Elizabeth al igual que Melina escondía un secreto del que ni siquiera sus propias amigas sabían.
No sabía cómo empezó pero si por qué. Ella también sentía rechazo por su cuerpo. Algo muy repetitivo entre las mujeres pese a que se ven obligadas a cumplir con los estereotipos impuestos por la sociedad. La gran mayoría siente la presión de ser perfectas y sin darse cuenta se destruyen intentando llegar a serlo.
En su infancia había tenido sobrepeso. Luego creció y adelgazo conservando curvas que para ella la hacían verse gorda. Así fue como empezó a sentirse disconforme y poco a poco el problema paso de sus curvas a todo su cuerpo. Verse así la hacía sentirse fea, y su ideal perfecto de belleza era ser delgada por donde se la miré.
Al principio pensó en hacer ejercicio y no duro mucho tiempo, era muy perezosa. Busco en Internet dietas milagrosas que siguió al pie de la letra sin obtener resultados. Sintiéndose desesperada, intento dejar de comer, y tampoco pudo. Finalmente encontró la solución vomitando cada cosa que comía, hasta que con el tiempo se le fueron las ganas de comer.
Vivía sola con su mamá y nunca conoció a su papá, era hija única y su mamá trabajaba duro para darle todo, a pesar de que su trabajo le quitaba tiempo siempre estaba vigilando los pasos de su hija y si sabía que se había saltado una comida la obligaba a comer. El cambio en su cuerpo no lo notaba porque Elizabeth lo ocultaba para no levantar sospechas.
Elizabeth se metía mucho en Internet y cuando su problema comenzó llego a un grupo donde chicas que pasaban por lo mismo interactuaban contando sus procesos y dando ayuda. Ahí fue que leyo sobre los laxantes y decidio probar. No se preocupaba en informarse sobre la manera correcta de usarlos y se vio afectada al hacerlo en exceso.
Un día normal estaba en el recreo charlando con sus amigas y tuvo que correr al baño. La noche anterior había tomado varias pastillas, por consecuencia, éstas le provocaban vómitos inesperados.
Cuando llegó al baño entro bruscamente, ni siquiera miro si había alguien más, tampoco le interesaba. Si le preguntaban diría que comió algo en mal estado, ya lo había hecho antes con su mamá y le sirvió.
Mientras ella vomitaba alguien entraba al baño.
De inmediato Sofía reconoció a su compañera y lentamente se acercó a ver si necesitaba ayuda. Su pie izquierdo piso un objeto pequeño que parecía estar hecho de plástico y ella se detuvo para levantarlo. Eran los laxantes que cargaba Elizabeth cuando salió corriendo al baño, se le habían caído y no se dio cuenta.
Sofía no tardo en atar cabos y al igual que con Melina quedo sorprendida.
Elizabeth termino de vomitar y al darse vuelta se sobresalto al ver a su compañera. La miro a los ojos, luego miro los laxantes y volvió a sus ojos.
"En exceso te hacen mal." Sofía se atrevió a hablar.
"Eso no es mío." Elizabeth mintió innecesariamente.
"No te preocupes, no voy a decir nada." Sofía prometió, le entregó las pastillas y se alejo.
"Gracias." Elizabeth susurro con vergüenza y guardo las pastillas.

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Invisible.
Non-FictionTerminada. Sofía era una chica buena, pero había algo que la hacia sentirse rechazada por todo el mundo. En un principio pensó que podía ser su físico fuera de todo estereotipo bien visto, pero al notar que había más chicas como ella descartó esa po...