VEINTIUNO

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Me tumbé sobre la cama boca abajo y comencé a llorar. Los celos de Adrien me golpearon en la cabeza, unos celos infundados y estúpidos, me había dejado, ¿no?, no lo sabía con claridad, todo había sido muy raro y desconcertante, ese desconcierto me hizo llorar aún más, me abracé a la almohada y me apreté con fuerza contra ella.

—Ay, bebé—Lip abrió la puerta al escucharme sollozar y se tumbó tras de mí—. ¿Qué ocurre, qué ha pasado?

—Nada—respondí.

— ¿Te ha hecho algo malo?—Lip me agarró del cuerpo y me obligó a girarme para quedar cara a cara con él. Yo intenté restregarme las lágrimas, pero fue inútil, él me vio llorar.

—Se ha enfadado por la situación—respondí con seguridad mientras negaba con la cabeza a su anterior pregunta—. No le gusta que estemos tan unidos, está celoso—el chico levantó una ceja extrañado de que alguien fuera capaz de pensar que entre mi hermano y yo pudiera existir algo más que la relación fraternal—. Es ridículo lo sé, pero no he podido convencerlo de que no hay nada y creo...—tragué saliva—. Creo que me ha dejado.

Lip suspiró y se pasó las manos por el pelo, segundos después me agarró con suavidad y me abrazó, yo apoyé mi cabeza contra su pecho, como siempre, era algo que yo necesitaba de él en aquel momento.

— ¿Quieres que haga algo?—me preguntó mientras me paseaba las manos por el pelo—. Es un idiota, pero si quieres puedo hablar con él, o pegarle, ¿quieres que le pegue?, por favor, dí que sí.

—No—bufé—. No quiero que le pegues. Está disgustado por lo que ha pasado, quizás se le pase.

—Y si no se le pasa, peor para él—añadió mi hermano, bajando la boca y besándome en la cabeza—. Tú eres mucho mejor.

No contesté, me limité a quedarme allí abrazado a él con mucha fuerza, el latido de su corazón era muy reconfortante.

—No llores, por favor—me suplicó—. Ese gilipollas no se lo merece.

La hostilidad de mi hermano me hizo suponer que de seguir adelante mi relación con Adrien, las cosas no iba a ser nada fáciles entre ellos. Dejé de llorar, no sé cuando, pero al final el sueño llegó para secar mis lágrimas y me quedé dormido sobre el pecho de Lip.

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Estaba muy furioso con Adrien por hacer llorar a mi hermano. Ese sentimiento no me había abandonado pese a que hacía ya más de diez horas de lo sucedido. Yo me había levantado para desayunar, pero él se había negado a abandonar la cama.

—Creo que está enfermo—les dije a mis padres en cuanto entré en la cocina. Había sido una sorpresa que estuvieran allí tan temprano, pero no habían dicho nada al respecto, ambos estaban radiantes—. No debí lanzarle al agua.

—No, no debiste—me recriminó Steig mientras me instaba con un dedo para que le pasase el azúcar.

—Creo que voy a ir a ver como está—advirtió mi padre con cara de preocupación mientras dejaba la taza de café sobre la mesa.

— ¡No!—grité y ambos me miraron boquiabiertos. Papá no podía verle así o se daría cuenta de que no estaba enfermo, de que había estado llorando y entonces tendríamos que contarles el por qué y Alain tendría problemas—. Le he dado un ibuprofeno hace una hora y se ha quedado dormido, creo que es mejor que le dejemos descansar, le podrás preguntar como se encuentra cuando lo haga.

—Mmm—receló papá mirándome con algo de sorna, yo suspiré aliviado por que supe que se había creído mi mentira—. De acuerdo, doctor, le veré más tarde.

CRÓNICAS STEIG "LIBRO UNO"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora