El último día

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Aquella semana Cepeda y Aitana habían empezado a hablar más. Él era nuevo y al fin y al cabo no tenía amigos, por lo que un día que Aitana lo vio solo en un banco, decidió acercarse a él y preguntarle si quería estar con su grupo, lo que él aceptó. Además, habían empezado a hablar por WhatsApp siempre que tenían un rato, y lo había llamado un par de veces para ir al cine con sus amigas esa semana.

Se cogieron mucho cariño enseguida, pero Luis siempre interponía una barrera en momentos esporádicos que ella no lograba entender. Acabó sin darles importancia, él era así, y si ella quería ser su amiga, tenía que aceptarlo tal cual era.

De repente,  llegó el viernes. Último día de clase.

Aitana, sentada en su sitio, moviendo la pierna sin parar, estaba esperando a que la llamaran para darle las notas.

-Te van a salir bien.

No se dio cuenta de que Luis se había acercado con la silla a ella para tranquilizarla.

Caricia en la pierna y una sonrisa que es capaz de tranquilizar hasta a una fiera. Sonrisa de parte de ella para agradecérselo. De repente, para ella el ruido que había en la clase y los nervios habían pasado a segundo plano, era como si solo existieran ellos dos. Luis siempre tenía las palabras exactas para ayudarla, parecía que confiara en ella más que ella misma.

-Aitana Ocaña – Eduardo la llama.

Vuelve a la realidad, y con ella los nervios. Se levanta y camina hasta la mesa del profesor.

-Aitana, estoy muy orgulloso de ti, a pesar de los vaivenes que tuviste al principio de curso, te has superado, felicidades, descansa estas Navidades que te lo mereces.

No era mentira, Aitana había empezado fatal el curso, y ella sabía la causa, Joel.

Joel era lo peor que le pudo pasar a Aitana. Joel era su ex. Ella nunca lo admitió, pero él la maltrató psicológicamente, y eso se notaba. En aquella época Aitana no brillaba con esa luz que tiene. Era una chica insegura, incapaz de dormir por las noches e incapaz de relacionarse con nadie, él no la dejaba. Solo Marta era consciente de todo lo que le pasaba a su amiga, y nunca la dejó sola. Gracias a ella había recobrado aquella luz, y no estaba dispuesta a que ningún niñato se la volviera a arrebatar.

Sus pensamientos vuelven al presente, no estaba dispuesta a seguir recordando a aquel desgraciado.

Camina hasta su sitio con paso más lento y se sienta. Allí la estaba esperando Luis.

-¿Ves? Te dije que te saldría bien – dice besándola en la cabeza.

+Pero si ni te he dicho nada.

-No hace falta, creo en ti.

Aquellos arranques de Luis la hacían sentir muy débil a su lado, le costaba reconocer que algo raro estaba pasando, pero se lo negaba, no iba a volver a enamorarse, no después de lo de Joel. Mierda, otra vez por su cabeza. Cambia de tema.

+¿Qué vas a hacer estas Navidades?

-Nada.

Es verdad, Aitana ya no se acordaba, Luis no tenía familia en la ciudad, ni fuera de ella en realidad. Solo le quedaba su abuela, pero estaba en la residencia y ni lo recordaba, y viviendo solo suponía que mucho dinero para viajar no le quedaba.

+Vente conmigo.

-¿Qué?

+Que te vengas conmigo a pasar Nochebuena.

-No puedo, no quiero molestar a tu familia, yo allí no pinto nada.

+Recuerda que le dijiste a mi madre que eres mi novio, dudo que le moleste que mi novio quiera acompañarme esa noche – le dice guiñándole un ojo.

-Muy astuta.

Ante eso Luis no puede, y tampoco sabe si quiere, rechistar, y acepta la propuesta.

Más allá de un sueño - AITEDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora