Ranko Hibiki

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-Recámara de Ranma jueves 8:00 am-

Ranma por fin había encontrado la ropa que usaría, aquel vestido blanco que Akane le había comprado hace tiempo, que sólo había usado en aquella ocasión que el no recordaba claramente, era perfecto para verse diferente, tenía todo el conjunto completo, la ropa interior a juego y adecuada, según las palabras que llegaron a su mente como un pequeño flashazo, un par de zapatillas blancas de tacón bajito, que eran cómodas, aún no recordaba del todo como es que tenía todo aquello, sin embargo agradeció aquél suceso del que le comentaron después de ver todo ese conjunto de ropa, que gracias al cielo era demasiado femenino y lo había guardado hasta lo mas profundo de sus vestuarios de chica para jamás usarlo aunque su vida dependiera de ello, pues había algo que al ver esas ropas lo hacía sentir incomodo sobre su persona, ya que los demás vestuarios solo los usaba para obtener beneficios como chica; aprovechando de igual manera la peluca de color café que estaba escondida y que había usado cuando se hizo pasar en una ocasión como la prometida de Ryoga.

-Bueno, todo esto es perfecto, así nadie me reconocerá en la calle, este conjunto es demasiado femenino a lo que suelo usar cuando me disfrazo -comento Ranma chica -(Pfff, de algún modo siento que me comí mis palabras, estúpida maldición)- pensó algo melancólica la chica pelirroja.

Empezó a desnudarse, tomando el calzón blanco de encaje que había dejado a la mano y puso una toalla sanitaria, para después subirse la prenda, prosiguió con el brassier que era a juego con aquella pantaleta y notó que sus pechos se miraban más enormes.

-Mmmm, necesitó ver como luce esto, tendré que ir a la recámara de Akane, estoy seguro que eh visto que ella tiene un espejo de cuerpo completo -dijo la joven pelirroja.

Se asomo por el resquicio de su puerta, observando que no apareciera alguien de la nada, después de comprobar que no había ningún alma, salió de su habitación sólo con la ropa interior puesta, e ingresó a la recámara de Akane, al hacerlo encendió la luz para poder ver con claridad ya que el cuarto estaba a oscuras, cuando por fin pudo ver con claridad la habitación, se encaminó hasta donde estaba aquél espejo de cuerpo completo y no pudo evitar asombrarse al verse en el, pues notó que lucía como una hermosa señorita con un cuerpo envidiable, viendo aquellas piernas gruesas pero torneadas, sus grandes caderas, su pequeña cintura, el vientre plano, sus brazos delgados y el cimiento de su pecho que ahora se veía más grande, pues la copa del brassier ya le quedaba chica, al ponerse de perfil observó que aquel calzón resaltaba su trasero, pues sus glúteos se miraban firmes, cuando por fin salió de su asombro no pudo evitar sonrojarse y sentir pena de tener aquel cuerpo.

-Soy una chica muy hermosa -comento Ranma chica para si misma -(Espera, que acabo de decir, no, no, soy un chico, soy un hombre, demonios, mejor termino de vestirme, me siento algo incómodo) -pensó la joven.

Después de aquéllos pensamientos, prefirió regresar a su cuarto, así que apagó el interruptor de luz y cerró el cuarto de Akane para ingresar de nuevo a sus aposentos y ponerse por fin el dichoso vestido blanco, cuando termino de vestirse observo que le apretaba un poco del busto y de la cadera pero prefirió ignorar eso para continuar arreglándose, se puso aquellas zapatillas blancas y se acomodó la peluca, cuando considero que ya estaba listo, tomó un poco del dinero que tenía escondido y lo guardó en los bolsillos del vestido.

-Que bueno que esto tiene bolsillos, un bolso ya sería demasiado -dijo Ranma chica - Joder, si tendré que llevar un bolso, se me olvidó el porque estoy así- gritó molesto.

Se agacho y buscó entre las cosas hasta que diviso un bolso blanco y lo sacó, después metió 3 toallas sanitarias, papel higiénico y el dinero que había guardado en un principio en su bolsillo, cuando metió todo lo necesario se cruzó el bolso por el pecho, para después guardar todo y salir del cuarto, bajo al vestíbulo y busco la llave para después cerrar la puerta de la entrada y la del patio, cuando ya estaba en el patio guardo la llave en aquel bolso y decidió salir saltando por el techo, no quería que nadie lo viera salir de aquella casa con esas ropas, brinco de techo en techo hasta que considero prudente bajar y caminar por las calles, al tocar el pavimento y empezar a caminar, notó que no le costaba desplazarse en aquellas zapatillas y que eran cómodas, estaba tan sorprendido que no se fijaba que llamaba la atención de los hombres, los cuales observaban a una hermosa jovencita de cabello marrón suelto, con un magnífico cuerpo y un andar muy femenino.

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