Si mi padre estaba aquí, me preguntaría que me había pasado, por qué estaba tan desanimado
No podía decirle lo que pasó en la tienda, se volvería loco si le digo que soy homosexual.
Levanté mi rostro con orgullo, no me avergonzaré más de mí orientación.
Abrí la puerta dispuesto a enfrentar a mi viejo, así me corra de la casa, ya nada me importa.
Todo estaba oscuro, suspire aliviado, dejé la bolsa de la ropa y me fui al teléfono.
Me sentía dolido necesitaba hablar con alguien.
-¿Hola?-La voz del otro lado hizo que derramará lágrimas-
-Carl-Me atraganté. Ya le había tomado bastante confianza a él-Te necesito, porfavor vení a casa.
-Junior ¿Qué pasa?-Dijo preocupado-
-No hagas preguntas, solo quiero verte y si puedes trae a Charlie-Sobe mi nariz-
-Le diré y en media hora estaremos allí
-Bien-Colgué-
Me incliné hacia adelante y descansé mi peso sobre las rodillas.
-Blas-Murmuré-Esto fue lo último que te aguanto...
Pasaron los minutos y llego Carl explicando que Charlie no había podido venir.
Lo deje entrar...
-Blas-Gruñó su nombre-
Asentí dolorido
Me contuvo bastante...-El no te acepta como eres, Junior!esto algún día iba a suceder, yo por lo menos lo sabía.
-Okey...-Me quedé pensativo-
-Siempre estaré para ti, Junior-Me miró fijo-
Abrí la boca para responder pero el me la cerró con un beso. Al principio lo empuje pero él era más fuerte, cuando después me dejé llevar. Imaginaba a Blas sobre mis labios.
Sabía que si no me alejaba de Blas los mellizos lo golpearían y esa idea me revolvía el estómago.
Y en ese momento se abrió la puerta principal.
-¡JUNIOR GUERRICO!-chilló mi padre con voz ahogada-
Puse mis manos sobre el pecho de Carl y lo empuje levemente, el se retiró.
-Es hora de que enfrentes y le digas la verdad-Susurró-
Lo miré alarmado, "contarle la verdad" no sabía cómo podría reaccionar mi padre, pero quería averiguarlo, me volteé lentamente, su rostro estaba rojo y sus ojos llenos de furia. Hice un intento de sonrisa y adelanté unos pasos.
Cuando me detuve, estábamos frente a frente. Frunció el ceño con confusión.
-Junior-dijo enojado-Dios mío, ese chico y tú...-Se paso las manos por la cabeza con desesperación-Se estaban... besando...
-Lo sé-Asenti dolido-Pero es lo que me gusta.
Levante la mirada hacia él. Increíblemente, las lágrimas no amenazaban con salir.
Sentí un calor en mi espalda, miré y era Carl estaba conmigo.
-Andate maricon(a Carl)-Me agarró del brazo y me alejo de él-
-Soltame!-Me liberé de su agarre-
-¿Cómo me podés hacer esto Junior?-Dijo enojadisimo-
-¿A caso es un pecado ser gay?Tu me enseñaste que la discriminación es mala y ahora me estás discriminando a mi, a tu propio hijo.
-¡Callate!
Me dio una abofetada que por poco no me hizo girar la cabeza. Me frote la mejilla e hice una mueca de dolor.
Lo miré furioso.
-¿Qué?¿Te duele escuchar la verdad?Soy homosexual y NO ME AVERGÜENZO...
-¿Homosexual?Hijo, por favor-Gritó-No puedes asegurar eso, estás confundido, de seguro encontrarás una chica que te haga sentir amor...
-No quiero ninguna chica-Carl me rodeó con sus brazos-Yo quiero chicos...
Mauro contrajo el rostro con odio, creo que me pasé...
-Bien-Relajó su tensa postura-Si quieres tener sexo con chicos, tenlo. Pero aquí no. Lárgate de esta casa.
-Bien-Lo imité-Me voy, después de todo, detestaba vivir aquí-Dije antes de separarme del brazo de Carl.
Fui a mi habitación y mi padre me siguió.
-Junior, hijo-intento hablar Calmado-Recapacita, no puedes asegurar que te gustan los chicos...
-Solo ¡callate!-Termine de juntar todo-
-Espera hijo...
-No me llames así-Respondi con rencor-Acabas de echarme de tu vida como si fuera un perro y a partir de este momento dejo de ser tu hijo idiota e inocente.
Me volteé con la barbilla en alto y baje las esclaleras.
Al llegar a la sala les hice un gesto a Carl para que me siguiera. Abrí bruscamente la puerta, salimos y la cerré con fuerza.
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Te quiero así, como eres
Genç KurguJunior Guerrico era un chico de 17 años, estudiante aplicado e hijo ejemplar, pero detras de esa fachada de niño bueno habia un gran secreto. Era homosexual. No se avergonzaba de su orientación, pero tampoco la gritaba a los cuatro vientos y, además...