Aplastando el trozo de pergamino entre sus manos, Harry abandonó su escritorio y a paso furioso se dirigió hasta el perchero de dónde sacó su abrigo antes de salir de su oficina. Su secretario le preguntó si ocurría algo pero Harry no se molestó en responder, demasiado frenético, demasiado acelerado, olvidando por completo que su jefe esperaba el informe sobre un caso de robo que había ocurrido sólo un día antes. No tenía tiempo para explicaciones, ni para instrucciones ni recados, si la carta que había recibido era una indicación, era urgente que llegara a San Mungo cuanto antes.
Empujando a un montón de mangos indignados que no dejaban de maldecirlo en voz baja ni siquiera por ser el salvador del mundo mágico, Harry se abrió paso, ganándose miradas reprobatorias y otras tantas llenas de curiosidad, era como si, de repente, el auror estrella del ministerio hubiera recobrado todo el ímpetu juvenil y vigoroso que había perdido a lo largo de los meses. Su cuerpo rígido, su mirada concentrada y profunda y toda su presencia Alfa inundando los corredores, imponiéndose aun sobre otros Alfa.
Por fuera, Harry se había convertido en una salvaje fiera al acecho, lista para atacar, pero por dentro, era un hombre lleno de miedo y de incertidumbre, la carta no había hecho más que informarle la parte esencial del asunto y nada más, lo que le tenía de nervios. Harry tenía muchas preguntas y esperaba poder encontrar respuestas en cuanto se encontrara con Narcissa Malfoy.
Aquella tarde había regresado del Londres mágico, más específicamente del callejón Diagon, donde una joyería había sido robada durante la noche. Se le había puesto a cargo de la misión por sus habilidades en rastreo, pero principalmente porque su padre sabía que no tenía cabeza para tomar misiones mucho más arriesgadas, donde el más mínimo error podía costarle la vida. Así que había ido dispuesto a tomar el testimonio del dueño de la tienda y a comenzar a trabajar en cualquier pista que pudiera encontrar.
Fue a eso de las tres de la tarde que se desocupó por completo, llevando un rechoncho archivo hasta su oficina, el cual debía resumir en un nada sencillo y muy aburrido informe que después llevaría hasta la oficina del jefe de aurores, su padre, el cual lo llevaría al archivo para que Harry pudiera comenzar a trabajar. Era del tipo de misión que se le dejaba a un auror novato, pero hacía mucho que Harry había dejado de hacer rabietas por no recibir trabajos importantes, de hecho, estaba realmente agradecido por tener un poco de paz mental, un trabajo ligero que ocupara su mente pero que tampoco lo consumiera.
Cuando finalmente terminó de revisar toda la información eran las cinco y media de la tarde y Harry estaba por terminar su turno. Había acomodado todos los papeles dentro del folder, había puesto a un lado su informe y entonces, una lechuza había entrado volando por la puerta de su oficina que había sido abierta por su secretario cuando el ave se negó a dejarle tomar el trozo de pergamino.
Harry había tomado la carta y el ave desapareció nuevamente por la puerta. La nota decía:
«Acabamos de internar a Draco en San Mungo, por favor, venga lo más rápido posible.
Narcissa Malfoy.»
Sólo eso y nada más. Tan pocas palabras y habían logrado crear dentro de Harry una tempestad imparable. Tan pocas palabras habían sido suficientes para que Harry se levantara de su silla como alma que lleva al diablo y saliera disparado cual tifón, arrasando con todo a su paso para llegar a su objetivo, para alcanzar a su Omega, a su pobre Omega.
Habían tantas preguntas a las que Harry sabía que no podía darles respuesta, pero no por eso dejaban de rondar su mente, de torturarlo entre ecos dentro de su cabeza, un montón de posibilidades aterradoras, horribles, cada vez más y más improbables, pero de todas maneras horripilantes.
¿Estaba Draco simplemente enfermo de algo? ¿Tenía que ver con el secuestro? ¿Serían las repercusiones del confinamiento? ¿Sería sobre el bebé? ¿Alguien había intentado hacerle daño? ¿Tal vez el padre del niño? ¿Sería el estrés? Harry ya lo había visto perdiendo el juicio durante su último encuentro, tres días atrás. ¿Se trataría de alguna herida que no había sido tratada por la necedad de Draco de negarse a ver a un medimago? ¿Habría intentado dañarse él mismo?
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Nobody's
FanficDrarry Esta es la historia de un Omega rechazado que por despecho a su Alfa predestinado decidió que no pertenecería a nadie. Esta es la historia de un Alfa que hará todo lo posible por recuperar lo perdido. Advertencias: omegaverse (Alfa!Harry, Om...