Llegó a su casa como de costumbre, junto con su hermano, éste último corrió como alma que lleva el diablo hacia su habitación para cambiarse e ir a su curso de canto. Anh dejó su mochila en su habitación y bajó a la cocina para tomar un poco de jugo.
—Me voy, te veo más tarde— se despidió desde la puerta de la cocina para después dejar por un portazo y sus pasos apresurados.
—Y ahora es cuando un espíritu sale— bromeó en voz alta, soltó una risita con ironía y enjuagó su vaso para ponerlo en el lavador e ir a su habitación para quitarse el uniforme.
Cuando bajó pudo ver el vaso que había utilizado en la barra, se extrañó aún más cuando se fijó en el líquido dentro.
Se acercó y frunció su ceño, lo acercó a su nariz y no olía a nada, tomó un sorbo de éste pero lo escupió al suelo al notar el sabor metálico en su boca.
Era sangre.
Soltó el vaso asustada y por consecuencia éste se rompió en mil pedazos, ensuciando y manchando el suelo y sus zapatillas blancas. Retrocedió horrorizada y con hilos de sangre bajando por su barbilla hasta su cuello, trató de escupir lo que quedaba en su boca con desesperación.
Quería gritar, quería llorar.
Corrió al lavabo y miró que en éste se encontraba una nota, la abrió con miedo y leyó con horror aquello que decía en tinta carmesí:
No te has librado de mi, mocosa.
¿Crees que con tener a los otros idiotas a tu lado estarás a salvo de mis garras?
¡Mocosa ingenua!
Espera con ansia mi visita.Su cabeza daba vueltas y sus ojos se llenaron de lágrimas. Destrozó la carta y buscó rápidamente un encendedor, corrió al patio trasero y apiló los trazos de papel para prenderles fuego.
Las llamas hicieron su trabajo y deshicieron aquellos pedazos de maldad, quedando solamente cenizas. Miró el cielo y con horror observó cómo el sol comenzaba a descender entre los pequeños cerros.
Entró a su casa y miró el vaso destrozado y la sangre derramada, fue rápidamente por todos los útiles que necesitaría para recoger el desastre. Sintiendo cómo la sangre en su barbilla y cuello se secaba.
Su padre llegó primero que su madre, pero ella aún no quería verlo, ni hablar con él, sabía que él le preguntaría rápidamente lo que había pasado si la veía nerviosa y ansiosa.
Su cabello aún estaba húmedo y sus manos temblaban al aún sentir el sabor de la sangre en su paladar. Después de lavarse la boca más de diez veces aún podía sentir su textura y sabor.
Tuvo que tirar sus zapatillas blancas, siendo sus favoritas, pero desgraciadamente la sangre era extremadamente difícil de quitar. Armándose de valor, bajó después de 15 minutos para ver a su padre que la recibió con un eufórico abrazo y besos por todo su rostro, haciéndola reír.
—¿Cómo te fue hoy, bebé?— preguntó su padre, sentándose en el sofá, Anh se sentó junto a él y se recostó en el respaldo mientras miraba a su padre.
—Mal. Chenle y JiSung se disgustaron conmigo porque— porque les mentí acerca de sentirme mal. Se tuvo que morder la lengua para evitar soltar aquello. Su padre enarcó una ceja y la miró expectante —Porque... Porque no les quise pasar una tarea— dijo ella, tratando de sonar convincente.