CINCO

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Estaba deseando volver a verla. Me había pasado todo el día buscándola por el instituto y apenas podía pensar en otra cosa. Yo tenía los ojos azules, pero los suyos eran una pasada, además a Alain le caía bien esa chica y eso era genial, por que a mí me gustaba mucho. Estaba decidido a que esa chica fuera mía. Por ello, tiré de la información que Alain me había dado y me presenté en la librería donde la chica trabajaba como dependienta cada tarde. Salí del SUV y tardé dos minutos en entrar en la librería y apenas uno más en dar con ella.

Estaba inclinada sobre un mostrador de madera maciza y leía un libro, por suerte para mí la librería era pequeña y no había más de dos clientes más allí dentro. Mis pensamientos no le hacían justicia por que era atractiva, muy atractiva, tuve inmediatamente una reacción adolescente y me pene se removió dentro de mi pantalón en cuanto me imaginé como sería follarla contra ese mostrador.

—Lip Steig—la chica levantó la vista y se quedó desconcertada durante un momento al veme allí.

—Elena—sonreí—. ¿Ves?, me acuerdo de tu nombre.

—Eso sí que es una novedad—se burló ella un poco nerviosa. Bien, la ponía nerviosa y esa era una buena señal—. ¿En que puedo ayudarte?

—Buscaba algo—le dije mientras la estudiaba. La chica llevaba puesto uno Jeans ajustados de color negro y una camisa blanca de manga corta y botones azules. Tenía un cuerpo de infarto, largas piernas, cintura estrecha y tetas firmes. El pelo lo llevaba atado en la nuca en una coleta, le caían unos mechones por la frente de una manera sexy.

— ¿Y qué buscabas?—la chica me estudió un momento y dejó la boca entreabierta y tuve ganas de cerrársela de un beso.

—A ti—sonreí con picardía—. No he dejado de pensar en ti desde el chocazo del otro día.

Elena suspiró profundamente e intentó calmarse para que pareciera que no estaba alagada por mi comentario.

— ¿Has decidido que yo voy a ser tu nueva conquista de esta semana, Lip?—me preguntó con ironía. Yo sonreí.

— ¿Acaso es raro que te diga que me gustas de verdad?—le solté sin ninguna vergüenza, yo no tenía vergüenza a la hora de conquistar a una chica.

—Sería raro que yo te creyera—cada puya de la chica solo hacía que me gustara más y más, y supe que merecía la pena.

Me puse un dedo en la boca y me permití mirarla ociosamente durante un momento.

— ¿Porqué no ibas a creerme?, te estoy contando la verdad—impuse por encima de sus pestañas repletas de recelo.

La chica se sonrojó de vergüenza y llegó mi momento, se había quedado sin palabras y eso era un punto a mi favor.

—Tómate un café conmigo—le propuse.

—Estoy trabajando—obvió ella señalando en un gesto toda la tienda.

—Te espero—insistí—. No tengo prisa, puedo esperar a que cierres.

— ¿Y no tienes nada mejor que hacer?—Elena arqueó una ceja de un modo divertido y mi pene sintió una nueva corriente.

— ¿Mejor que esperar para tomar café con una chica guapa?—ironicé de una manera picante—. No, no tengo nada mejor que hacer.

Ella guardó silencio otra vez.

—Estaré por aquí—dije dando un paso para atrás y señalando una estantería.

—No te he dicho que sí—me contestó sonrojada y apresuradamente.

—Tampoco me has dicho que no—rebatí. Jamás me había sentido tan atraído por nadie, ni siquiera por Alice, que era guau..., pero Elena era diferente, algo de ella me llamaba la atención, era su picardía de niña inocente y soberbia.

CRÓNICAS STEIG "LIBRO UNO"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora