Miércoles 1, junio. 2016.
Cumpleaños de Tom.
Londres, Inglaterra.
Harrison había organizado una fiesta de disfraces para celebrar el cumpleaños de Tom, el cual cumplía veinte años. Él y el cumpleañero habían vuelto unos días a Kingston para celebrarlo junto con los amigos y familiares de Tom. Por eso, era una sorpresa el hecho de que Madison y Elisa volvieran. Se hospedarían en el mismo hotel donde la familia de Tom había rentado el salón, mientras que Haz se encargaba del DJ, de la comida y de los invitados. Quería que su mejor amigo tuviera uno de los mejores cumpleaños de su vida.
Tenía planeado que Madison y Elisa llegaran el 30 de agosto para que el 31 durmieran y se acostumbraran un poco más al cambio de horario. Habían planeado entre los tres que Haz les conseguiría los disfraces que las chicas le habían pedido, claro sin que Tom se diera cuenta. Fue toda una odisea para que los paparazzi y los fanáticos no se dieran cuenta que las chicas iban a viajar, pues eso arruinaría la sorpresa. Tom creía que no podría ver a sus amigas ya que le habían dicho una mentira piadosa, diciendo que Madison tenía que quedarse a hacer una sesión de fotos urgente y de último momento.
Cuando se despidieron en el aeropuerto de Haz y Tom, el último chico no pudo evitar llorar al saber que no vería a Madie en un largo tiempo. La abrazó fuertemente tentado a separarse de ella y estamparle un beso en los labios, por alguna extraña razón. No lo hizo, pues sabía que si hacía eso en un lugar tan público les tomarían miles de fotos y los fans se volverían locos. Además, arruinaría su amistad con Madie. Ella, como buena actriz que es, provocó que sus ojos se pusieran llorosos, cosa que enterneció a Tom. De eso habían sido treinta y dos días. Treinta y dos días de tortura, pues se extrañaban demasiado.
Madie estaba nerviosa, pues por fin conocería a la familia de su amigo. No entendía muy bien el porqué de su nerviosismo; sí, Tom era muy guapo y era una excelente persona, no podía sentirse atraída hacia él, ¿o sí? Quiero decir, llevaban relativamente poco tiempo de conocerse. Elisa, mientras tanto, se estaba dando un relajante baño en dicha habitación, se estaba tomando su tiempo pues la fiesta era hasta las ocho y apenas eran las siete de la mañana. Sí, ella y Madie habían madrugado porque tenían que bañarse cada una, desayunar, esperar a que Haz trajera los disfraces y pagárselos, para después empezar a arreglarse.
Mientras Elisa se bañaba y hacía toda la rutina de belleza, Madie había ordenado un desayuno para cada una (el cual consistía en una ración de frutas, un sándwich de jamón con queso, café y jugo de naranja). Tocaron la puerta, la abrió y le agradeció a la mucama, al mismo tiempo que cerraba la puerta se abría la del baño, dejando ver a su mejor amiga con un short de mezclilla y una blusa de tirantes. Madie se había bañado antes, porque sabía cuánto tardaba su amiga en tomar un baño. Empezaron a desayunar mientras veían una película que eligieron en Netflix mientras platicaban.
Dieron las once de la mañana cuando un golpe en la puerta las sacó de su trance. Elisa se paró argumentando que ya era su turno de abrirla. Cuando lo hizo, se encontró con un par de ojos azules, literalmente porque los trajes cubrían su cuerpo. Eli soltó una pequeña risa al ver al chico en aquella situación, así que le ayudó tomando una de las bolsas. Se hizo a un lado para que él pasara y colgara el vestido de Madie, pues era el más grande y pesado, pero todos sabían que valía la pena.
—Hola chicas, ¿qué tal su estadía?
—Hola Haz, pues ha estado bien. Lo único que nos afectó fue el cambio de horario— contestó Elisa.
—Más a ti, Eli. No estás acostumbrada a tanto cambio de horario— comentó vagamente Madie.
—Uy, perdón por no viajar tan seguido como tú lo haces Madison— le siguió el juego.