Disparo

1.2K 45 1
                                    

Ezequiel tiene la pistola apuntándole, y Luis sabe que le quedan escasos segundos de vida. No sabéis lo jodido que es intentar pensar con claridad esos segundos, sabiendo que un cabrón va a quitarte lo único que de verdad posees, tu propia vida.

Tiene los ojos cerrados. Prefiere no saber el momento exacto en el que su alma abandone su cuerpo. Oye a su tío recargar la pistola y traga saliva, preparándose para lo peor.

De repente, oye fuertes golpes en la puerta, y, acto seguido, escucha un disparo.

Ya está, ya todo ha acabado, o eso piensa, pero no nota nada, y por eso abre con cuidado los ojos, uno a uno.

Su tío se encuentra con la pistola bajada. Puede ver en su rostro lo furioso que está. Mira hacia su izquierda y ve perfectamente como uno de los dos hombres que lo custodian se cae, muerto. Su tío lo ha matado sin querer, pero la verdad es que no se nota nada afectado por ello.

-¡¿Quién coño se atreve a molestarme?!

Se dirige hacia la puerta cargado de ira, pero llega tarde. Ahora mismo odia a sus esbirros por haberla roto el otro día. Quien estuviera ahí, ha subido corriendo por las escaleras, y es bastante más rápido, pero él no tarda ni dos segundos en salir detrás en su búsqueda.

La persona se refugia en el pequeño rincón de al lado de la escalera, el que hay nada más subir. Sabe que ahí no la verá. Y aprovecha cuando él entra al cuarto de baño de la planta de arriba para bajar silenciosamente las escaleras.

Por suerte, el otro hombre que se encontraba en la sala había salido huyendo al ver la muerte de su compañero. Sabía que corría peligro allí, ya que el jefe estaba desatado.

-Aitana, ¿qué haces aquí?

+Shhh, calla – le dice llevándose un dedo a la boca.

-¡Tienes que irte, aquí corres peligro!

+Sí, nos iremos, pero primero voy a soltarte.

Ella pensaba que estaría un largo rato entretenido arriba, pues la puerta del cuarto de Luis sigue atascada, y seguro que piensa que está ahí escondida. Pero a juzgar por el fuerte estruendo que acaba de escuchar, ha derribado la puerta en cuestión de segundos. Debe de estar poseído por la rabia.

Y, efectivamente, unos pocos segundos más tarde, lo escucha bajando las escaleras mientras grita. Se oyen un montón de objetos cayendo al suelo, rompiéndose en pedazos. Debe de estar destrozando todo a su paso.

Aitana sigue intentando desatar a Luis, pero está tan nerviosa que no puede dejar de temblar, y así no puede lograrlo. Por lo que opta por salir corriendo hacia el armario de enfrente y esconderse antes de que la vea.

Ezequiel entra de nuevo en el salón y vuelve a ponerse delante de Cepeda, a poco más de un metro del armario.

Tiene las manos ensangrentadas debido a los cortes que se ha hecho golpeando los muebles y objetos de arriba, y se nota que le cuesta mover su hombro izquierdo. Debe ser el que ha usado para romper la puerta. Además, tiene los ojos desencajados de sus cuencas, y la mandíbula tan apretada que parece que va a partirse todos los dientes en cualquier momento.

-Voy a acabar contigo, ¡ahora! – grita mientras desenfunda la pistola del estuche de nuevo con el brazo que sigue teniendo en condiciones.

Pero justo cuando empieza a apuntarlo, Aitana sale de detrás abalanzándose sobre él, y tirándolo al suelo. La pistola cae un par de metros más lejos.

Intenta contenerlo, pero debido a su escasa corpulencia, él logra zafarse de su agarre y ahora es quien toma el control de la situación.

-¡No! – grita Luis de impotencia al ver lo que está pasando.

La coge con la mano derecha del cuello y la levanta, empezando a asfixiarla. Segundos después, se dirige hacia la pared, estampándola, y por un momento suelta un poco el agarre, dejándola respirar. Se intenta recuperar, no tiene fuerzas para terminar de liberarse, así que se mantiene ahí, expectante. Mientras, él se vuelve a dirigir hacia Luis.

-Veo que esta chica te importa. Pues te voy a hacer un favor – vuelve a su cínica sonrisa – La voy a matar delante de ti.

Entonces el agarre del cuello de Aitana vuelve a hacerse presente, y ella intenta apartarlo con sus manos, pero va perdiendo las pocas fuerzas que recuperó poco a poco, hasta que caen hacia abajo como un peso muerto.

Luis se balancea bruscamente hacia atrás, cayendo al suelo con la silla, que se parte en la caída debido al mal estado en el que se encontraba la madera tras el incendio. Pero sigue teniendo las manos atadas, por lo que corre hacia él y lo embiste con lo único que puede, su cabeza. Menos mal que, después de todo, ser tan cabezón sirve de algo...

Ambos caen al suelo del empujón, y Aitana también, pero hacia una dirección contraria que ellos. Luis la ve gateando hacia la salida, por lo que decide intentar hacer tiempo para que pueda escapar, y se levanta como puede.

-El problema lo tienes conmigo, no con ella, ¡déjala en paz! – le grita.

-Si tantas ganas tenías de morir, habérmelo dicho antes sobrino.

Esta vez es él quien se le abalanza, quedando encima suya.

-Y si querías una muerte más dolorosa, ¡también podías habérmelo dicho!

Empieza a agarrarlo del cuello con las dos manos, estrangulándolo. Y para tener el brazo izquierdo malherido, tiene demasiada fuerza.

Luis empieza a forcejear, pero no consigue apartarlo ni un milímetro, y cuando siente que sus pulmones están a punto de estallar, el agarre se afloja de golpe, y su tío cae hacia un lado, muerto.

Mira hacia la puerta, y allí está Aitana, pistola en mano.

Al parecer no pretendía escapar, sino alcanzar el arma que se le había caído a Ezequiel antes.

-Me has vuelto a salvar – dice Luis antes de caer inconsciente.

Más allá de un sueño - AITEDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora