OCHO

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Voy a saltarme las primeras clase, por que tengo un examen a la hora de comer y quiero estudiar un poco antes de asistir—le dije a mis padres a la hora del desayuno antes de morder un sabroso cruasán de chocolate.

— ¿Y ese el motivo de que no te hayas arreglado aún para ir a clase?—me preguntó papá mientras olía su primera taza de café.

—Aja—solté con la boca llena.

Steig dobló el periódico y me miró fijamente. Yo esperé, él sabía que yo no me quedaba en casa para perder el tiempo, sabía que lo de estudiar iba en serio, por lo que aquello era por otra cosa.

— ¿Por eso está el salón lleno de papeles y libros?—ironizó él poniendo mala cara.

—Adrien vino cuando estaba estudiando y no pude decirle que no a la proposición de enseñarle la ciudad, ¿te recuerdo de quien es la culpa?, y tenía pensado volver más tarde para seguir estudiando, pero recibí un mensaje diciendo que ya tenía planes de una cena, ¿te recuerdo de quien es la culpa?—puse los ojos en blanco y le miré fijamente con carita de cordero degollado.

—Quiero que lo recojas todo cuando acabes—ordenó sin ninguna condescendencia—. La gente de esta casa no está para ir detrás de ti recogiendo cosas por mucho que tengas que estudiar, ¿te ha quedado claro?

Aparté la mirada ofendido por sus palabras, yo siempre recogía todo, no lo había echo la tarde anterior por que tenía la idea de volver allí, eso era todo.

—Alain, contéstame—me pidió alzando un poco más la voz.

—Me ha quedado claro—afirmé de mala gana mientras me paraba para dirigirme a la sala de estar.

—Alain—Steig me llamó y yo me giré—. Si no va a poder llegar a tiempo para comer, ¿te parece bien si te recojo y comemos juntos?

—No sé cuanto tiempo durará el examen—contesté con recelo. Steig quería algo, o hablar de algo, él no daba puntada sin hilo—. Cuando termine, puedo recogerte yo si quieres.

—Bien—accedió. Yo me dispuse a salir y Lip a seguirme—. Siéntate Lip, tenemos que hablar.

Lip contuvo su genio y se dejó caer en la silla de mala gana. Me echo una mirada que decía, "Genial, ahora me toca a mí" y luego yo salí de allí con una sonrisa en la boca por las idioteces de mi hermano.

Cerré la puerta de la sala de estar para que nadie pudiera molestarme mientras estudiaba. Lo hice, me puse mis gafas de leer y recuperé mis libros y mis hojas de apuntes y me puse manos a la obra, era increíblemente capaz de absorberme entre lo que tenía en manos sin que nada más me importara. Así pasé buena parte de la mañana, hasta que todo el temario se quedó gravado en mi mente. Estaba repasando por quinta vez, cuando el sonido el telefonillo de la portería sonó. Alguien descolgó y habló con Peter durante unos minutos. Todo quedó en silencio otra vez hasta que el timbre de la puerta sonó dentro de casa.

—Cariño—papá hizo sonar la puerta de la sala con fuerza para que yo levantara la cabeza.

—Pasa algo—no me gustaba que me interrumpieran mientras estudiaba por lo que algo importante debía de pasar.

—Han traído algo para ti, ¿puedes salir para firmar el recibo al mensajero?—me preguntó mi padre con una sonrisa.

Me levanté del suelo y le seguí hasta el hall, allí, papá torció hasta dentro del despacho de Steig, aunque dejó la puerta abierta, y yo me dirigí hacia aquel hombre. El tipo era un chico joven y moreno que evidentemente estaba emocionado por haber podido entrar en la casa del multimillonario aunque solo fuera para poder entregar un paquete a su mimado hijo.

CRÓNICAS STEIG "LIBRO UNO"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora