CATORCE

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Escuchaba el sonido de la fusta estallar cada vez que cerraba los ojos, casi había pasado la noche en vela, en parte por eso y en parte, por que cuando Lip había ido a buscarme al apartamento de Adrien, eran ya las cuatro de la mañana. Suspiré y me levanté de la cama de una vez, no era más de las ocho de la mañana, me metí al cuarto de baño y me miré al espejo, estaba realmente horrible. Cuando me aburrí de mirarme en el espejo, salí fuera del cuarto.

—Eh—Steig me llamó desde la cocina. Era sábado, pero aún así, mi padre se había levantado temprano, ya desayunaba y leía el periódico sentando en la mesa. Beatrice estaba ya haciendo sus tareas.

—Buenos días—me metí allí y le di un beso en la cara para saludarle.

—Hoy parece que madrugamos todos—dijo él con retintín—. ¿Acaso la fiesta se terminó pronto?

—Más o menos—mentí—. ¿Qué pasa, Lip y papá ya se han levantado también?

—Lip sí—dijo—. Está arriba, en el gimnasio, me lo he cruzado cuando yo ya bajaba.

Sabía que no había subido solo, por que Steig no le hubiera dejado, por lo que me ahorré de preguntar.

—Papá sigue dormido—continuó él mientras sorbía el café—. ¿No vas a desayunar?—preguntó señalando una silla.

—Em, no—contesté. No tenía cuerpo para nada en aquellos momentos—. En realidad iba a subir arriba a nadar un raro—él me miró mal—. Lip está arriba, no estaré solo y desayunaré cuando baje.

Steig puso mala cara pero asintió de buen humor. No sabía a que se debía su repentino cambio de humor, pero me gustaba, le veía más feliz y eso me alegraba, sería a causa de algún buen negocio...

—Alain—me llamó de nuevo y yo me volví—. Jason sigue enfadado por lo del otro día, te aconsejo que hables con él.

Asentí con recelo y salí de allí. Tenía que llamar de todos modos para que me abrieran en el gimnasio, por lo que aproveché para entrar en cuanto me dieron permiso. Carl estaba sentado a los monitores, Ted estaba sentado en el sofá leyendo el periódico y Jason se paseaba tras Carl, mirando los monitores con atención y con un café en la mano. Los tres me miraron fijamente.

— ¿Querías algo, Alain?—dijo Jason con voz hosca. Sí que estaba enfadado aún. Me había pedido que fuera a hablar con él y no lo había echo, por lo que supuse que eso habría aumentado su enfado, yo le quería y me disgustaba que estuviera así.

—Quería subir arriba—dije tímidamente—. Lip y Theo ya están, y Steig me ha dado permiso.

—Carl te abrirá—respondió sin mirarme. Me removí incómodo pero no me giré para marcharme—. ¿Algo más?

Me acerqué hasta la mesa y señalé una caja de galletas que había allí encima. Las reconocí de inmediato.

—Seguro que la ha hecho tu mujer—hablé. Jason se giró y me miró con recelo y mal humor—. ¿Puedo coger una?

Jason suspiró cavilando mis intenciones y caminó hasta mí con los brazos cruzados bajo el pecho, empujó la caja en mi dirección y luego me miró fijamente.

—Habla—ordenó.

Yo agarré una galleta y jugué con ella entre mis dedos nerviosos.

—Sé que estás disgustado por lo que hice—comencé—. Te dije que subiría en un momento y no lo hice, sé que te preocupaste por mí y lo siento mucho, no fue mi intención que te preocuparas, por favor, perdóname.

—Yo conducía el coche en el que tus padres te trajeron del hospital—contó de nuevo el hombre—. Te he visto crecer y me he preocupado por ti siempre. Tú siempre has sido rebelde, pero nunca habías echo algo como esto, y ese chico no me gusta, no me parece buena compañía para ti, me pusiste en un compromiso con tus padres y además sufrí todo el tiempo hasta que regresaste por la noche, fue muy feo y descortés tu comportamiento, no sé si se me pasará el cabreo con una simple disculpa.

CRÓNICAS STEIG "LIBRO UNO"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora