4 Deformidad y muerte

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Los gritos de Thomas no sirvieron de nada. Anna y Alen lo tenían amarrado de las muñecas mientras la bestia lo deformaba. Thomas lloraba aún por perder a toda su familia, pero también por el dolor que se había apoderado de su cuerpo. El director no había esperado para castigar a Micaela. Thomas no sabía por qué pero la última vez que miró a Micaela, ella tenía las manos cubriendose el rostro. Parecía que era allí donde había recibido el castigo. Perdió el sentido.
Cuando despertó estaba en el mismo sitio, sólo que esta vez estaba a solas. Se sentó en el suelo y sintió una punzada de dolor en su cadera y sus piernas. Estaba rodeado de un charco de sangre y su ropa estaba empapada del líquido carmesí. Thomas examinó su pierna herida, de la cual salía sangre y se la vendó fuertemente con su chaqueta para detener la hemorragia mientras daba gracias a Dios por haber resultado herido y no deforme como los demás. Aprovechando que estaba solo, Thomas se puso en pié, pero cayó de nuevo al suelo por su pierna herida. Si no podía caminar, tendría que ir arrastrándose, ya que dudaba mucho que pudiera gatear. Thomas fué hacia la jaula de Tex, como le había indicado Micaela, dejando un pequeño rastro de sangre a su paso. Desesperado, buscó el pasillo que había dicho Micaela pero, cuando lo encontró, vió muchas puertas a lo largo del pasillo. Thomas agradeció que fuera un pasillo pequeño y se acercó a la primera puerta. Apoyándose en la pared consiguió levantarse y abrir la puerta. Se le heló la sangre cuando vió el interior.
El suelo y las paredes estaban manchados de sangre y, esparcidos por todo el suelo, los cuerpos sin vida de personas deformes. Thomas cayó al suelo del puro terror que sentía y se preguntó si después de ver aquello volvería a poder dormir, si es que encontrara un lugar seguro para poder dormir. Temblando, se arrastró entre los cuerpos pero no vio a nadie conocido allí. Era como si aquellas personas deformes hubieran sido los conejitos de indias del circo, para ver como podían deformar a alguien. Y sí, pensó Thomas, ellos hubieran llegado antes al circo y hubiesen sido los primeros artistas de aquel maldito circo. Pero, si fueron los primeros artistas...¿por qué los mataron? Aquello era realmente extraño. Thomas siguió examinando los cadáveres, había algunos sin brazos y otros sin piernas, los había con piernas de animales diversos, otro con plumas por todo su cuerpo... Thomas retrocedió aterrorizado cuando vio a un cuerpo sentado en una esquina que tenía dos cabezas, como Anna y Alen, sólo que ellos parecían que no habían sobrevivido a la deformidad. Lo peor era que todos los cadáveres eran de niños entre 13 y 17 años, ninguno pasaba de aquella edad.
-- ¿C-como... como han llegado todo estos niños aquí?--murmuró Thomas.
Definitivamente tenía que hayar respuestas. Salió de la sala apoyandose en la pared, temblando de puro terror y cerró la puerta para que no supieran que había entrado en aquella sala y se dirigió a la sala de enfrente.
Cuando abrió la puerta y echó un vistazo a su interior se relajó al ver que era una especie de despacho/almacén con un escritorio, una silla y cajas llenas de papeles en el suelo y las estanterias. Thomas sabía que aquel no era el despacho que estaba buscando, pero a lo mejor allí encontraría algún tipo de información. Registró todas las cajas, pero no había nada de información en ellas. Sólo le quedaba una caja y Thomas pensó en no registrarla ya que dudaba de encontrar información hasta que vio que eran cartas. Thomas se acercó y cogió las primeras cinco cartas, todas con la misma dirección escrita en cursiva. Thomas imaginó que la primera sería la que estaba al final de la caja, por lo que intentó cogerla, la abrió y miró la fecha.
20-3-1958
¡Era de hacía dos años! Cuando Thomas miró la firma vió que el/la autor/autora de la carta era Micaela supo que allí podría encontrar algo de información, por lo que se dispuso a leerla...

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