Especial Dowoo

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Un chico de cabellos azabaches fue corriendo hacia su novio, el cual se encontraba con la ropa descolocada y llorando mientras escondía su cara en sus rodillas. Su corazón pareció pararse por un momento y romperse al siguiente ante la escena que presenciaba. No podía creer que ese miserable realmente le hubiera hecho algo a su pequeño e inocente novio así que no dudó en arrastrarse hacia su lado y acogerlo entre sus brazos, como si ello pudiera protegerlo de los recuerdos y pensamientos que lo atormentaban.

El cuerpo del más pequeño se tensó al notar aquellos delgados pero fibrosos brazos que se cernían a su alrededor; sin embargo, en el momento en el que sintió el inconfundible olor del perfume masculino que usaba su novio, no pudo evitar el relajarse completamente.

- Pequeño - susurró Doyoung mientras apretaba un poco más el agarre -, ¿qué te ha hecho él?

Notó como el de cabello azulado negaba sobre su hombro. ¿No le había hecho nada? ¿No quería decirlo? Optaba más por la segunda opción.

- Pequeño, por favor, necesito que me digas que te hizo - le susurró -. Quiero saber qué tanto tengo que golpearlo para que sepa que no se puede acercar de nuevo a mi tesoro. No voy a permitir que te vuelva a hacer daño.

Tras esas palabras se instaló un largo silencio. El peliazul se debatía entre si debía contarle todo a su novio o sino hacerlo... No quería que el mayor se metiera en peleas por su culpa.

- Él me besó contra mi voluntad y trató de tocarme - murmuró finalmente contra el hombro de su novio. El otro entendió perfectamente lo que dijo y apretó los puños en respuesta, no podía haberle hecho, no a su pequeño ángel -; no llegó a más porque lo golpeé. Tenía miedo. Él estuvo a punto de golpearme de vuelta, pero llegó Hongseok. Él se quedó peleando con él. Yo-yo tenía miedo, y corrí hasta aquí.

El de cabellos azabache abrazó fuertemente a su novio mientras le susurraba muchas cosas lindas, mientras por su mente sólo pasaban dos pensamientos. El primero de ellos, acerca de las ganas de matar a Yukhei que tenía; el segundo de ellos era sobre Hongseok, necesitaba encontrarlo y besarle los pies si hacía falta en agradecimiento.

Su bebé merecía la pena.

- ¿Podemos irnos ahora, por favor?

- Claro, mi amor - le susurró -. Podemos ir a donde quieras. Hoy voy a consentirte todo lo que quieras, ¿qué te parece?

De hecho, ese no era un trato demasiado justo porque Doyoung siempre consentía a su pequeño novio. Si este quería hacer algo, lo hacían. Si deseaba ir a algún lugar, el contrario lo llevaría incluso si tuviera que cargarlo todo el camino hasta el lugar. No había nada que el pelinegro le negase a su precioso príncipe y es que, ¿quién podría decirle que no a esa carita?

Sin embargo, como todo un pequeño niño, los ojos de Jungwoo brillaron como siempre lo hacía en compañía de su novio, convirtiéndose en los más llamativos luceros. Luego, asintió repetidamente mientras se tiraba sobre los brazos de su novio. Había tantos sitios a los que quería ir, tantas cosas que quería hacer con él...

Pero por hoy ya había tenido demasiadas emociones fuertes. Además de que sentía que necesitaba lavarse la boca y el cuerpo, para borrar cualquier mancha de ese imbécil fuera de su cuerpo.

- ¿Qué te parece si nos vamos a mi casa, pedimos pizza y vemos una película?

- No he escuchado mejor plan en mi vida - le susurró mientras le dejaba un pequeño beso en la frente -, pero me tienes que dejar abrazarte durante la película.

El peliazul asintió con una sonrisa y exclamó un lindo "¡Serás mi almohada!".

FIREWORK [YUWIN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora