Cuando abrí los ojos me quedé contemplando durante varios minutos las sombras que la luz de la noche, y que entraban por las rendijas de la persiana, proyectaban en el techo. Miré a mi lado poco después, Adrien estaba tumbado junto a mí en la cama y en la misma posición en la que yo me había quedado dormido, el chico también dormía placidamente. Adrien no era ningún musculitos, pero tenía que reconocer que estaba bien formado. Estaba bronceado y tenía una fina línea de bello corporal que bajaba desde el centro del pecho hasta más abajo del ombligo. Me quedé mirando por un momento el tatuaje chino que llevaba en el cuello y me pregunté que querrían decir aquellas letras, también me fije en que se había quitado el pendiente de la oreja, pero que seguía teniendo el agujero.
Me levanté sin hacer ruido y salí del cuarto tal y como iba, desnudo.
Miré a mí alrededor con curiosidad. Me dirigí hacia los dos estantes empotrados exactamente iguales, uno a cada lado de la ventana, estaban repletos de libros. Me acerqué y pasé un dedo por ellos, luego me crucé de brazos y miré por la ventana hacia el cielo oscurecido. Mi teléfono soltó un pitido agudo y yo corrí hasta el cuarto para ver quien era. Cuando entré, Adrien estaba incorporado en la cama, sin duda el silbido de mi teléfono lo habría despertado.
—Perdona—dije mientras me agachaba para recogerlo del bolsillo de mis vaqueros.
Aproveché, antes de mirar el mensaje, para ponerme los calzoncillos.
—No pasa nada—dijo él antes de soltar un bostezo—. ¿Estabas en el baño?
—En realidad estaba curioseando—contesté con una sonrisa y evitando mirarle.
*¿Donde coño estás?, te estamos esperando y Steig está furioso. Lip*
— ¿Y has encontrado en mi casa algo que te guste?—me preguntó mientras yo leí el mensaje y contestaba a él.
*Voy de camino, ahora te cuento. Lo siento. Alain*
Se me hizo un nudo en el estómago, hasta entonces no me había dado cuenta de lo tarde que era.
—Sí—le conteste a Adrien—. He encontrado algo que me gusta.
Sonreí con timidez y picardía y comencé a vestirme.
— ¿Te marchas?—me preguntó mientras se sentaba encima de la cama a toda prisa.
—Sí—dije del mismo modo—. Mi familia me espera para cenar y Steig no es una de las personas más pacientes del mundo. Tengo que irme.
—Um—el chico me miró con recelo y asintió mientras se agarraba las rodillas como un niño pequeño—. Vale.
—Bueno—terminé de vestirme y me planté frente a la cama—umm, esto me marcho ya.
— ¿Quieres que te lleve?—el chico se lió la sábana a la cintura y se puso delante de mí.
—Por favor—supliqué sabiendo que con su ayuda llegaría antes a mi casa.
Ambos reímos nerviosos y luego alzamos la mirada al mismo tiempo y nuestros ojos se encontraron. Podía verle los puntitos pecosos de la nariz, y las motas de brillo producidas por la excitación, en sus ojos.
—Voy a vestirme—dijo el chico mientras se agachaba y cogía su ropa del suelo.
El chico terminó de vestirse y luego me agarró con confianza de la mano y me sacó del cuarto sexual del dolor y cerró con llave. Cinco minutos después ya habíamos abandonado el apartamento y nos dirigíamos a toda velocidad hacia el Harbour.
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CRÓNICAS STEIG "LIBRO UNO"
Novela JuvenilLAS AVENTURAS DE LOS STEIG CONTINUAN CON SUS HIJOS