Capítulo 8

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12 de Septiembre del 2015

Me ha dejado herida y confundida la eterna carcajada que sonaba dentro del coche.

—¿Qué es gracioso? — mi frente se arrugó y mi voz se elevó un poco de manera automática porque él ni siquiera se detuvo.

—Lo que dijiste.

—¿Qué dije? — mis brazos se cruzaron y consideré seriamente bajarme ante su actitud.

—La cosa más estupida que se te ha ocurrido en la vida. — aunque ya no se reía, se notaba su diversión en cada aspecto de su cuerpo.

No me podía creer que ese cabrón se hiciera llamar mi amigo y una persona inteligente por tanto tiempo cuando no ha dejado de reírse como si lo que hubiese dicho fuese gracioso.

—¿Inteligencia? — arqueé mi ceja — estas asustado y actúas como un patán—. me defendí.

—¿Asustado de qué? —volvió a carcajearse.

Esa pequeña acción fue suficiente para mí, no iba a durar un segundo más adentro — Porque yo también te gusto.— contesté antes de azotar la puerta.

Acomodé mi mochila mientras caminaba. Nunca me ha gustado que la gente se entrometa, así que evité pensar en lo que ha pasado hace unos segundo tan pronto como caminé en el corredor.

— ¡Emily! — me estremecí, aunque era una voz femenina la que me llamaba, creí por un momento que Jack me había alcanzado.

Paré en seco, volteando a ver a Andrea, la chica nueva a la que ayude ayer, que caminaba a mí. — Hola. — pensé que quiza algo había pasado, por la manera en que corrió hacia a mí y la rudeza con la que me llamó.

— ¿Cómo estas? — suspiró dandome una sonrisa. Aunque lucía agitada, no perdió su postura y solo se agitó un poco.

— Bien.

— Que bueno que te encuentro, estaba pensando que tendría que ir sola al salón de clases. Y yo no tengo amigos ¿Te molesta o tus amigos son posesivos? — noté cómo acomodo su mochila y la manera en que su pelo se movió con el impacto de su movimiento.

Su cabello era bonito. Andrea era bonita. Incluso se parecía un poco a Hanna.

La unica diferencia entre ambas era de actitud. Hanna siempre actuaba como una chica linda, Andrea era más sexy. Y no estaba traumada.

— Emily, si quieres me puedo ir.

Parpadeé. — No tengo amigos

— ¿Y por eso te quedaste callada tantos segundos? — cruzó sus brazos y me dio una mirada divertida.

— Es más dícil de lo que parece. — contesté.

Nunca había conocido una persona tan directa como Andrea, en solo un día pude notar la clase de persona que era. Facilmente podría ser la medida exacta entre Hanna y yo, y eso era demasiado agradable.

Su horario era muy similar al mío, por lo que estuvimos juntas un largo rato y agradecí que ella se mudara a esta ciudad porque ya me estaba sofocando de no tener con quién charlar o caminar en la escuela.

— Podemos ir a mi casa a ver películas. — propuse. Estabamos paradas frente a su locker después del cuarto periodo.

— No creo que saltarse una materia de dos horas en mi primera semana de clases sea una buena idea, Emily.

— Dijiste que no querías entrar. —argumenté. Ambas teníamos una clase que odiabamos y como mi mamá y mi tía no estaba, no habría nadie en casa para saber que habíamos faltado.

— ¿Y tu mamá esta de acuerdo con que faltes a clases? Porque el problema podría ser más tuyo que mío.

— Ella no esta.

— ¿Y qué? ¿Me vas a llevar a ver porno o algo así? — me sonrojé.

Por un momento me pregunté si lo decía en serio pero entonces la escuche reír muy fuerte. Entonces me sonrojé más, no era la primera vez que una persona creía que le estaba coqueteando.

— No . — soné un poco dudosa. — Es decir, no. Podemos entrar a clases. Tal vez deberíamos hacer eso en lugar de irnos juntas a mi casa.

— Cálmate, estas tan nerviosa que ya empezaste a decir más cinco palabras en cada oración.

— Okey.

— Vamos a ver peliculas. — cerró su locker. — Emily, no sé dónde queda tu casa, así que deberías guiarme tú a mí. — se burló.

Mientras tanto mi cabeza daba vueltas pensando en lo que acababa de pasar.

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Me sentí tan desesperada en la habitación que decidí bajar por un vaso de agua y una vez al lado del refrigerador empezó a surguir la necesidad de decir lo que tanto me mataba. Hace horas que Andrea se había ido y entonces el estar sola me había torturado a maquinar y pensar en todas las cosas que no sabía que habían dentro de mí.

— ¿No vas a hablar conmigo nunca?. — el celular quemaba en mi oreja pero yo estaba muy preocupada mordiendo mis uñas para enterarme.

Eran las cuatro de la madrugada y no había dejado de dar vueltas en la cama pensando en todo lo que acababa de descubrir el día anterior.

— Tú fuiste la que se bajó del auto escandalizada. — podía escuchar su voz cansada del otro lado de la línea. Sé que él no esperaba mi llamada.

— No estoy lista para oír tus sabías opiniones. Escuchame.

— Desde cuando hablas tanto. Solo estuvimos un día sin hablar. — Jack resopló. Puedo imaginar que acababa de sentarse en su cama porque sabía que sería una plática larga.

Mi corazón latía a mil. Había repasado unas pocas veces el orden en que las palabras saldrían pero ahora no sabía que contar y que no.

>> Me estas asustando ¿Qué pasa?

— Jack, tenías razón.

— Siempre tengo la razón ¿desde cuándo te espanta?

— Jack. No estoy enamorada de ti. Me acabo de dar cuenta de que soy una loca de los hombres.

— Que bueno que te diste cuenta. Ya era mucho para que no lo notaras. ¿Por qué crees que me causó tanta gracia.

— Jódete, cabrón. — colgué.


Mi cabeza cada vez se sentía más nublada, Jack no me había ayudado.

No voy a dormir esta noche, necesito pensar las cosas más.

No puedo creer que casi haya besado a Andrea.

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