FIREWORK [YUWIN]

-Epílogo4-

Un chico de cabellos rubios se encontraba en la habitación de invitados, que después de tanto tiempo, casi podía nombrarla como propia. Sus hyungs, y propietarios de la casa, habían salido hacía ya un rato. Primero se fue Luhan, tenía que arreglar algo con su jefe o algo así... El jefe de Luhan era un pesado que parecía odiarlo por el simple hecho de estar con Darren. Por otro lado, Darren había salido más tarde, al parecer un viejo amigo lo había llamado y no podía rechazarlo.

Así que, cuando el sonido del timbre quebró el silencio de la casa, Sicheng no pudo evitar pensar que uno de sus hyungs podría haber olvidado las llaves con las prisas. Por lo tanto, con una gran pereza se arrastró hasta la puerta principal.

Si hubiese mirado hacia el lugar donde sus hyungs colocaban las llaves, se habría dado cuenta que las únicas que estaban allí eran las propias, adornadas con ese lindo llavero con forma de clave de sol de diferentes colores.

- Hola hy... - su saludo fue perdiendo fuerza cuando reconoció a la persona frente a él.

Nakamoto Yuta estaba en su puerta. Nakamoto Yuta ya no vestía todas las prendas de color negro. Nakamoto Yuta quien tenía ahora mismo su cabello tintado de un lindo lila. Nakamoto Yuta, el mismo que lo miraba con ojos de cachorro y una sonrisa nerviosa.

- Te encontré, por fin - dijo autoinvitándose a pasar sólo para capturar al menor entre sus brazos -. Tenía tanto miedo de no volverte a ver.

Los corazones de ambos chicos latían demasiado rápido, pareciendo que podían colapsar en cualquier momento. Uno increíblemente feliz de haberlo encontrado. El otro anonadado por haber sido encontrado.

- ¿Cómo...?

- Con mucha paciencia, la verdad... Has sido completamente un reto.

- ¿Por qué? - el rubio miraba al de cabellos violetas sin entender el empeño del japonés en hallarlo, es decir, él mismo era quien había respaldado la idea y quien lo había alejado...

Entonces recordó la carta que él mismo había escrito. "No me podía ir sin decirte que me gustabas". Sus mejillas no tardaron demasiado en ruborizarse, sobre todo ante la intensa mirada del contrario.

- Porque no podía dejar que te fueras - habló Nakamoto, y ante la mirada de confusión en el rostro del chino, añadió -, sin decirte que yo también he sentido esos intensos fuegos artificiales desde el primer día y... no podía perdonarme el nunca decirte que me gustas.

El corazón de Sicheng parece que se ha detenido ante la sorpresa de esas palabras. Él nunca pensó que el japonés pudiera llegar a corresponderle...

Sin embargo allí estaba, frente a la puerta de su escondite, con una sonrisa nerviosa y tímida, un ligero rubor en sus mejillas y unos ojos esperanzados.

Quería que el chino siguiera gustando de él pese a todos los errores; tenía la esperanza de empezar de cero, sin más Lucas de por medio. Simplemente siendo ellos dos.

- Yo...

- Necesito besarte - fue lo último que dijo el japonés antes de romper la distancia entre ellos.

El calor se expandió por el cuerpo de ambos como si de electricidad se tratasen, y allí estaban de nuevo, esos endemoniados fuegos artificiales estallando en sus estómagos. Ellos eran el lugar al que siempre debían volver... La felicidad que sintió Yuta cuando sintió como el rubio comenzó a intervenir en el beso, tomando un papel más activo.

Se hubiesen quedado así si no fuera por los repentinos aplausos por parte de los hyungs de Sicheng.

- Creo que es hora de que vuelvas a Corea, Sicheng - dijo Luhan emocionado porque su pequeño había encontrado el amor que tanto deseaba que llegase.

Quizás Sicheng no se dio cuenta, pero su hyung leyó perfectamente su expresión de anhelo y la tristeza en sus ojos.

- Eso sí, como vuelva a venir llorando, prepárate.

Nakamoto rió nerviosamente mientras que el rubio se apegaba a él. La espera había merecido la pena, definitivamente.