Capítulo 11

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Tras caminar bastante rato siguiendo la marabunta de muchachos que charlaban cuidándose de no hacer demasiado ruido, llegamos hasta un pasillo que unía este edificio con el colindante, y allí nos introdujimos en una sala enorme llena de sillas de plástico y mesas atornilladas al piso, con muchos mostradores en el fondo. No era el mismo comedor de ayer, sino otro más multitudinario. Casi me había acostumbrado al mal estado del edificio en la parte donde pernoctábamos, pero la calidad y pulcritud de esta parte de la instalación me hizo desear no volver nunca a aquella celda.

Creía que tardaríamos una eternidad en obtener la comida, pero había mucho personal tras las barras y en pocos minutos sostenía una bandeja conteniendo un desayuno que yo mismo había seleccionado entre los disponibles, como si fuera un buffet libre continental; la mayor parte de lo que se ofrecía tenía muy buen aspecto. Había menú para veganos, vegetarianos, celiacos, sin gluten, dietas sin hidratos o grasas, y desde luego que bastante variedad para los omnívoros de toda la vida.

Ya con un croissant integral de queso y jamón york recién tostado, fruta, un gran vaso de zumo de naranja y unos cereales de fibra (que supuse que me harían falta para relajar las tripas) me quedé ahí plantado, mirando el amplio comedor en busca de un sitio para sentarme; y no es que no hubiera sillas libres, es que el sitio que uno escoge para sentarse en el primer día puede marcarle para el resto del "curso", como si esto fuera el instituto.

Allí estaba Ayax junto a Brave; a Knight no lo localice. Ya iba a acercarme cuando el sol reflejando en lo dorado del corto cabello de Dani me llamó la atención y me di cuenta de que se había sentado junto a Moreno. Estos eran los que más conocía y... ¿Hola? No había pensado en ellos desde que nos separamos anoche. ¿Cómo habrían estado?

—¡Hola, compis! —daba gusto poder hablar castellano de nuevo con alguien, exactamente igual que cuando me encontraba algún alumno español durante aquel año que cursé por intercambio en un instituto bretón.

—¡Epa, Kaixo! —saludó feliz el navarro con grata sorpresa, y Fran hizo una seña para que tomase asiento en frente. Había gente cerca, pero entre nuestro idioma común y los asientos que nos separaban de los demás, nos sentíamos como si estuviéramos aislados. Cierto que en España había muchos dialectos y lenguas como el euskera que introducía intermitentemente Dani, o las típicas frases y palabras de Galicia que usaba el Fran, pero eran expresiones tan conocidas en el país que yo casi siempre las entendía sin problemas.

El gallego se había pedido huevos revueltos, tomate frito, pan, algo de fruta adicional y un café, mientras que Dani tenía un par de tostadas con lonchas de pavo y queso tierno, además de un gran tazón de leche con cacao.

—¿Qué tal estáis? O sea, ¿cómo ha ido la primera noche? —pregunté precavidamente, preparándome para algún relato traumático.

—A mí me fue bien; mis compañeros son muy majos. Formaron hace tiempo un club de rol y estaban jugando ayer, así que me permitieron unirme y estuvimos roleando unos minutos hasta que las luces se apagaron. Me han hecho una ficha; soy un elfo clérigo que reite tú* ["ríete tú" con deje navarro]. ¡Tengo ganas de seguir jugando, a ver qué tal!

—¿Qué carallo es el rol, riquiño? —preguntó Moreno frunciendo el ceño.

—Pues... ya sabes. Uno de los participantes va narrando una historia y los demás tienen cada uno un personaje propio y van actuando y diciendo cómo reaccionan a lo que sucede. Por ejemplo, un personaje puede lanzar un conjuro, pegar un espadazo, intentar convencer a alguien de algo... Es como una historia cooperativa con los amigos.

—¡Ah! Ya. Es como un videojuego. ¿¡Tenéis videojueguiños!? —clamó con los ojos muy abiertos.

—No hombre, es todo con la imaginación. Es todo invención, y unas tiradas de dados indican si se puede o no realizar con éxito la...

Barroteferro, La Cárcel del PlacerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora