Capítulo 13

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22 de Septiembre del 2014

La biblioteca estaba vacía en la mañana, el libro del Quijote aún no regresaba a su estante incluso después de tantos días, llegué temprano porque mamá me vino a dejar. De Ryan no sabía nada desde ayer en la mañana.

Cuando salí a matar el tiempo me encaminé a la cafetería y pude notar en la fila de la caja que Andrea y Brenda se encontraban en una mesa conversando. Me parecía tan extraño verlas juntas, que se cayeran tan bien. 

—No te pedí disculpas por robarme el libro y restregártelo en la cara todos los lunes. —escuché detrás mío en la línea, era Steven cargando a Cervantes en sus brazos. Me sacó de lugar el verlo dirigirse a mí, pensé que jamás nos saludaríamos por los pasillos de esta escuela —Aun no lo termino pero podríamos leerlo después del ensayo en la biblioteca, me faltan solo las referencias.

No alcancé a contestar cuando tuve que dar el dinero justo después de la orden y caminé afuera esperando su turno, dispuesta a buscar mi aula y el la suya. —Te veo en el salón de música a las tres, con suerte serán las cinco cuando tengamos que leer.

Sonreí en el inicio del pasillo y me despedí de él con la mano, alejando la vista cuando se alejó. No tomó mucho llegar a mi locker y como estaba cerca de la entrada, pronto noté en el estacionamiento la camioneta de Jack y fuera de esta a su dueño con Ryan. Mi plan había ayudado a que al menos ellos se llevaran bien de nuevo. 

—Hola, chicos. —me acerqué a ellos y me di cuenta de que no era un buen momento. Jack se veía inquieto y caí en cuenta de algo. Él y Andrea estaban peleados.

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—La soda no es buena para tu garganta. Sobretodo porque vamos a cantar. —dijo Steven mientras acomodaba los micrófonos e instalaba el audio. 

—Me duele un poco la cabeza. — murmuré sentada en un banco, sin mirar nada más que mis pies. Hablar con Ryan y pedirle disculpas no fue fácil.

Mi celular vibró, Andrea me había mandado mensajes en la tarde para ver si podíamos reunirnos en mi casa, y Jack se ofrecía a que nos viéramos en la suya al mismo tiempo. No podía darle ventaja a ninguno o sería ponerme de su lado. Le quité el sonido. 

—Podríamos ensayar otro día. — me contestó dejando de colocar las cosas y esperando mi respuesta.

—No hemos ensayado en toda la semana y el lunes tenemos revisión. No quiero que salga mal nada antes de la presentación. Además el salón no será rentable para nosotros en adelante.

—Tú eliges. —suspiré. 

Le ayudé a acomodarlo todo y revisar. Mentalmente hice un esfuerzo grande para interpretar la canción a su debida manera, el avance fue grande, de cierta manera el miércoles habíamos agarrado mucha confianza con el alcohol de por medio, hablando de tantas cosas sin sentido pero que teníamos en común. Pasamos minutos ahí, dando vueltas sin hablar de nada más que de nuestro trabajo.

—Por cierto, no me dijiste cuál era tu problema la otra noche. —cuestioné durante la pausa.

Vi su cuerpo tensarse —Nada, ya se resolverá.

No pregunté más y miré la hora en mi reloj, ya era tarde. Quizá más que un receso, debíamos terminar —Vamos a la cafetería a que despejes tu mente. El Quijote igual me lo leo en internet.

Sentía demasiada empatia, Steven casi no hablaba y pocas veces hablaba de su vida personal, pero su cuerpo emanaba cansancio, como si tuviera que lidiar con la vida de alguien más.  Algo que yo sentía cuando no dejaba ir el recuerdo de Hanna. Tal vez había perdido a alguien.

—Nos tardaremos más en ir y regresar que lo tenemos de descanso. —no pidió permiso, estaba diciendo que nos quedaríamos hasta más tarde. 

El ambiente era tenso, él miraba su teléfono y yo no quería mirar el mío para nada.  —¿Cuál es tu color favorito? —pregunté esperando que no me ignorara en los quince minutos.

—Rojo. Como el de tu blusa. —me contestó mirándome, y cada vez se me hacía más difícil convencerme a mi misma de que no pasaba nada. Que conocernos solo era comer juntos para poder cantar una canción. —¿El tuyo?

—Igual. —mordí mi lengua intentando no llevar esto más lejos, estaba hipnotizada ante su cuerpo, su mirada y no debí acercarme más.

Seguí haciendo preguntas simples, para conocernos y relajarnos un poco, sin darnos cuenta habíamos gastado veinte minutos en ello.

 —Creo que deberíamos dar una ultima pasada e irnos. — dijo Steven cuando notó la hora en el reloj de la pared. Asentí, prendiendo de nuevo el aparato y parándome frente a él. 

Fue orgánico, natural y cautivador, la ronda estaba llena de gestos asombrosos. Él sonreía más y yo me sonrojaba, nos acercábamos y alejábamos en el tiempo correcto. Cada palabra dicha era una nueva incógnita, estaba parada tan cerca de él queriendo besarle y en su mirada podía asegurar que también lo quería. Dejamos de cantar y entonces caí en cuenta de qué había pasado.

Él se movió y me sonrió acomodando el cable. —Él lunes tendremos algo digno que mostrar.

Estaba muy confundida, no sabía si la reacción había sido actuada o genuina, pero al alejarse cortó toda posibilidad de un beso.

—Te ayudo a acomodarlo. — me ofrecí viendo como comenzaba a desarmar cada parte del equipo de sonido. Al tomar el micrófono inicial nuestras manos rozaron, lo miré a los ojos y me acerqué con lentitud, entrecerrando la mirada. 

Cuando abrí mis ojos no había nadie, Steven había tomado su mochila y se fue, dejándome parada en medio del salón. Confundida y sola.

Pensé entonces que llevaba mucho sin estar involucrada en su vida, y que definitivamente tenía que darme el tiempo para enamorarse bien, por una vez en mi vida no quería apresurarme como siempre.

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