Agonía

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"Pena o aflicción extrema."


En algún lado en medio de la nada un joven iba deprimido caminando como un zombi, con la mejilla hinchada, perdido como siempre, molesto consigo mismo por los impulsos y deseos que tenía, aquellos que controlaba con mucho esfuerzo.

Ryoga Hibiki se debatía, entre toda la información que sabía de Ranma Saotome, a quien había estado persiguiendo desde que estudiasen juntos cuando apenas tenían 13 años; sin recordar que ya se conocían de mucho antes.

-(Me gusta Ranma, me gusta en ambas formas, el día de la fiesta deseaba tanto hacerlo con la pelirroja) -pensó el Hibiki, aceptando por fin ese hecho, inmediatamente, sin dudarlo. -Pero ella/él no me mira del mismo modo -susurro queriendo llorar. -No sé qué hacer, me gustan ambas apariencias de Saotome y también me gusta Akane -hablo para sí mismo, seguro de las palabras que decía. -(¿Pero con quien hay más posibilidad de tener una relación?) -se preguntó a sí mismo. -(Es más probable con Akane) -escucho en su cabeza. -(Pero a Ranma le gusta ella) -se respondió a sí mismo. -(Eso es algo que no podemos asegurar, el nunca a dicho tal cosa) -dijo la voz en sus pensamientos. -(Tienes razón, pero aun así es complicado, yo me transformo en cerdo, el cual es la mascota de Akane) -respondió a su voz, para seguir caminando ido. -(Pero esa es tu culpa, desde el inicio debiste decirle, no que preferiste que nos aprovecháramos y estuviésemos con migajas de su amor, ¿no estas cansado de eso?, si quieres yo puedo decirle, lo más que puede suceder es que nos golpee demasiado fuerte, y que exista la posibilidad de que nos odie, pero ni siquiera la conocemos realmente, para saber cómo podría reaccionar, su padre sabe y no sé porque no le ha dicho, Saotome no lo ha hecho porque se lo pedimos, pero, ¿y si mejor lo hacemos?) -dijo de nuevo aquella voz en su cabeza. -(No sé, realmente no quisiera que me odie) -contesto para sí mismo el chico de la pañoleta. -(No podemos seguir estancados, piénsalo, con ella tenemos quizás más oportunidad que con Ranma Saotome, muy independientemente que la versión femenina de él, ya está sufriendo cambios) -comento aquella voz. -(¿Cambios?) -se dijo así mismo. -(Si, recuerda su periodo, algo que nunca ha tenido, aun ahora no sabemos si se quedará como chica, nos fuimos, porque tampoco eres capaz de decirle que te gusta, no importa que apariencia tenga e inevitablemente le herimos) -hablo para sí mismo. -(Lo sé, nos dejamos llevar y no fue correcto por lo que le paso) -comento más deprimido. -(Es porque el huele a puro, como chico aun olía así y como chica también, no como nosotros; porque no le aclaraste que ya no somos vírgenes) -hablo aquella voz que él pensaba era su subconsciente, inevitablemente Ryoga se sonrojo al recordar cuando estuvo con una chica y como después de eso, había empezado a masturbarse, pensando en Akane y que desde lo de la fiesta hacia lo mismo recordando la versión femenina de Ranma. -Al menos no cruzo aun la línea imaginándome a él -susurro, sabiendo que sería problemático ver a la cara a Saotome luego. -¡Auch! -exclamó al golpearse contra un árbol y empezar a rodar una pendiente, hasta que impacto en el agua. -¡Oinc..., oinc...! -gruño un pequeño cerdo negro, subiéndose encima de su mochila para luego morderla y dejar que la corriente se lo llevara, esperando sobrevivir como siempre lo hacía.

Al final la suerte lo favoreció sin saber exactamente cuanto tiempo había pasado, llegando por fin al final de aquel viaje, vivo como las veces anteriores, agradecido que no hubiese muerto aún, con mucho esfuerzo logro sacar su maleta, arrastrándola hasta encontrar un lugar seguro, mucho más perdido que antes; rebusco en sus cosas, hasta que encontró lo necesario para calentar agua y poder ser otra vez humano; 20 minutos después un joven completamente desnudo, empezaba a colocarse su ropa.

-Mierda, uno de estos días, quizás no llegue a sobrevivir -hablo en voz alta, frustrado de su situación, luego empezó a mirar sus alrededores, viendo que se miraba demasiado diferente el lugar. -¿Dónde carajo estoy ahora? -pregunto para sí mismo, contrariado por la vegetación que se veía demasiado extraña; de repente escucho ruidos. -¿Quién está ahí? -pregunto hablando fuerte, listo para defenderse; sin embargo, se relajó un poco al ver salir a una pequeña manada de cerdos salvajes, que en vez de atacarle, olían su alrededor, dirigiéndose con cautela hacia él y sin darse cuenta termino de dejar de estar a la defensiva y se agacho para que aquellos animales se terminaran de acercar hacia su persona, cuando aquella jauría vio la invitación, no dudaron en llegar hasta él, empezando a restregarse en su cuerpo hasta que lo derribaron, lamiéndole.

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