Capítulo 2

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28 de Mayo, 2018.
Córdoba, Argentina.
02:51 pm

—Lisandro te siguió en Instagram— murmura Camilo con la vista en su celular.

—Vi. Al parecer me había dejado de seguir— me encojo de hombros, desinteresada— ¿Lo viste a Frattini?— pregunto cambiando de tema.

—Jugó temprano hoy. Perdió contra el mexicano— sonrío en grande por su repuesta.

—El mexicano es muy bueno y...

—Vos lo odias a Fratti— rio—. Igual nadie se lo banca a Tiziano.

—Emma estaba invitada al torneo— comento, él hace una mueca con su boca. Le tiro una de las almohadas que hay en la cama del hotel.

—Ella y los Besada faltaron para que sea como antes— doy un asentimiento de cabeza—. Santi está en Turquía ahora, ¿viste? Vi el otro día que...

Seguimos conversando sobre nuestros pares del tenis. Conocí a Marcott, los Besada y demás compañeros hace un par de años cuando con mi familia nos mudamos a Buenos Aires y empecé a entrenar en River, ahí también conocí a Camilo.

Pasamos la siesta conversando sobre el partido que tendría a la noche y del doble que nos tocaba mañana a media mañana. A las cinco de la tarde bajamos a merendar junto a su padre en el buffet del hotel, Tamara viajó ayer a Baires por un tema familiar así que somos nosotros tres solamente.

×××

08:35 pm

—¿Estás bien?— pregunta Carlos Gallo, parpadeo seguido pero veo todo borroso ¿Qué pasó?—. Quédate tranqui, Bianqui. Shh.

Siento como todo alrededor se mueve, cierro los ojos un segundo y los abro con fuerza pero sigo viendo todo borroso. Escucho voces alrededor mio y sonido de una sirena, bruscamente dislumbro el cambio de luz de clara a oscura y devuelta a clara y el típico olor que hay en los hospitales.

No sé en que momento me duermo, pero cuando vuelvo abrir los ojos ya veo claramente, me duele la cabeza y siento que tengo seca la garganta.

—Hola, Bianqui— Camilo es el primero en saludarme, a los costados de la camilla esta él, con su papá y Gimena, una de las chicas que trabaja en la organización— ¿Te sentís bien?

—A... agu... a— logro decir y me alcanza un vaso descartable lleno de agua, bebo como si no lo hiciera hace años— ¿Qué pasó?— pregunto luego de unos minutos.

—Te demayaste jugando, flaqui— contesta Camilo.

Luego de su respuesta una enfermera y un señor con bata, el cual deduzco que es el doctor, llegan y empiezan a preguntarme cosas, alimentación, rutina de ejercicios, edad, pesos, antecedentes de enfermedades y demás cosas.

—Tenes muy bajo los niveles de hierro y eso te ocasionó anemia, hay que hacer resposo por un tiempo, Bianca— luego de eso no escucho más.

Hacer reposo significaba estar fuera de la cancha, sin entrenar, bajarme de los torneos, parar la gira.

El doctor se despide de nosotros y se retira junto a la enfermera que estuvo controlando el aparato que estaba a un lado de la camilla.

—¿Bianca?— Carlos me llama sacando de mi burbuja de pensamientos—. Tu mamá está viajando, va a llegar en un par de horas— le doy un leve asentamiento de cabeza y cierro mis ojos—. Descansa, nena, nosotros nos quedamos acá.

—Perdón por el torneo— murmuro viendo de mi amigo a el entrenador y del entrenador a la chica de la organización. La última me da una leve sonrisa, la cual me transmite lastima y cierro los ojos, una vez más, para dormir. Estoy cansada.

R U M O R S  | ᴘᴀᴜʟᴏ ᴅʏʙᴀʟᴀ [terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora