EPÍLOGO

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Va, ábreme, te estas comportando como un niño pequeño—me reprendió mientra golpeaba en la puerta con todas sus fuerzas.

—Lárgate—tiré una zapatilla y esta rebotó en la puerta y cayó al suelo—traidor.

—Por favor—Alain golpeó de nuevo la puerta y yo gruñí exasperado—. Abre y hablemos de todo esto.

Caminé a paso lento hasta el otro lado de la puerta y apoyé la espalda contra ella, así, me dejé caer al suelo.

—Has cambiado—le recriminé—. Te comportas como un pervertido, me ocultas cosas, me mientes y ahora te marchas y me dejas solo. Estoy muy enfadado y no quiero verte ahora mismo, lárgate.

Sentí un montón de sentimientos dentro de mí. Quería abrir y abrazar a mi hermano, contarle lo de Elena y arrojarme a sus brazos para que me consolara. Pero por otro lado, él me había decepcionado tanto como la chica. Había roto nuestro trato, el pacto que nos unía y que hacía que en cierto modo, siempre fuéramos solo él y yo. Mi hermano, mi confidente y mi mejor amigo, él y yo. Pero me había demostrado que solo había pensado en él, me había mentido y traicionado y todo para caer en brazos de un pervertido que le ataba y le azotaba para satisfacerse sexualmente, me pareció repugnante que alguien le hubiera echo eso a mi hermano, me quité esas ideas de la cabeza a toda prisa.

—Por favor, no seas idiota—me regañó otra vez—. Ábreme, te prometo que te lo contaré todo y entenderás mis razones.

—No quiero oírte—gruñí—. Ni tampoco quiero saber tus razones. Te vi con esas solicitudes, puede que les engañes a ellos, pero yo sé tus intenciones, no vas a volver después del verano, eres un mentiroso.

—No es cierto, sí que voy a volver—repuso mi hermano al otro lado—. Por favor, Lip, abre la puerta y hablemos.

—No quiero—grité—. Ya, vete, déjame en paz.

Bum. Bum. Bum. Alain volvió a golpear la puerta con el puño como un energúmeno.

—Que no te voy a abrir—le grité con todas mis fuerzas.

—Ya, cielo—la voz de papá se escuchó segundos después al otro lado con gran preocupación—déjale, está enfadado, es normal, es una noticia que nos ha pillado a todos por sorpresa. Entrará en razón, solo necesita algo de tiempo. Ve a tu cuarto.

Mi hermano bufó y yo me levanté del suelo y me fui hacia la mesilla. Agarré mi móvil y vi que tenía varias llamadas y mensajes de Elena. Me deshice de todo sin leerlo, no quería volver a saber nada de esa chica, ¿Por qué todo el mundo mentía?, ¿Acaso era de verdad tan descarado y tan malo decir la verdad?, borré su número y tiré el móvil sobre la cama.

—Lip, cielo—papá volvió a llamar a la puerta—. ¿Me abres a mí?

—No—contesté lo suficientemente fuerte para que me pudiera oír bien desde el otro lado—. Por favor, vete, quiero estar solo y no quiero hablar con nadie.

— ¿Estás bien?—insistió papá con la voz algo apenada.

—Perfectamente—mentí.

Escuché el fuerte suspiro de agotamiento que papá soltó antes de que sus pisadas se escucharan por el pasillo. Yo me tumbé sobre la cama y me puse los auriculares del Ipod. De repente cerré los ojos y dejé que mi mente se despejara con la música de "The Wanted". No quería pensar en nada, ni en nadie. En lo falso que se había portado Alain conmigo durante todas aquellas semanas, maldije a Adrien Doherty por haber cambiado de aquella forma a mi hermano. También tuve pensamientos de rabia contra Elena, contra una chica a la que me había abierto en canal mientras ella se dedicaba a exprimirme y a sacarme las entrañas con una doble cara. Tenía el corazón hecho pedazos, y por mucho que me hiciera el fuerte, el gracioso, el canalla, el groseramente pícaro...en aquel momento estaba sufriendo de verdad. Una lágrima rodó por mi mejilla.

......................

Adrien había sucumbido a mis amenazas. Había pasado una semana desde que había ido a su apartamento y no me había llamado, ni me había ido a buscar, nada de nada. Era lo que yo le había pedido, y una parte de mi estaba agradecido, esa parte no quería volver a verle. Pero la parte que seguía enamorada, deseaba con desesperación que entrara por la puerta de mi casa y me arrastrara con él a la fuerza para sacarme de allí y me llevara con él. Apreté los ojos y cerré con fuerza la cremallera de la maleta que había sobre mi cama.

— ¿Estás listo?—me preguntó Steig apoyado sobre el marco de la puerta de mi habitación.

Me marchaba aquella tarde a Nueva York, y no llevaba mucho equipaje. Solamente ropa y calzado de verano, por lo que solo me había preparado una maleta y una bolsa de viaje con mis libros, mi portátil y mi Ipod de música.

—Sí—respondí forzando una sonrisa.

—Bien—me correspondió él con otra sonrisa y luego se separó de la puerta—. Te espero en el salón.

Asentí y él se marcho. Yo agarré mis cosa y cerré mi cuarto, suspiré y salí de allí hacia el salón. Allí dejé mis cosas, Jason las recogió a toda prisa para bajarlas hasta el coche.

—Podía haber comprado un billete en un vuelo regular—me quejé ante la ostentosidad de mi familiar.

—Tenemos un Jet privado—me riñó Steig con la mirada—. No digas tonterías.

— ¿Y Lip?—pregunté.

La relación con mi hermano tampoco pasaba un buen momento. Lip me evitaba la mayor parte del tiempo, y las veces que no me evitaba—las comidas y las cenas—pasaba completamente de mí. Apenas me había dedicado dos palabras desde la noche en que anuncié que me marchaba, y normalmente se reducían a "pásame la sal", y "no quiero hablar contigo".

—Está en la sala de juegos—me contestó papá.

Asentí y crucé el pasillo hasta allí con decisión. Abrí la puerta y vi como me miraba de reojo, en cuanto vio que era yo, pasó de mí y siguió jugando su partida de fútbol.

—Ya me marcho—le comenté en un susurro—. Vengo a despedirme.

Lip guardó silencio.

— ¿No vas a decirme nada?—pregunté inquieto, mientras me retorcía los dedos de las manos.

Lip guardó silencio.

—Muy bien—me acerqué a toda prisa e intenté darle un beso en los labios, el chico giró la cara, yo suspiré y se lo di en la mejilla—. Adiós, te quiero y te llamaré cuando llegué.

Lip se removió cuando me vio salir de allí con decisión. Creo que esperaba que me arrepintiera de mi decisión en el último momento, y supe que estaba deseoso por correr tras de mí, pero era muy cabezota y orgulloso como para hacer eso. Tomé aire con tristeza y cerré la puerta.

—Adiós cariño—papá me dio un abrazo—. Buen viaje, y por favor, llama en cuanto aterrices.

—Claro—contesté recibiendo su lluvia de besos—. Te quiero.

—Y yo a ti, cielo—me besó una vez más y luego me acompañó hasta el ascensor.

Allí subí junto a Steig para bajar hasta el garaje donde nos esperaba Jason con el SUV preparado para llevarnos a la pista privada que la familia tenía en el aeropuerto. Papá me lanzó un nuevo beso y yo me despedí agitando la mano. Pude ver de reojo como Lip se asomaba de tapadillo por la esquina del pasillo antes de que las puertas del ascensor se cerraran.


CRÓNICAS STEIG "LIBRO UNO"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora