Recuerdos en el olvido

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Había llegado a la discoteca en la que estuvieron hacía exactamente un mes. Necesitaba desahogarse. Hacía un par de copas que había perdido la cuenta de cuántas llevaba.

Se acordó del sueño que llevaba semanas persiguiéndola. Quizá aquel Luis llevaba razón. Las personas no cambian, y él seguía siendo el mismo gilipollas que conoció en un principio. Había sido la pobre ilusa que pensaba que con un poco de amor todo el mundo puede cambiar, pero no, y lo había aprendido de la peor forma posible.

Al otro lado del pueblo, Cepeda se encuentra encima de la cama sentado, hacía un rato que había vuelto a su casa. A pesar de haber salido corriendo tras Aitana, con la única que se había topado había sido con Marta.

"Es inútil, ni yo la pude alcanzar. Hazle un favor, si solo vas a jugar con ella, no le hagas más daño, por favor, ella ya tuvo suficiente en un pasado." Resuenan con fuerza de nuevo aquellas palabras mientras sostiene la caja entre sus manos y mira a la nada.

"¿Y qué vas a hacer ahora? ¿Ya te has olvidado de por qué estás aquí? ¿Sabe ella algo de esto? ¿Vas a decirle la verdad o piensas seguir con este cuento hasta que llegue la hora de que te tengas que marchar y la dejes destrozada, y te destroces a ti también? ¿Cuánto dinero te queda ya? ¿Cuánto tiempo más podrás seguir manteniendo a tu abuela en la residencia y a ti mismo aquí?" Ahora son las palabras de Lorena, la chica que se encontraba con él, las que golpean en su interior.

Sabía que Lorena llevaba razón, no estaba siendo justo con ella, no le había dicho nada, y sabía que, si seguían juntos, tarde o temprano se tendría que ir, y le iba a hacer mucho daño a Aitana, y Marta también llevaba razón, ella ya había tenido suficiente.

Cuando regresó al pueblo en diciembre, se encontró con Aitana, y todo su mundo dio un giro imprevisto de 180 grados. Se olvidó por completo de lo que había ido a hacer, y no podía permitírselo. Por él, por ellos.

"Tiene amnesia postraumática. No recuerda nada de lo que pasó, y es bastante probable que no consiga evocar eventos pasados ni almacenar nuevos recuerdos en un tiempo. Esperemos que acabe recordando lo más pronto posible". ¿Otra vez las palabras de aquel doctor? Habían pasado ya 13 años desde aquel fatídico día y lo único que conseguía recordar de esa semana eran sus palabras. Sabía por Lorena cómo fueron los días siguientes, al fin y al cabo, fue su familia la que se encargó de cuidarlo mientras sus abuelos viajaban desde Galicia.

Efectivamente, él ya había vivido allí. Y la razón por la que había vuelto era para intentar recordar qué fue exactamente lo que sucedió. Lorena, que estaba terminando el último año de psicología, se había ofrecido a ayudarlo, y como agradecimiento, aquella noche la había invitado a ese lujoso restaurante. Él tenía solo 7 años cuando el incendio que mató a sus padres se produjo, ella tenía 10, y se acordaba más de todo, pero, a pesar de ser vecinos, no vio nada y solo podía contarle hechos de los días posteriores. Por suerte habían mantenido el contacto.

Pero en su interior algo le decía que aquella historia no terminaba de encajar, como si le faltara la pieza clave, que pasó algo más, y que él lo vio, pero la amnesia le borró ese recuerdo y, después de tantos años sin conseguir avanzar, pensó que la única forma de que los recuerdos volvieran era regresando al lugar donde todo ocurrió, pero hasta ahora no había avanzado nada, y el tiempo se le agotaba. El dinero que había conseguido ahorrar se le estaba acabando y en unos meses si las cosas seguían así tendría que volver con su abuela a Galicia.

¿Que si quería a Aitana? Con todo su ser, pero era algo que desde que empezó, estaba abocado al fracaso.

Todos esos pensamientos le han venido a la cabeza mientras sigue ahí, sentado en su cama, contemplando la pequeña cajita que le dio. Decide que es hora de abrirla.

De su interior, saca una pulsera. Es de cuero negro, muy bonita y elegante, y lleva una pequeña chistera color plata en medio.

Aparta la caja para observar mejor la pulsera, pero de esta cae una pequeña hoja de papel doblada que no pasa desapercibida. Procede a desdoblarla y descubre la letra de Aitana bañándola por completo.

"Hola Luis."

Golpe bajo nada más empezar, solo ella le llamaba así, y a él le encantaba que lo hiciera.

"Supongo que acabarás de llegar a casa, después de nuestra cena de aniversario."

Punzada, él no sabía nada de aquello.

"Acabarás de ver la pulsera, y te estarás preguntando, ¿y esto? Bueno, desde que me regalaste la estrella no me la quito ni para dormir, siempre que me siento débil la agarro entre mis manos con fuerza y recuerdo que soy luz, y sé que puedo con todo, y más si estás a mi lado."

Risa cínica que no trata de esconder. Se siente un idiota.

"Pues tú eres magia, de ahí la chistera de mago, y es que siempre que estoy contigo conviertes cada pequeño detalle en algo especial, por eso pensé que sería el mejor regalo".

Lágrimas empieza a rodar por sus mejillas.

"Y bueno, que te quiero mucho, que sé que ya lo sabes, pero que te lo digo poco, y por eso creo que hoy es un buen día para recordártelo.

Un beso,

Aiti."

Sí, definitivamente había sido un gilipollas por irse de aquella manera, pero es que Lorena iba a empezar con los exámenes, y era su único día libre, y no sabía nada de lo que la pequeña le había preparado. Aun así, no había excusa posible. No iba a aguantar volver a verla llorar de aquella manera por su culpa, nunca más, y quizá esta era la mejor forma, sin decirle la verdad, para que ella lo odie y piense mil mierdas de él.

Así sería más fácil la despedida, al menos para ella, y eso a él le bastaba.

Más allá de un sueño - AITEDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora