SEIS

292 31 0
                                    


Tocaron a la puerta, pese a que estaba abierta y levanté la vista del libro de historia del arte. No había nadie de la familia en casa y yo había decidido estudiar en la sala de estar. Steig estaba en la empresa, papá desde que había sacado su nuevo libro se la pasaba de allí para acá haciendo presentaciones y firmando ejemplares, no estaba en casa y no sabía cuando iba a volver y Lip..., Lip había llegado muy raro la noche pasada, aquel día apenas me había hablado de nada y ahora estaba en el gimnasio levantando pesas.

—Tienes visita, Alain—dijo Jason dibujando una sonrisa en su cara.

Estaba sentado en suelo e inclinado sobre la mesita auxiliar de la sala de estar, todo a mí alrededor estaba lleno de apuntes sobre el último examen de historia del arte de aquel curso. Me quité las gafas de leer y las dejé sobre la mesa.

— ¿Para mí?—pregunté extrañado mientras me restregaba el puente de la nariz para aliviar la presión de las gafas—. ¿Y quien es?

Jason dio un paso hacia dentro y puso mala cara.

—El joven Adrien Doherty—susurró el hombre. El guarda puso mala cara, no por que aquel chico no le gustara, si no por que sabía que no me gustaba a mí—. ¿Quiere que le invite a pasar?

Me hubiera gustado decir que no, y que se fuera de allí, pero eso disgustaría a Steig muchísimo, así que torcí el gesto y suspiré de mala gana mientras asentía.

—Que remedio—dije a cambio.

Jason me soltó una sonrisa de ánimo y luego se marchó. Miré hacia la nada mientras esperaba a que el chico entrara en el salón. Me restregué los dedos de una mano como si llevara aceite en ellos y entonces Adrien entró. Primero pasó con timidez, cuando vio que estaba solo se metió en el cuarto y se puso frente a mí.

— ¿Qué haces aquí, Adrien?—pregunté con dureza y cierta cautela.

Adrien esbozó una sonrisa de oreja a oreja y apretó la barbilla fuertemente haciendo que su mentón se intensificara.

—Le prometiste a Steig que me enseñarías la ciudad, no tengo amigos, ¿recuerdas?—me contestó impasible mientras pestañeaba lentamente.

—Pero ahora no puedo—le dije señalando los libros—. Esta semana tengo un examen muy importante.

Adrien se adelantó un poco y le echó un vistazo a mis papeles.

—Historia del arte—dijo en voz baja con un cierto tono de humor. Hizo una pausa para evaluar mi reacción antes de continuar—. Muy bonita la asignatura, pero no creo que a Steig le parezca bien que incumplas tu palabra, además, estoy seguro de que te vendrá bien un descanso.

— ¿Me estás chantajeando con ir con el cuento a mi padre si no salgo contigo?—pregunté furioso mientras le escudriñaba con la mirada.

—Chantajear es una palabra muy fea—se burló él—. Yo lo llamaría más bien una invitación a un café.

—Son las cinco de la tarde—repuse yo levantado una ceja.

—Pues a un helado, o un refresco, o un batido...—repicó él con las intenciones y las ideas muy claras—. Seguro que en Vancouver encontramos algo que tomar mientras charlamos y me enseñas la ciudad.

Desvié la mirada enfadado por que sabía que no tenía opción, se lo había prometido a Steig, para él era importante al parecer agradar a la familia de Adrien, no podía fallarle.

—De acuerdo—contesté con recelo—pero solo un rato.

Me levanté del suelo y el chico hizo el amago de ayudarme. Yo le detuve con la mano para que no se acercara. Dejé todo como estaba para seguir más tarde y salí al hall con el chico pisándome los talones. Ya estaba recogiendo mis cosas del llavero cuando la puerta de los guardas se abrió.

CRÓNICAS STEIG "LIBRO UNO"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora