Jimena.

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Hasta el momento Sofía ayudaba a sus compañeros siendo consciente y dando ella misma la iniciativa. Pero cuando tuvo que ayudar a Jimena, las cosas se dieron diferente.

A pesar de su aspecto de chica tranquila Jimena era bastante rebelde y vivía metiéndose en problemas. Sus amigas ya estaban cansadas de aconsejarla en vano y le negaban ayuda cada vez que buscaba una cómplice.

Hasta ahora a los personajes que hemos tocado les importaba mucho el respeto y la aceptación de sus padres, pero en el caso de Jimena era lo contrario. Aunque lo hacia para llamar la atención, en el fondo ella disfrutaba estresando a sus padres. Que por cierto, llevaban años separados.

Era una persona con carácter fuerte y eso llamaba la atención de todo mundo. Sobre todo de los chicos. Cada semana tenía a alguien detrás de ella intentando conquistarla, y a su vez ella correspondía la atención pero no de manera sincera. Lo hacia simplemente por diversión y para alimentar su autoestima.

Su pretendiente en aquel entonces era Felipe, un chico de último año correspondiente a otro curso. A Jimena él le gustaba muy en serio, por su físico, no sentimentalmente. Y a Felipe le gustaba Jimena de la misma manera.

Ambos estaban envueltos en un fuego muy común entre los adolescentes de su edad, que no podían ni querían apagar.

El problema era que no había manera de verse fuera del colegio ya que sus padres controlaban todas sus actividades. Entonces, aprovechaban los ratos libres en medio de las clases para poder verse a escondidas y darse algunos besos. Tenían su escondite en un salón abandonado en el subsuelo del colegio. De todas maneras, sabían que el lugar y las circunstancias no les permitían llegar a más.

Un día de tantos Jimena ignoraba la clase mientras se envíaba mensajes con Felipe y este le pedía verla. La chica se atrevió a pedir permiso mintiendo con que quería ir al baño y logrando salir del salón corrió hacia el lugar de encuentro.

Pasados los cinco minutos el profesor de Matemáticas le pidió a Sofía que vaya a ver si su compañera se sentía bien y la misma fue a buscarla al baño.

Obviamente Jimena no estaba ahí, y al percatarse Sofía pensó que había vuelto al salón. Sin embargo, cuando estaba volviendo escucho ruidos raros de un lugar que se suponía debería estar vacío. La curiosidad hizo que bajará las escaleras a lo que los alumnos llamaban "salon en el sótano" y a medida que se acercaba más comenzó a escuchar a dos personas hablar mediante susurros con la voz ronca.

No tardo en imaginar que estaba pasando adentro y supo que no debía entrar. Quiso volver siendo tan silenciosa como al llegar y su torpeza le jugo en contra haciéndola tropezar con un tacho de basura.

Tirada en el piso levanto la cabeza con miedo y vio que la puerta del salón se abría dejando en descubierto a su compañera acompañada de un chico con su misma expresión de espanto.

"¿Qué haces acá?" pregunto Jimena alzando la voz hasta que recordó que nadie debería verlos y disminuyó el volumen.

"El profesor me mando a ver si estabas bien." Sofía respondió tímidamente mientras se levantaba y sacudía su pantalón con tierra.

"¿Y cómo llegaste acá?" se metió Felipe.

"Escuche ruidos y me dio curiosidad." Sofía se defendió rápidamente.

El chico estaba a punto de contestar siendo grosero pero Jimena lo detuvo levantando una mano y acercándose a Sofía.

"Necesitamos hablar sobre algo importante y se supone que no podemos estar acá. ¿Podrías hacerme un favor? No le digas nada a nadie y al profesor decile que estoy con problemas de chicas." pidió intentando sonar y verse amistosa.

Sofía vió la oportunidad perfecta para ganarse a Jimena y asintió con una pequeña sonrisa, convirtiéndose en cómplice por tercera vez consecutiva.

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