Capitulo tres: Silencios.

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Caminó de un lado para otro, desorientado y para que mentir, también un poco asustado. La alfombra bajo sus pies amortiguaba sus pasos preocupados, pero Harry podía escucharlos como si estuviese pisoteando cristal. Era un sonido molesto e irritante que sólo lograba ponerle más los nervios de punta.

No sabía que debía hacer exactamente pese a que en el pasado había sido conocido como el rey de la improvisación en situaciones realmente difíciles como aquella. Incluso en el trabajo era el hombre rápido que reaccionaba primero y salvaba el día, no entendía porqué en esa situación no podía ser igual.

—Alfa, abre la puerta —exigió el Omega dentro de la habitación que Harry había cerrado con magia—. Alfa, por favor, abre la puerta —repitió, esta vez sonando mucho más como un Omega complaciente. Eso era lo último que Harry necesitaba. No podía abrir la puerta y no iba a hacerlo.

Harry pasó sus manos por su cabello, desesperado. Su cuerpo había comenzado a sudar y sus feromonas habían comenzado a esparcirse por todo el apartamento. El moreno sabía que sólo era cuestión de tiempo antes de que la fiebre aumentara y el dolor punzante llegara. Estaba entrando en celo y no comprendía como era mínimamente posible. Su ciclo había terminado el día anterior, había tenido que pasarlo sin supresores por recomendaciones del medimago, así que no entendía que era lo que estaba mal con él y para colmo, sus supresores se encontraban en el baño de su habitación, habitación en la que había arrojado y encerrado a Malfoy nada más llegar.

Cuando Harry se había topado con Draco en aquel pequeño baño en ese pub nada exclusivo de Soho, había imaginado una confrontación por la última vez que habían cruzado palabras, o mejor dicho, la última vez que Harry había sido terriblemente grosero cuando Malfoy había intentado ser inauditamente amable. Jamás había imaginado que encontraría al heredero Malfoy a punto de entrar el celo en medio de un montón de desconocidos muggles que jamás sabrían como auxiliarlo.

Así que luchando contra las feromonas y la perdida de razonamiento, Harry había tomado a Malfoy y los había aparecido directamente dentro de su habitación en su apartamento en Londres. Un gran error. Draco había reaccionado terriblemente mal (o bien, desde el punto de vista que se viera) al aroma de Harry esparcido en toda la pieza. Había gemido y sus ojos se habían puesto imposiblemente oscuros, sus feromonas habían atacado a Harry con más fuerza y luego de que Malfoy hubiera usado lo último de su conciencia humana y lo hubiera sacado de la habitación, Harry había sellado la puerta y había abandonado su varita en uno de los gabinetes de la cocina para evitar la tentación de intentar entrar.

No era como si Harry no fuera fantásticamente bueno con la magia sin varita y no pudiera abrirla con sólo desearlo. Era más bien que el celo no lo dejaba reaccionar correctamente y hacer magia era más difícil de lo normal, sobre todo sometido a la presión de las feromonas de Malfoy que atravesaban la puerta como si no estuviera allí.

Al principio todo había sido relativamente fácil, Malfoy se había dedicado a murmurar, en voz demasiado alta, tal vez por la fiebre, que no entendía que estaba ocurriendo, que había tomado sus supresores y que no se suponía que entrara en celo. Harry se había mantenido pegado a la puerta porque olía tan increíblemente bien que era imposible alejarse, confundido, cachondo.

Luego, Draco había comenzado a gemir y a lloriquear. Harry lo había escuchado caminar por toda la habitación aún preguntándose qué ocurría. Fue a los treinta minutos que los lloriqueos cesaron y que Harry, aún sentado contra la puerta, no escuchó nada más, ni gimoteos ni quejas susurradas.

Conforme los primeros minutos después de eso fueron avanzando, Harry se preguntó si Draco había logrado aparecerse en su propia casa aún con el celo encima. El miedo de que el rubio lo hubiera intentando, se hubiera despartido y la mitad de su cuerpo se encontrara en su habitación, lo inundó. Se puso de pie y colocó firmemente una mano sobre la perilla de la puerta.

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