y empezar a considerarlo un amigo se le estaba haciendo raro. "¿Yo? ¿Amiga de ese prepotente? Ni loca". Se ríe al recordar aquellas palabras que había dicho hacía unos pocos días.

-¿Cómo estás?

La saca de sus pensamientos como ya es costumbre, últimamente dialoga demasiado con su "yo" interior.

-¿Cómo estás de la migraña? – repite

+¿Qué migraña? – recuerda entonces la excusa que le dio – Ah, sí, sí, estoy mucho mejor, gracias por preguntar

Sonríe. Le sienta bien saber que se preocupa por cómo está.

-Siento haberme ido así, pero había quedado

+No te preocupes, entiendo que después de cómo te despediste de tu novia a toda prisa, querías verla y disculparte

Aquello había sonado a reproche, pero la verdad es que nada más lejos de la realidad. Aitana se sentía fatal tras ver que Cepeda la había dejado tirada para irse con ella y acompañarla, y saber que se habían vuelto a ver la tranquilizaba bastante.

-Si quieres saber si quedé con ella, sí, llevas razón, pero sigue sin ser mi novia – dice riéndose ante la película que la pequeña se acaba de montar en la cabeza – además, tenía que estudiar Matemáticas para el examen de mañana, que todavía no había empezado

La cara de Aitana cambia por completo.

-No me digas que no has empezado...

+No... ni me acordaba...

-Tan atolondrada como siempre – dice riéndose

+Pero no te rías de mí joeh

En realidad ya era tradición entre ellos que él se riera ante todo lo que le pasaba.

-Tranquila, el profesor Cepeda te puede ayudar, ¿qué te parece si te vienes esta tarde a mi casa y estudiamos juntos?

+¿De verdad? Buah muchas gracias, me acabas de salvar la vida

-Lo sé, ya lo he hecho un par de veces. Si te parece, me das tu número y así te paso mi dirección por WhatsApp

Y así su mayor preocupación quedó solucionada, ya no necesitaba buscar una excusa para pedírselo. Le apuntó su número en la agenda del móvil y él le mandó un mensaje para confirmarlo. El resto de la mañana transcurrió como de costumbre.

Más allá de un sueño - AITEDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora