Muchas personas descubren su orientación sexual desde niños, otras lo hacen en su adolescencia o adultez. Puede que sea más difícil cuando sucede en las dos últimas etapas, sobre todo si anteriormente creías ser otra cosa sólo por tapar la realidad.
Aaron no era para nada afeminado ni le interesaban las cosas designadas para mujeres como su papá creía que pasaba con todos los homosexuales, pero aún así le gustaban los hombres. Lo supo a los 13 años cuando se enamoró de su mejor amigo. Sin embargo, desde su descubrimiento lo había guardado en secreto. Pensaba que si decía algo su familia iba a reaccionar de muy mala manera, sus amigos iban a alejarse y en el colegio se burlarían.
No podía vivir tranquilo y se sentía infeliz. Tenía miedo y a la vez rabia. Quería contárselo al mundo y a la vez que nunca nadie lo sepa. Era consciente de lo injusta que es la sociedad.
Mientras sus amigos podían hablar sobre lo linda que les parecía una chica, comentar sobre sus relaciones íntimas, o mostrarse en público con sus novias, él no podía hacer nada.
En un principio había intentando seguir por el camino que es visto como el correcto, pero no le correspondía y no pudo sobrellevarlo. Las chicas le parecían lindas. No obstante, después de besar a algunas y en una oportunidad tener relaciones sexuales, había confirmado que no le gustaban. El último hecho lo apenaba bastante porque en el fondo era romántico y quería que su primera vez fuera un momento especial, pero lo hizo por presión de sus amigos con una chica que quedo bastante disgustada ante su falta de excitación y luego le contó todo a sus amigas que hicieron correr la voz por el colegio.
Deseaba terminar la secundaria e irse a estudiar a la capital, lejos de su familia, para así poder vivir solo y ser libre.
Hasta entonces no se permitía fijarse en alguien, además de que era bastante difícil porque la mayoría de los chicos con los que se rodeaba parecían ser heterosexuales. No había manera de saberlo y no se atrevería a preguntar o descubrirlo de otra forma.
Todo cambio cuando en su último año de secundaria conoció a Fernando. Él era nuevo en el colegio, estaba en quinto año, y a diferencia suya dejaba que los demás supieran que era homosexual. Tenía que lidiar con algunos imbéciles que lo molestaban, pero aun así los ignoraba, se mostraba feliz y tenía muchos amigos.
Aaron no sólo se sentía atraído por el físico de Fernando, también se sentía atraído por su manera de vivir. Era tal como él deseaba ser. Lo admiraba. Pero a pesar de todo no se animaba a hablarle y ni se le acercaba.
Un día se puso a buscar una excusa para poder dar el primer paso, pensaba que todas lo dejarían en evidencia y la frustración que sentía lo angustiaba demasiado. Dejo de pensar en esas cosas y presto atención a la conversación de sus amigos, no se llevo una sorpresa pero si un golpe duro. Los chicos estaban burlándose de Fernando por ser gay y usaban insultos irrepetibles. Aguanto sus ganas de llorar, dijo que iba al baño y se fue al salón a esperar que termine el recreo para evitar seguir escuchandolos.
Cuando llego tomo asiento en su lugar, se puso los auriculares y apoyo la cabeza sobre la mesa rodeandola con sus brazos. Sentía muchas ganas de llorar. Estaba harto de vivir así.
De repente sintió una mano en el hombro y levanto la cabeza para ver quien era. En aquel momento se dio cuenta de que estaba llorando. Sofía lo había notado antes y por eso se acerco.
"¿Estás bien?" pregunto amablemente.
Aaron se quedo mirándola y vio en ella una persona buena, que podía llegar a guardar su secreto y le permitiría descargarse. No se equivocaba, aunque podría haberlo hecho si elegía a alguien más para confesarse.
"¿Te puedo hacer una pregunta?" hablo con la voz inestable. Sofía respondió con un movimiento de cabeza y Aaron continuó. "¿Te parece que está mal que una persona guste de alguien de su mismo género?" soltó con dificultad.
"No, al contrario, me parece que está muy bien." su respuesta le saco una sonrisa a Aaron, pues era lo que él quería escuchar.
Personas como ella le hacían saber que él no tenía ningún problema, sino que el problema lo tenían los homofobicos.
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Invisible.
Non-FictionTerminada. Sofía era una chica buena, pero había algo que la hacia sentirse rechazada por todo el mundo. En un principio pensó que podía ser su físico fuera de todo estereotipo bien visto, pero al notar que había más chicas como ella descartó esa po...